Por Leonardo Morales
El exceso de ayudas federales ha creado un serio problema al que se enfrentan hoy las empresas estadounidenses
El desempleo en EEUU bajó en julio del 5,9% al 5,4%, cifra que aún permanece alejada del 3,5% al que descendió en 2019, antes de la pandemia, la cifra más baja en los últimos 50 años.
Lo que representa un dato alentador de recuperación en el sector laboral se ve opacado por otra estadística: 10,1 millones de puestos de trabajo disponibles que las empresas no han podido cubrir desde enero del 2021.
Las causas son diversas. Sin embargo, grandes medios de comunicación, difunden con inexactitud que el excedente de empleos se debe a una rápida recuperación económica que tomó por sorpresa a gran parte de las medianas y grandes compañías en Estados Unidos.
La recuperación económica después del mayor impacto de la pandemia de SARS-COVID-2 o COVID-19 entre marzo y junio del 2020 comenzó en julio de ese mismo año gracias a las medidas de emergencia ejecutadas por la Reserva Federal, el Tesoro y la administración Trump no sólo para evitar un colapso de la economía, sino para remontar de inmediato los efectos negativos de la crisis sanitaria.
Las Ayudas federales
Entre las medidas estuvieron tres envíos directos de dinero a familias y contribuyentes, además de desembolsos federales en cuatro ocasiones para aumentar los beneficios por desempleo, que en un principio fueron efectivos y necesarios en medio de un cierre casi general de la economía estadounidense.
El Tesoro y la Reserva Federal hicieron varias inyecciones de liquidez al sistema financiero estadounidense, diversos programas de respaldo a las pequeñas y medianas empresas con más de 1.3 billones de dólares; bajar las tasas de interés a casi cero para incentivar inversiones, mantener la confianza y la estabilidad del mercado, entre otras.
Estas ayudas representaron un rescate para millones de familias y empresas estadounidenses, pero generaron paralelamente otro grave problema: lo que percibía un desempleado entre el monto estatal y el adicional federal triplicaba en muchos casos el salario semanal de un trabajador en múltiples sectores económicos, sobre todo en la industria del turismo, la agricultura, la producción y los servicios.
Desde el penúltimo paquete de estímulo económico aprobado en diciembre de 2020 por un monto de 900.000 millones de dólares, comenzaron a verse las consecuencias. Gran parte de las personas sin empleo quisieron seguir recibiendo las ayudas sin que le interesara regresar a su posición laboral o buscar otro trabajo, en caso de que la empresa donde laboraba cerrara de manera definitiva.
Con la llegada de la actual administración, analistas y voces conservadoras republicanas aconsejaron no continuar con las ayudas federales por desempleo para que el desestímulo al trabajo cediera. Dos meses después se aprobó otro paquete de 1,9 billones de dólares que remarcó la preocupante tendencia.
A pesar de que casi todos los estados gobernados por republicanos renunciaron a la ayuda federal adicional por desempleo, otros no lo han hecho.
Más dinero
Desde el 15 de julio, el gobierno federal comenzó a entregar hasta 300 dólares mensuales por cada hijo en 39 millones de hogares en EEUU (el 90% de las familias con hijos).
Hasta julio del 2022 estas familias recibirán un crédito máximo de 3.600 dólares anuales por cada hijo de hasta 6 años. En el caso de las familias con menores entre 6 y 17 años, el monto será de 3.000 dólares.
Biden pidió que estos pagos federales se extendieran hasta el 2025, pero hasta el momento solo será por 12 meses. El mandatario reiteró que “en ningún momento las ayudas federales desalentaron a los estadounidenses a buscar empleo”.
Economía se desacelera
Los datos en junio confirmaron que la economía de desaceleró con un déficit comercial nunca visto y cercano a los 76.000 millones de dólares. La falta o el encarecimiento de las materias primas y semiconductores ha frenado el camino de reactivación económica, freno que detiene la inflación pero que a la vez crea un estancamiento.
Al no poder cubrir la cifra de plazas vacantes, las compañías estadounidenses se ven obligadas a mermar la producción, disminuir sus servicios y exportar menos ante la reducción de sus ingresos. Esta reacción en cadena incrementa la escasez de productos en oferta pública y los precios.
En julio, los consumidores pagaron el 42% de incremento en la gasolina respecto al mismo mes del 2020. Lo mismo ha sucedido con la compraventa de vehículos por los deficientes inventarios y los productos de la canasta básica.
Empleos y pandemia
La falta de empleo es grave, pero el exceso de empleo también a pesar de que algunos ven el lado positivo y argumentan que ha forzado a muchas empresas a subir los salarios que pagan para captar mano de obra. Otros lo ven como un anzuelo temporal y no como un beneficio permanente, porque no muchas compañías pueden duplicar sus gastos salariales, después de un 2020 crítico para sus finanzas con la excepción de las grandes compañías de tecnología y minoristas por internet.
La amenaza de la variante delta de COVID-19 amenaza con más afectaciones a los negocios cuando la mayoría comenzaba a levantarse en sectores seriamente dañados como el turismo, los vuelos e incluso la industria de cruceros que apenas negociaba su reinicio en EEUU.
El gobernador de Florida, Ron Desantis, y el de Texas, Greg Abbott, declararon que no habrá más cierres ni regreso a las restricciones en estos estados como ocurrió en el 2020. Ambos afirman que “el virus continúa y que tendremos que aprender a vivir con él, otro cierre general sería devastador”. Habría que ver cuántos jefes estatales se suman a esta postura o deciden hacer lo contrario.
Fuente Diario de las Américas