Con una edad promedio de 50 años, los formoseños se pasaron media vida gobernados por Gildo Insfrán en una provincia históricamente postergada ,considerada una zona “tapón” en la hipótesis de riesgos bélicos desde la Guerra con el Paraguay en el siglo XIX y las dictaduras militares del siglo XX. Por cierto, para los analistas es difícil ser “neutral” con Insfran. Y en esa región, a 1.200 kilómetros de Buenos Aires, se dice que “Gildo es como Dios, presente en todas partes, sin que se lo vea en ninguna y paternalista con sus amigos”, soltó un ruralista suplicando anonimato y sin abundar sobre el trato a los opositores.
Es curioso, pero la provincia es la mayor beneficiada con la coparticipación de impuestos. El 94,3% de sus recursos le llegan desde la Nación. Y, sin embargo, no alcanza. Algunos lo atribuyen a su ubicación geográfica, tan lejos de los puertos y a su clima subtropical. Otros difieren al señalar que a Formosa hay que entenderla en sus dos culturas la guaraní del este por su cercanía a Asunción. Y la del oeste por la impronta salteña.
Siempre hubo intentos productivos en Formosa, que posee un Centro de Validación Tecnológica una especie de INTA propio que impulsa desde el mango de Taiwán a la fruta dragón de Vietnam, casi todos proyectos a los nunca llegó muy lejos. Un caso emblemático es la banana, en manos de pequeños productores a los que el clima subtropical y sus heladas la llenan de manchas y sale muy desvalorizada al mercado. Según Mariano Winograd, experto en fruticultura, Formosa tiene potencial y podría posicionarse como el oferente de las frutas de primicia. En su visión, la parálisis productiva “no se debe a la cultura de sus pobladores, mucho menos al clima o suelo, ni siquiera a Insfrán. Se necesita remover las restricciones con cambio de leyes, impuestos, instituciones”, afirmó.
Con el boom de la soja, muchos compraron campos en la provincia y la oleaginosa como el cultivo de maíz se sumaron a un territorio ganadero con el mérito de tener el mayor rodeo de búfalos que se adaptaron exitosamente. Para impulsar, la provincia financia remates ganaderos. De acuerdo al ex secretario de Agricultura Ricardo Buryaile, no es suficiente. “Mientras siga vigente el esquema tributario actual con altas retenciones cuando se está a miles de kilómetros de los puertos, no hay desarrollo posible”. Buryaile insiste que hace falta un plan integral, generar frigoríficos con tránsito federal que puedan exportar a países vecinos”. Claro que se vuelve difícil montar industrias en una de las pocas provincias en las que pese a las reiteradas promesas nunca accedió a la red de gas natural.
Bernardo Cané, ex titular del Senasa y productor ganadero de tercera generación en Formosa, sorprende. Afirma que allá se cumplen reglas, “aquí no hay títulos falsos o campos mellizos como en otros lugares”, remarcó. Razona que eso impulsó a inversiones en la ganadería y algodón. En una franja en la que la ruta 81 es la columna vertebral, Ernesto Galperin, dueño de la curtiembre Sadesa y padre de Marcos el creador de Mercado Libre, el banquero Federico Tomasevich, la familia Urquía de Aceitera General Deheza, y los Otero de Bio 4, están cambiando la actividad con manejo inteligente, genética y riego. De las Lomitas, por ejemplo, salen 100.000 vacunos gordos por año y su estación de servicio Axion despacha 500 mil litros de combustibles por mes. Un grupo chaqueño acaba de adquirir a los australianos de Liag unas 10.000 hectáreas con riego para algodón. “Hay sol, tierra barata, pasto y alta productividad”, se entusiasma Cané para concluir que con políticas correctas Formosa es viable.
El camino es arduo. Su cara más dramática es el Gran Formosa, el octavo aglomerado urbano con mayor pobreza, casi sin escolaridad y pésimos indicadores en salud y vivienda.
Fuente Clarin