
Pasamos gran parte de nuestra vida ahorrando, pero ¿qué pasa si sucede un imprevisto y no podemos seguir generando esos ingresos? Cuando esto ocurre, muchas personas se ven obligadas a recurrir a los ahorros de su vida, que pueden ser insuficientes para cubrir las necesidades de la familia. Esto si cuentan con ellos, porque según la última’Encuesta de competencias financieras’ del Banco de España el 40% de los españoles no ahorra. De cara a hacer frente a estas posibles situaciones, son muchos los que optan por contratar un seguro de vida, que cubre el fallecimiento, o un seguro de vida con el complemento de incapacidad, que cubre el fallecimiento y la incapacidad permanente absoluta.
De hecho, cada vez se contrata a edades más tempranas: más de un 40% de los jóvenes españoles de 20 a 35 años (incluso más jóvenes) tiene algún seguro, según esta misma encuesta. Pero, dando un paso más allá, “con la pandemia, muchos de nuestros clientes se han replanteado sus objetivos vitales. Ahora no solo se preocupan de asegurar su futuro económico o de disfrutar de una vida bien vivida, sino también de cómo dejarán a su familia si fallecen o tienen una incapacidad”, afirma Jaime Aguilar, socio de asesoramiento patrimonial de Abante.
Para el experto, tomar esta decisión sin haber abarcado antes los distintos escenarios posibles puede tener consecuencias negativas. “La aseguradora no conoce mi situación personal, mis objetivos vitales, ni los de mi familia. Esto puede implicar, que el seguro que tengo contratado no se ajuste a mis necesidades, es decir, que esté pagando una prima muy económica con una cobertura inferior a la necesaria o viceversa”, reflexiona.
Así, antes de tomar una decisión, el experto recomiendo hacer un plan de futuro completo, es decir, definir nuestro proyecto biográfico estableciendo nuestros objetivos vitales y en segundo lugar pensar cómo podemos proteger nuestro proyecto biográfico a través de un plan de previsión y un plan sucesorio. El primero ayuda a cuantificar cómo podemos proteger a nuestros seres queridos tras un fallecimiento o una incapacidad. El segundo ayuda a dejar organizado el patrimonio cuando fallezca, a través del testamento. “Se trata de construir ese plan de futuro integral, más allá del mero análisis financiero de ingresos y gastos de la unidad familiar”, prosigue.
Qué cantidad aseguramos y cuánto pagaremos
Pongamos un ejemplo práctico. Pedro y Carmen son un matrimonio de 46 y 42 años respectivamente. Tienen dos hijos, Carlos de 12 años y Noa, de nueve. Pedro tiene unos ingresos brutos anuales de 70.000 euros y Carmen de 45.000 euros. Los gastos mensuales de la familia son de 6.000 euros. Además, poseen un patrimonio financiero de 150.000 euros, que tienen invertidos. ¿Qué sucede si Pedro, que es la persona con más ingresos de la familia, sufre una incapacidad absoluta permanente o fallece?
Pedro deja de recibir su salario y cobraría una pensión de incapacidad (que es inferior). Además, los gastos se incrementan (por la incapacidad puede necesitar ayuda, adaptar alguna zona de la vivienda…). “En este caso, lo que hay que hacer es un plan de previsión, pensar en el posible escenario en el que se reducen los ingresos de la unidad familiar y cuantificar las necesidades que tendrá la familia para poder cubrirlas a través de un seguro”, explica Aguilar.
Para que la familia mantenga su nivel de vida, Carmen necesitaría recibir del seguro de vida de Pedro cierta cantidad que tendría que servirle en el largo plazo, desde los 42 años hasta los 100 años, casi seis décadas, con lo que necesitaría cobrar un mínimo de 450.000 euros (calculados teniendo en cuenta la inflación). ¿Qué sucedería en el caso de que Pedro falleciera hoy? Sus ingresos desaparecerían, pero los gastos familiares solo se reducirían un 20% porque hay algunos fijos como el colegio de los niños, la casa, etc. que no varían. La mujer tendría derecho a la pensión de viudedad y los niños a la de orfandad hasta los 25 años. El nivel de vida de la familia y el plan de ahorro se verían afectados. Para que esto no suceda, Carmen necesitaría recibir del seguro de Pedro un mínimo de 450.000 euros.
Yendo al coste de los seguros descritos anteriormente, si Pedro quisiera contratar un seguro que le cubriese 550.000 euros con las prestaciones de fallecimiento e incapacidad absoluta permanente, tendría que pagar unos 2.000 euros al año. “Con estos escenarios posibles, cuando Pedro y Carmen vengan a vernos, analizaremos qué cantidad asegurar. Así es como funciona este servicio por el que cada vez se interesan más nuestros clientes, incluso los más jóvenes. Yo mismo, con 40 años, empecé a diseñar mi plan de previsión tras el confinamiento porque tengo tres hijos”, concluye el socio de asesoramiento patrimonial de Abante.
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Fuente El Confidencial