Por Guillermo J. Tiscornia
Verguenza ajena ( por lo intrínsecamente cobarde amén de pusilánime) es la sensación que emerge a partir de la lectura del más que aberrante fallo dictado por la Cámara Federal de Mar del Plata en cuanto por el mismo hubo revocado una previa resolución dictada por el señor juez federal doctor José Alfredo López por la cual éste, a su vez, había declarado admisible un planteo cautelar enmarcado dentro del contexto de una acción de amparo y por la cual, también, se planteaba acerca de la inconstitucionalidad de la denominada ley de interrupción voluntaria del embarazo.
En ese contexto los camaristas federales marplatenses consagran – y en base a un pseudo rigor científico- un mas que asombroso constructo cultural a partir del cual se empodera a personas adultas para que éstas cometan el homicidio de una persona por nacer, la cual, por obvias razones, se encuentra en total estado de indefensión.
Y la cosa no habrá de quedar allí; en breve ingresará vía legislativa a la Argentina la consagración de la eutanasia ( mal llamado homicidio piadoso) y así se generará otro genocidio masivo (art.7, inc. k) del Estatuto de Roma) ; pero esta vez sobre la tercera edad, la cual también se encontrará en total estado de indefensión.
Para peor – y lo que resulta insoportablemente pestilente- los camaristas marplatenses, en una indisimulable sobreactuación, “retan” al juez federal doctor López precisamente por acatar la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, entre otras garantías constitucionales que resguardan a la niñez.
Como dije verguenza ajena e insoportable pestilencia.
Guillermo J. Tiscornia
Ex juez en lo Penal Económico