Por Beto Valdez
El gobierno de los Fernández tendrá que manejar la llegada de un duro como el almirante Craig, jefe del Comando Sur, que viene con una agenda muy crítica contra la influencia de China y Rusia en la región y especialmente en Argentina. Previste hizo escala en Uruguay y coincidió con Lacalle Pou.
En un contexto global complicado porque el régimen de Beijing incrementó la presencia naval en su área de influencia, donde mantiene diferendos con Filipinas, Taiwán y Japón, entre otros socios de Washington, llega hoy a la Argentina el jefe del Comando Sur, almirante Craig Faller. Primera visita de un funcionario estadounidense desde la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca.
Un contacto estratégico que puede servir para recomponer hasta ahora la tibia relación entre Buenos Aires y Washington. El enviado de Biden es “un halcón” con posturas muy concretas respecto a los enemigos de su país y la región: China, Rusia, Venezuela y Cuba, precisamente gobiernos aliados de la tercera experiencia kirchnerista de gobierno.
Faller, almirante de la Armada y titular del Comando Sur estadounidense, es considerado el líder de uno de los comandos de combate del Departamento de Defensa estadounidense, cuya área de acción abarca a todos los países de Latinoamérica, salvo México. Tradicionalmente quien ocupa ese cargo suele representar la postura más dura del Pentágono y del Departamento de Estado en la región.
Todo parece indicar que esta visita anunciada con poca anticipación se presenta como una oportunidad para que las autoridades argentinas sepan cuáles son las reglas de juego para armonizar la relación bilateral que ya ha tenido algunos roces por la política exterior del presidente Alberto Fernández a instancia de Cristina Fernández de Kirchner.
Las señales más claras del deterioro en los vínculos con Washington, en momentos en que Fernández busca un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), fueron la suspensión de la visita del buque USCG Cutter Stone, de la Guardia Costera de EEUU, y la fuerte protesta del Ministerio de Relaciones Exteriores por la presencia del submarino de propulsión nuclear USS Greeneville, que en la segunda semana de febrero navegaba en el Atlántico Sur, en un ejercicio combinado con un avión británico que partió de Malvinas. Pero estaba en aguas internacionales y no cargaba armas nucleares como denunció agresivamente el gobierno argentino. Cuestiones muy presentes en la agenda del jefe del Comando Sur que será recibido por el ministro de Defensa, Agustín Rossi, un funcionario poco proclive a afianzar los vínculos con los Estados Unidos.
Se supone que también será de la partida el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, más amigable con Washington que la mayoría del Frente de Todos. Pero anoche no estaba confirmada su participación por las resistencias de CFK hacia su figura. Un dato más que estratégico es que el almirante estadounidense viajara a Ushuaia. Se sabe que en los Estados Unidos hay preocupación por la “vista gorda” local a la pesca ilegal china y a la base que ese país tiene en la Patagonia. También sobre la intención del régimen de Beijing de quedarse con el manejo de la Hidrovia.
En su última intervención en la Comisión de Defensa del Senado de Estados Unidos, el 16 de marzo, el jefe del Comando Sur atacó fuertemente a Cuba y Venezuela y la influencia de China y Rusia en la región y consideró que “América Latina debe convertirse en la ‘línea del frente’ en la lucha contra el desafío de China a la hegemonía global de Estados Unidos”.
“La pandemia de COVID-19 le ha permitido a Nicolás Maduro bloquear aún más a Venezuela y aumentar su poder” dijo Craig Faller. Al mismo tiempo, agregó, que organizaciones como las FARC y el Ejército de Liberación Nacional de Colombia logran dominar territorio en ese país. La contracara de la política exterior del Instituto Patria.
Encima el almirante viene de Uruguay donde exhibió coincidencias con el gobierno de ese país que viene de un cortocircuito con Fernández por el Mercosur. Luis Lacalle Pou dijo que su administración ha dado señales claras de alineamiento hacia los Estados Unidos, con la salida de Uruguay de la Unasur, el apoyo en la OEA a la reelección de Luis Almagro y el regreso al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. Todo lo contrario que el gobierno de Alberto y Cristina. Bajarán los decibeles o seguirán con la tensión?