Por Fabián Calle
Para los relativamente pocos que seguimos los pormenores de los temas internacionales y de la política exterior Argentina, estas últimas semanas han tenido dos cuestiones excluyentes.
La primera de gran repercusión global, tal es él caso del retiro final de los últimos 2500 efectivos militares americanos de Kabul asi como el caótico intento de decenas de miles de afganos de escapar del país. La otra, de escala más local o mejor dicho regional tal como es la decisión de Chile de demarcar la divisoria entre los dos países en Hielos Continentales y la proyección marítima del país trasandino hacia el Atlántico al sur al sur del punto F establecido por la mediación Papal de 1984. Comencemos por el primero.
Tomando en cuenta el ADN de sectores ideologizados del kirchnerismo, sea sinceramente o como parte de una actuación para la tribuna de minorías intensas, las imágenes del aeropuerto de Kabul, dan y darán por un buen tiempo latiguillos y clichés sobre las debilidades estructurales y decadencia del poder americano. Asi como de la conveniencia de apostar a ganador o sea China y en menor medida Rusia.
Ese relato no debe ser tomado como algo intrascendentes y fugaz, dado que el tema compra de vacunas por parte del gobierno nacional puso sobre la mesa una lógica que marginó hasta muy recientemente la compra de dosis estadounidense. Apostando fuertemente, incluyendo discursos con tono emocionado y supuestamente geopolítico del poder real dentro de la actual coalición gobernante o la Vicepresidente el 24 de marzo pasado.
Allí Beijing y Moscú eran mostrados como los socios y aliados de la Argentina, en tanto que a los EEUU se le reservaba el lugar de un ameno espacio de diversión gracias a los parques de Walt Disney. Luego los problemas y retrasos y la falta total de vacunas para millones de argentinos con menos de 18 años y al menos 900 mil jóvenes con enfermedades riesgosas frente al avance del Covid 19, motivaron la recepción de millones dosis donadas por Washington y avances en las negociaciones con Pfizer.
Las elecciones 2021 y los mas de 100 mil muertos, hicieron que se debiesen arriar esas banderas. La historia, la medicina y las estadísticas, nos dirán cuantas personas murieron innecesariamente. Por esas paradojas de confundir relato con realidad, les paso quizás inadvertido al gobierno y sus núcleos de poder por fuera de la Casa Rosada, que la admirada China procedía a firmar un acuerdo con Pfizer para producir mil millones de dosis en plantas de la potencia asiática.
Paradoja tragicómica, o simplemente trágica, de un país subdesarrollados y vulnerable que desarrolló políticas mas ásperas y distantes de los EEUU y sus grandes laboratorios, que la misma potencia que se propone desplazaría de su posición hegemónica en los próximos 30 años. Lo visto por televisión y redes sociales en Kabul, generó una corriente de opinión en los sectores anti EEUU en Argentina que buscó emparentarla con Saigón 1975. El mensaje subliminal y no tan subliminal, era claro.
Asistíamos a un segundo Vietnam y por ende a golpe duro y claro al poder americano en su descenso de poder de influencias. Desde ya, en 1975 la foto del helicóptero en la terraza de la de la embajada americana en Vietnam del Sur, era un árbol que tapaba el bosque o lo verdaderamente relevante que estaba ocurriendo. Nos referimos al fuerte acercamiento geopolítico entre el Washington de Nixon y Kennedy con el Beijing del ya anciano Mao a partir de 1972. Asi como la decisión, ese mismo año, de Vietnam del Norte, de pedir la firma de un acuerdo de paz después de meses de los más devastadores bombardeos aéreos que conoció la humanidad. Llevados a cabo por casi dos centenas de aviones B 52 de la Fuerza Aerea de los EEUU. La concreción cese al fuego, firmado en Paris, derivó en la aceleración de la masiva retirada de fuerzas terrestres americanas de Vietnam.
La crisis de Wategate y la renuncia de Nixon, convenció a Vietnam del Norte de llevar a cabo un asalto militar masivo contra el Sur, sabiendo que la débil Casa Blanca de G. Ford no tenia la mas mínima intención de intervenir para impedirlo. Sólo cuatro años después, en 1979, los regímenes comunistas de la Vietnam unificada y la China pos Mao, chocaban en una guerra fronteriza. En el caso de Afganistán, la planificación militar americana pos ataques terroristas del 11.9.2001 jamás recomendó una guerra de dos décadas. El consejo fue algo breve y contundente, de poco mas o poco menos de un año de duración.
Los pasos a cumplir destruir la infraestructura de Al Qaeda, matar la mayor cantidad posible de sus lideres y combatiente, debilitar al extremo al régimen del Talibán, desplazarlo del poder y reforzar con armas, asistencia económica y de inteligencia los clanes y milicias anti talibanes en ese territorio. Para fines del 2002, todo eso estaba logrado. Los 19 años restantes, no responden a un interés estratégico militar de los EEUU sino a las delirantes ideas neoconservadoras que allá por el 2002 y años posteriores, proponían construir Estados estables y democracias en ese desolado territorio y luego en Irak.
Sera Trump en 2020 que pondrá las cartas sobre la mesa para afirmar lo que todo el mundo sabia desde hace casi dos décadas. Washington no tiene ningún interés clave ahí y que los chinos, rusos, iraníes y turcos se empujaran entre si para saber quien influiría más. En las ultimas semanas, se han publicado impactantes cifras y estadísticas sobre los EEUU en Afganistán. Una de ellas, el haber invertido en la guerra y asistencia, poco mas de 2 trillones de dólares. En otras palabras, mas de 4 Argentina y casi un Brasil. No obstante, si dividimos esa cifra en 20 años, nos da poco mas de 100 millones de dólares, una cifra importante pero relativamente modesta para los números de la economía americana.
