
Un detallado documento de 53 páginas busca destrabar la problemática de la carne vacuna en la Argentina, pero no brinda precisiones en aspectos centrales como las exportaciones, mientras se mantiene el cepo a las ventas externas del producto: en un 50% respecto del ritmo comercial alcanzado el año pasado.
Así, el Plan Ganadero que el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, presentó al Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), expone una pormenorizada lista de intenciones, en muchos casos interesantes, pero los incentivos de fondo resultan todavía confusos, en especial sobre los parámetros de comercialización concreta tanto en el mercado externo como interno.
Aunque el plan lleva la rúbrica también del ministerio de Agricultura, Kulfas se lo entregó a José Martins y Gustavo Idígoras (dos de los representantes del nucleamiento de 64 entidades agroindustriales), este jueves, acompañado del jefe de Gabinete del Ministerio de Desarrollo Productivo, Alejandro Sehtman. En el CAA recibieron la propuesta y reconocieron que contiene diversos aspectos planteados en reuniones sobre el tema, pero dijeron que lo evaluarán en profundidad en el marco de la Mesa de las Carnes.
Vale tener en cuenta que Confederaciones Rurales Argentina (CRA), una de las entidades de la Mesa de Enlace, decidió retirarse de las reuniones promovidas por el Gobierno sobre el Plan Ganadero hasta tanto no se reabran las exportaciones.
Y Carlos Achetoni, presidente de Federación Agraria, declaró este sábado ante TN.com.ar que “la liberación del cupo para exportar a Israel no despeja la insatisfacción de los productores, porque las 3.500 toneladas por mes de carne kosher autorizadas siguen siendo muy pocas toneladas en relación a la capacidad exportadora argentina del producto”.
El propio borrador oficial entregado por Kulfas expone que China es el primer mercado para las exportaciones de carne vacuna argentina, pero no consigna que, pese a las promesas de flexibilización del cepo hacia ese destino, a la potencia oriental todavía está permitido embarcar sólo el 50% del volumen registrado el año pasado.
La inquietud central, entonces, es que la cadena productiva de ganados y carnes había logrado cuadruplicar sus exportaciones en los últimos 5 años, sin desabastecer el mercado interno, pero quedó envuelta en la incertidumbre desde que en mayo se establecieron restricciones en la comercialización.
Con todo, en el documento se reconoce la influencia del contexto macroeconómico sobre la producción, lo cual modifica la percepción respecto de las acusaciones a la cadena de ganados y carnes con las cuales en los últimos meses se justificaron las intervenciones en este sector. Puntualmente, en el punto donde se describe la producción local, se afirma que “sucesivas crisis económicas, el corrimiento de la frontera agrícola, cambios en preferencias de los consumidores e ineficiencias en la comercialización de la producción son algunos de los factores que han llevado a la caída de las existencias bovinas y a una baja productividad del rodeo de cría en Argentina”.
Así se evalúa que “debido a estas circunstancias”, la producción ganadera “se ha modificado a lo largo del tiempo, favoreciendo la faena de animales cada vez más livianos, la reducción de los tiempos de engorde y una mayor rotación de los ciclos ganaderos en detrimento de la producción de animales pesados que usualmente se destinan al abastecimiento de los mercados externos”.
Ese párrafo expone el eje de la situación: la ganadería, como otras actividades económicas, se desarrolla según el contexto. Y en ese sentido, la restricción de exportaciones actúa como un gran condicionante. Más elocuente aún es cuando se describe que “luego del cierre de las exportaciones de 2006, el ratio de exportaciones sobre producción pasó del 24% al 7%. La producción se contrajo significativamente en 2010, implicando con ello una fuerte suba de precios que deprimió el consumo local”. Eso es lo que han advertido los productores, asesores técnicos y los dirigentes agropecuarios desde que se instauró el cepo. Hasta ahora, las medidas oficiales actúan en el mismo sentido, y llevarían a la misma situación.
También es destacable la ponderación del consumo de carne vacuna en nuestro país, como el más altos del mundo por habitante. Porque si bien Estados Unidos suma más entre todas las carnes, 120 kilos contra 113 de Argentina, en cuanto a cortes bovinos un norteamericano come, en promedio, 37,2 kilos por año y cada argentino 50,2. En Uruguay se consumen 85 kilos de carne por habitante y el 53% de origen vacuno, da en ese rubro un promedio de 45 kilos.
Australia y Brasil completan las principales posiciones en el ranking de principales consumidores de carne vacuna. El principal país de Oceanía alcanzó los 105 kilos (24% fue vacuna) y el líder sudamericano consume 95 kilos per cápita por año (33% corresponde a bovina).
Fuente Clarin