
Pero volviendo en el tiempo, a finales de los noventa y principio del 2000, pensar en Sam Raimi como la mente creativa detrás de una película récord, basada en un personaje de una historieta, era algo un tanto extraño.
Había poca expectativa sobre una película de “Spider-Man”. Un ejército de abogados tuvo que pasar la mayor parte de la década de 1990 luchando por los derechos cinematográficos del personaje, pero tampoco era exactamente un producto de moda.
Ningún héroe de Marvel Comics se había abierto paso en los largometrajes y por el lado de DC Comics las películas de “Superman” se habían apagado hacía mucho tiempo en la década de 1980., y la desastrosa “Batman & Robin” de 1997 puso al héroe de gótica en suspenso por ocho años. A fines de la década de 1990, era terriblemente difícil encontrar un estudio que tomara en serio la idea de las películas de superhéroes.
El éxito de “Blade” de 1998 en New Line Cinema al menos ayudó a establecer la idea de que un personaje de Marvel podría llevar una película al éxito, además Fox estaba trabajando en una película de “X-Men” en gran parte debido al éxito de la serie animada de los mutantes.
Spider-Man, sin embargo, seguía siendo la joya más preciada de Marvel y, finalmente, en 1998, Sony Pictures, presidida por John Calley, compró los derechos de la película por solo u$s7 millones, con la casa editorial reteniendo el 5% de las ganancias y el 50% de la comercialización.
En una entrevista reciente brindada al portal Variety fue el propio Raimi el que confesó que pensó que jamás lo elegirían como director del filme.
“Mi agente, Josh Donen, dijo: ‘Quieren ser honestos contigo. Hay alrededor de 18 directores que tienen en lista’. Y dije: ‘Está bien, bueno, diles que soy el número 19′”, reveló Raimi.
James Cameron había intentado ponerse detrás de las cámaras con Leonardo DiCaprio como protagonista, pero finalmente el proyecto no prospero. Luego, Sony comenzó a reunirse con directores potenciales y no encontró gran interés: los informes de prensa incluyeron a David Fincher y Chris Columbus entre los candidatos. A pesar de una sólida trayectoria como cineasta de género, como se dijo Raimi no estaba entre ellos.
Sin embargo, llegó el momento de las entrevistas en las que los altos cargos de Sony hablaban con los directores interesados en el proyecto, para determinar cuál de ellos era el más indicado para poder dirigir la primera “Spider-Man”. Raimi consiguió una reunión, se encontró en una sala que incluía al director ejecutivo de Sony Pictures, Calley, la presidenta de Columbia Pictures, Amy Pascal, el director de Marvel Studios, Avi Arad, el ejecutivo de cine de Sony, Matt Tolmach, y la productora de la película, Laura Ziskin.
Para romper el hielo, Sam Raimi habló sobre por qué ama tanto a Spider-Man. Habló sobre la pintura del aracnido que colgaba en la pared de su dormitorio de la infancia. Habló sobre cómo el alter ego de Spidey, Peter Parker, representó la primera vez que un niño nerd (como él mismo se definía) podía verse como un superhéroe y no como un compañero tonto. Habló sobre cómo el cocreador de Spider-Man, Stan Lee, dio vida a un personaje cuyas debilidades y fracasos eran tan importantes, si no más, que sus asombrosos poderes y sus hazañas de valentía que desafían a la muerte.
Al cabo de una hora de reunión Raimi hizo silencio y se marchó causando sorpresa en los presente, al parecer alguien le había dicho que la reunión debía durar 60 minutos. El director de “Evil Dead” se marchó convencido de que no obtendría el trabajo, pero satisfecho por haber podido presentar su idea. Para su sorpresa resultó ser el elegido, y el resto fue historia, una bien conocida y que por estos días esta festejando su 20 aniversario.