
El primer disco solista de Roger Eno para el centenario sello Deutsche Grammophon es un notable desafío a las categorías musicales de los estilos ambient, new age o electrónica. Este sorprendente ejemplo de cómo llevar el minimalismo a su máxima potencia podría ser entendido como una dinámica variante de música clásica heredera de compositores avant garde del siglo pasado, como Erik Satie o Federico Mompou. El hermano menor del más célebre Brian Eno -con quien viene colaborando hace décadas, incluyendo la reciente colaboración para el mismo sello, “Mixing Colours”. Más ortodoxo en sus estudios que el ex Roxy Music Brian, aquí Roger plantea todo, desde el piano al que tema por tema se van agregando extraños ecos, toques de sintetizadores –con grandes aportes de Christian Badzura, experto en intervenciones electrónicas de Bach, Rameau y Debussy- y arreglos orquestales gentileza de las cuerdas de la Scoring Berlin. Roger Eno planteó en cada track la banda sonora de algunas fotos mentales que le quedaron grabadas estos últimos tiempos, imágenes pacificas pero al mismo tiempo dueñas de un carácter dramático superador del típico “ambient”.