Más allá de que las series españolas tienen un lugar de gran aceptación, en especial en Netflix con “La casa de papel”, “El tiempo entre costuras”, “Merlí, “Las chicas del cable”, “Vivir sin permiso”, “Elite” y otras, “El tiempo que te doy” pone su énfasis en el concepto. Creada por Pablo Santidrián, Pablo Fernández e Inés Pintor, cuenta la historia de amor entre una camarera que luego se transforma en enfermera y un profesor de buceo. Resulta inevitable asociar su historia a otra vista recientemente como la magnífica “Escenas de un matrimonio” en HBO Max, con cinco momentos en la vida de una pareja que atraviesa el proceso de divorcio contada en cinco capítulos. En esta también hay una estructura narrativa que apunta a una unidad: cada uno de sus episodios muestra una hora en tiempo real en el devenir del matrimonio que componen Jessica Chastain y Oscar Issac. Otro rasgo que contribuye a esa unidad está en que todos los capítulos muestran un minuto o dos de backstage en el set de filmación, con el equipo usando barbijos y la claqueta que habilita la primera toma. Así, cada vez que se vea la serie se recordará que fue realizada en pandemia.
Lo sutil e inteligente de sus diálogos y puesta en escena, muy ligada a lo teatral, no tiene parangón con la española. Pero ya se señaló que el mérito de “El tiempo que te doy” es la idea y originalidad de su concepto, lo que no la salva de clichés. El creador de “Escenas de un matrimonio”, Hagai Levi, es el mismo que hizo “The affair”, también centrada no en uno sino en dos matrimonios, con una estructura narrativa peculiar que sobresalió en ocasión de su estreno y brilló en sus primeras temporadas. Los capítulos están divididos en dos partes correspondientes a los dos personajes principales encarnados por Dominic West y Ruth Wilson, y en cada fragmento se cuenta la misma situación desde el punto de vista de uno y de otro.
El espectador percibe así la subjetividad de cada personaje, haciendo que el relato de Noah y el de Alison sobre una misma realidad sean diametralmente opuestos. Interesan en torno a las cuestiones centrales de la trama pero en especial a elementos aparentemente secundarios como la vestimenta que cada uno de ellos llevaba. Allí se apunta a una experiencia lúdica para el espectador. Por caso, lo que Noah recuerda que Alison vestía la noche en que se enamoró de ella era mucho más provocativo de lo que ella efectivamente vestía. La experiencia subjetiva de cada personaje como ancla a la tergiversación de la realidad cuando se transforma en recuerdo.
Todas estas series sobre historias de parejas contemporáneas seguramente tengan algún punto de inspiración en la trilogía de Richard Linklater y esa pareja inolvidable compuesta por Ethan Hawke y Julie Delpy, que caminaban Paris y otras ciudades a los 20, a los 30 y a los 40. Y como se sabe, “Escenas de un matrimonio” está directamente inspirada en las “Escenas de la vida conyugal” de Bergman, al que se añaden estos novedosos elementos formales y de concepto que hoy mandan.