Por Oscar Pinco -Especial Total News Agency-TNA-
Desde que comenzó la pandemia por el COVID se han infectado 326 millones de personas en todo el mundo, de los cuales unos 5 millones 400 mil seres humanos -casi el 6%- han fallecido.
Vino la tercera ola de la variante Omicron, y si bien es más contagiosa, no es tan letal. Además las estadísticas marcan que tanto con esta variante como con la Delta, el 90% de los ocupantes de las plazas de Terapia Intensiva son ocupadas por los contagiados que no han querido vacunarse.
La comunidad científica internacional y los grandes laboratorios tuvieron que esforzarse para sacar sus distintas vacunas en tiempo record, y obviamente que hay cosas por perfeccionar aun, pero lograron su cometido, que es bajar la tasa de mortalidad.
Existen los movimientos “anti vacuna” en los que se ha enrolado el Tenista N° 1 del mundo, pero es erróneo aquello que cada uno tiene la libertad de elegir, ya que si bien eso es cierto, no lo es cundo pone en peligro la integridad física del resto de la sociedad. En ese sentido, el filósofo Jean-Paul Sartre decía: “Mi libertad se termina dónde empieza la de los demás”. Del mismo modo, en el plano legal los derechos de una persona terminan donde empiezan los de otra y viceversa. Una persona puede en su casa emborracharse y no le va a hacer bien a su salud, pero será su decisión. Ahora, si decide en ese estado de ebriedad conducir un vehículo, está probado que con más de 0,5 grados de alcohol en sangre pierde sus reflejos y puede causar graves accidentes automovilísticos, por lo tanto si un conductor ebrio atropella a un
peatón o embiste a otro auto y a su ocupante le causa la muerte, le pueden aplicar una condena por homicidio simple con dolo eventual. En la misma línea está el caso de alguien que quiere ingerir drogas, que puede provocarle daños a un tercero.
Nadie está libre de contagiarse y contagiarnos, pero si esa persona no está vacunada su carga viral es mucho más peligrosa, y si así ocurriera estaríamos ante la presencia legal de un “dolo eventual” (la tipificación ‘doloso’ alude a una persona que sabiendo lo que hacía y pudiendo evitarlo, continuó con su acción).
Un deportista que está en lo más alto en la elite mundial es reconocido fundamentalmente por su actividad, pero luego su influencia se potencia por lo que desarrolla afuera de la cancha de tenis, y por eso las empresas lo sponsorean. Con este tipo de acciones irresponsables de Djokovic, además de cometer un hecho cercano a lo ilícito, entonces ejerce una influencia negativa, y por eso si Peugeot lo banca y la marca francesa se asocia a un imbecil que está levantando las banderas de la muerte, a la hora de decidir comprar un auto voy a elegir mejor un vehículo de la competencia. Y lo mismo va a suceder con Lacoste y con las raquetas Head.
Aplaudo la decisión de Australia: ¡Si querés hacerte la “oveja negra” atenete a las consecuencias Nole! ¡Go home!