Argentina negocia con el FMI la devolución de unos US$ 44.000 millones que contrajo en 2018-2019. Para ello, en las últimas horas se conocieron distintas iniciativas del ministro de Economía, Martín Guzmán, que van en el sentido de aliviar la carga de las obligaciones que enfrentará el país en los próximos meses. En mayo tiene que pagar al Club de París unos US$ 2.700 millones y en el segundo semestre unos US$ 4.800 millones al FMI. Argentina no tiene reservas para cancelar esos compromisos.
¿Cuáles son esas acciones que van en búsqueda de conseguir oxígeno para el Tesoro y el BCRA?
Por un lado, el pedido de Argentina para que el organismo revise la sobretasa de los intereses (un taxi que había arrancado con una alícuota de 1% y está casi en 3% por la demora del país en firmar un acuerdo). Por el otro, la propuesta (con México) de conformar una especie de cooperadora (como esas de los colegios pero en este caso dentro del propio FMI), con reglas para la distribución de los Derechos Especiales de Giro a todo el mundo por unos US$ 650.000 millones.
Ninguna de las dos tiene muchas chance de prosperar, cuentan los expertos. Con la primera, es cierto que el FMI deberá revisar en estos meses la política de sobretasa. El timing de Guzmán ha sido inmejorable, hay que decir, porque la revisión del organismo ocurre cada cinco años y la última fue en 2016. Pero hay pocas posibilidades de que el país salga con las suya. Ayer Kristalina Georgieva justificó la lógica de que el FMI vaya cobrando una tasa in crescendo (en el equipo económico refutan esos argumentos porque dicen que el país no tiene acceso a los mercados).
Respecto a lo de la cooperadora de los DEG es un viejo anhelo del tercermundo: la Unasur evaluó algo así y sólo Asia pudo concretarlo.
Lo cierto es que la Argentina ha caído en los últmos años en la recurrencia de pedir una y otra vez excepciones a las reglas del FMI y la economía mundial. A saber:
– Un análisis de sostenibilidad de la deuda al FMI que no llevó la firma de ningún miembro del staff del organismo (2020), pero que sirvió para mostrarle a los acreedores que la deuda argentina no era sostenible y debía entonces ser reestructurada (y antes de tener un programa con el FMI). Para muchos una jugada al fleje del reglamento.
– Sondear un programa de Facilidades Extendidas para reestructurar la deuda oficial pero con más plazo que el permitido: en vez de 10 años, la Argentina planteó (informalmente) al FMIhacerlo por 15 o 20 años.
– Ser miembro del FMI, un club en el que todos aceptan que sus cuentas sean revisadas, pero no permitir el artículo IV.
A estos tres pedidos se suman anteriores dos: que el FMI baje los intereses y permita que los países que no usen los DEG sean canalizados a otros miembros.
Por supuesto que con Macri también Argentina pidió saltear reglas y acuerdos firmados. Algo que trajo más de un dolor de cabeza al ex presidente. Como dijo un ex funcionario del FMI, “los argentinos son estafadores simpáticos”.
Fuente Clarin