Vía diferentes comunicados, iglesias y masonería cubanas mostraron un mismo objetivo, presionar al dictador Díaz Cannel, heredero de los Castro.
Las iglesias de Cuba han defendido a quienes participaron en protestas sin precedentes e incluso establecieron una línea directa para asesorar a las familias de los detenidos, una señal de la creciente audacia de los líderes espirituales en la isla comunista.
Las protestas estallaron en todo el país el 11 de julio contra la escasez de medicamentos y alimentos, los cortes de energía, el aumento de COVID-19 y las restricciones a la libertad. El gobierno culpó a los contrarrevolucionarios que, según dijo, estaban explotando las dificultades causadas por las sanciones de Estados Unidos desde hace décadas.
Desde entonces, cientos de manifestantes, activistas y periodistas han sido detenidos, según grupos de derechos humanos. Las autoridades dicen que están procesando a quienes instigaron «disturbios antipatrióticos» y cometieron actos de vandalismo.
En los días posteriores a las protestas, la iglesia católica romana dominante, otras religiones y los masones emitieron declaraciones a favor de la libertad de expresión. Después de décadas de represión tras la revolución de 1959, una expansión de las libertades religiosas en la década de 1990 ha dado a los grupos religiosos una mayor autonomía que cualquier otra organización no afiliada al Partido Comunista. Pero tal franqueza aún es poco común en Cuba, donde siguen vigentes importantes restricciones a la disidencia.
La Masoneria Grado 33 emitio un duro mensaje