En lo que respecta a bajas en combate, sumaron 2600 soldados americanos fallecidos. Un promedio de 130 por año. En cuanto a muertos en las filas de los talibanes, las estadísticas internacionales estiman de 41 a 50 mil milicianos abatidos. Por ultimo, pero no menos importante, es el claro y ortodoxo respeto al cese al fuego por parte de los talibanes contra afectivos americanos desde los acuerdos con la administración Trump a comienzos del 2020. Lo cual se siguió dando durante las semanas pasadas en el aeropuerto de Kabul. El propio Jefe de la CIA mantuvo hace pocos días reuniones en la capital afgana con los mandos políticos y militares del Talibán. Nadie en su sano juicio podría poner en duda en impacto simbólico que tuvo y tendría por un buen tiempo, el caos en el aeropuerto de Kabul en la imagen y respeto de los EEUU en el mundo.
Las razones de esos desbordes, se pueden buscar quizás en el excesivo empoderamiento que la administración Biden le dio a agencias civiles como el Departamento de Estado y el Consejo Nacional de Seguridad en detrimento de la metódica y puntillosa planificación que seguramente puso sobre la mesa el Pentágono y el Estado Mayor Conjunto de las FFAA. Llegado a éste punto, trasladémonos a la zona patagónica y al Atlántico Sur.
Allí se sucedieron hechos político diplomáticos de gran relevancia y que acompañaran la relación con Chile en los años o décadas por venir. Para un eventual observador desapasionado y metódico de la relación bilateral, era evidente que se venían acumulando factores que podían mas temprano que tarde derivar en lo que sucedió y lo que sucederá. Veamos, por lado una Argentina que sorpresivamente logro durante casi 20 años mantener una política de estado referida a los estudios para la extensión de la plataforma continental y su presentación en el ámbito de las Naciones Unidas. Por el otro, un Chile que avanzó a paso muy lento en el mismo sentido. A ello podemos sumar la tendencia kirchnerista de hacer nacionalismo retórico sin respaldo de capacidades militares, económicas ni de alianzas internacionales. La combinación de retorica épica y papeles con respaldos legales, no es una formula de éxito en la dura y cruda política internacional. La cual no suele premiar con buenos resultados los nacionalismos en taparrabos estratégicos.
Todo condimentado por una muy publicitada ley en el Congreso argentino, donde se ratificaba y resaltaba lo ya presentado y aprobado en el ámbito correspondiente en las Naciones Unidas. Sin olvidar la presencia de un dirigente político chileno, fuerte criticó del actual mandatario trasandino y de la centroderecha en ese país, que desempeña el rol de asesor de la presidencia argentina. Del otro lado de la frontera, desde Octubre 2019 el gobierno chileno se vio jaqueado por protestas violentas, en donde se combinaron insatisfacciones de las crecientes capas medias chilenas, pandillas del narcotráfico y agitadores políticos con el respaldo quizás no solo retórico del eje castrista.
En esas violentas semanas del 201, las FFAA fueron llamadas a poner orden. Las mismas reclamaron claras directivas y respaldo político y legal a sus acciones. Finalmente la Casa de la Moneda, resolvió no avanzar en este sentido. Las poderosas FFAA chilenas tienen lógicos temores e incertidumbres del impacto presupuestario, en sus carreras profesionales, en las alianzas internacionales y en la revisión del pasado sobre personal retirado, que se podría producir en un eventual gobierno de izquierda en Chile.
Asi como, el impacto que tendrá sobre las tres ramas del poder militar chileno y la fuerza de Carabineros la caótica y voluntarista Convención Constituyente que está en pleno desarrollo en estos dias. Por si faltara material inflamable en este escenario, se da un creciente activismo y osadía en los ataques de grupos guerrilleros y terroristas que se refugian bajo supuestos reclamos de los pueblos originarios. Si bien muchos de sus miembros y aliados en la Patagonia Argentina, lucen rasgos y apellidos netamente europeos. Con una ensalada intelectual que busca combinar marxismo leninismo, bolivarianismo, indigenismo, feminismo y anarquismo, etc. Mejor que no lean la opinión de Marx y Engels sobre el tema de los pueblos indígenas, asi como las duras palabras de ambos contra Bolívar. No había que ser Kissinger para poder anticipar que algo pasaria y finalmente pasó.
El Presidente chileno se puede mostrar firme y seguro en un tema caro al nacionalismo chileno como son los limites en la Patagonia y mares del sur. Con sólido respaldo de todos los sectores políticos y de los militares. No es poco para alguien que viene luchando para sobrevivir y concluir su mandato. Las líneas trazadas por Chile en la zona de Hielos Continentales y las aguas al sur del punto F, están para quedarse. La Argentina en el corto, mediano y largo plazo deberá priorizar consenso internos en esta materia, un fluido y realista dialogo permanente con el país trasandino, no contaminar otras áreas como comercio, inversiones, turismo, infraestructura, etc, con estos dos nuevos diferendos limítrofes.
El poder político debe abstenerse de hablar sin la prudencia y inteligencia que requiere estos temas y mucho menos aun usarlo para juguitos para la tribuna. Si la retirada del ultimo pequeño contingente de fuerzas americanas en Kabul marca el fin de una innecesaria larga presencia americana, el trazado chileno pone blanco sobre negro lo desnudo y desfasado que quedó el relato nacionalista épico del que fue tan afín el kirchnerismo. Lo paradójicamente no impidió su buena recepción para una base del ejercito chino en Neuquén. Los nacionalismo desdentados tienen su apogeo hasta que otro nacionalismo dentado, decide mostrarle la cruda realidad.

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