Daniela Pantano: Mi obra anterior fue mi idea pero fui guiando a quien la escribió, no me animaba. Contaba la vida de Marilyn Monroe y su relación con Arthur Miller. En este caso pasaron muchas cosas durante la escritura, quedé embarazada, murió mi papá, me costó retomarla y cuando empezamos a ensayar era el momento para contarla, pospandemia.
P.: La obra tiene un paralelo con lo que usted pasó en la vida real.
D.P.: Sí, yo escribí que el personaje estaba con contracciones y cuando me pasó después en mi embarazo eso ya estaba escrito. Del mismo modo, la empecé a escribir con papá internado y aunque los médicos decían que iba a salir, después murió. Todo eso también aparece en la obra. Habla de la vida que termina y de otra que comienza.
P.: ¿Por qué quiso abordar el vínculo padre-hija?
D.P.: Siento que no está tan explorado como el de madre e hija. Con él tuve una relación complicada, era adicto, y entonces se muestra el proceso de perdonar, de comprender. Yo nunca me enojé y entendí que hizo lo que pudo. Fue una vida movida de ir y venir por hospitales e instituciones. Pero la cuestión de las adicciones la sacamos de la obra, no sumaba.
P.: ¿Qué otras cosas cambiaron?
D.P.: Si uno escucha la historia parece un dramón pero es divertida, y eso tiene que ver con el tono que buscó Dennis, la quiso entrañable y con un vínculo de complicidad. Ellos se odian, se quieren, y no cuenta la muerte de un padre o mi reacción frente a eso, cuenta más. Uno sufre pero aparecen situaciones tragicómicas. Otro recurso para contar tanto llamado telefónico que había en el guión fue el ukelele, que genera un lindo dispositivo. En definitiva, mi padre y yo en la obra somos espejo.
P.: Cuando se puso a escribir tenía una intención, ¿se transformó durante el proceso?
D.P.: Sí, quería hacer un monólogo, pero apareció la necesidad de que apareciera la figura del padre. Mi idea era estar sola en el escenario pero como el personaje del padre tenía mucho recorrido lo agregué. Uno escribe con una idea en la cabeza pero a veces no se puede, se necesita más. Empecé a escribir con anécdotas , recuerdo que al principio lloraba cuando la leía, y después hice el ejercicio de distanciarme de lo que estaba contando. Hay bastante ficción pero hay cosas puntuales exactamente en la manera que se las dije a mi papá. Y me viene su imagen en ese momento.
P.: ¿Qué otros temas toca la obra?
D.P.: La conciencia de cómo los padres marcan, de cómo uno queda atado, pero ahora que soy madre pienso que hago lo mejor que puedo e intento modificar y ser dueña de mi vida. Creo que esos vínculos nos marcan y que uno es a partir de eso. La clave es hacer algo distinto para avanzar sin repetir.
P.: ¿Cómo ve las artes escénicas hoy?
D.P.: Veo fuerte el circuito independiente y siento que el comercial está en un momento especial, por eso los standaperos e influencers llenan y se tiende a no pensar demasiado. Claro que también hay algunas obras interesantes, y mucho público y entradas agotadas para el oficial. El independiente mueve al público teatrero que necesita ver otros materiales. Estoy en “Valeria Radioactiva” que sigue llenando hace cuatro años y con gente que no conocemos, no hay nadie afuera esperándonos, es público genuino, no amigos. La gente de teatro está yendo más al independiente que al comercial.