En una declaración ante el Parlamento, la ministra de Relaciones Exteriores, Liz Truss, explicó la legislación prevista para facilitar la circulación de mercancías, aplicar el régimen fiscal británico en Irlanda del Norte y dar más voz a Londres sobre las leyes que rigen la provincia.
Según dijo, la legislación no infringirá el derecho internacional y no será introducida de manera inmediata, subrayando el deseo del gobierno británico de proseguir las conversaciones con Bruselas en paralelo para intentar encontrar una solución negociada.
No obstante, a pesar de las advertencias de la Unión Europea sobre la adopción de medidas unilaterales, la nueva ley modificaría partes del llamado Protocolo de Irlanda del Norte, que creó una frontera aduanera de facto en el mar entre la provincia y el resto de Reino Unido.
“Anuncio nuestra intención de introducir legislación en las próximas semanas para hacer cambios en el protocolo”, dijo Truss en el Parlamento ante los abucheos de la oposición. “Nuestra preferencia sigue siendo una solución negociada con la UE y, paralelamente a la introducción de la legislación, seguimos abiertos a nuevas conversaciones”.
La iniciativa de esbozar la legislación, que prevé un “canal verde” para aquellas mercancías que sólo se desplacen de Reino Unido a Irlanda del Norte y no más allá, fue aprobada por el equipo de ministros más importantes del gabinete de Johnson.
Desde el inicio de la negociación del Brexit en 2017, esa región británica de convulso pasado, histórica y culturalmente muy unida a la vecina República de Irlanda -país miembro de la UE- siempre fue el mayor escollo a superar.
Y pese a que el Reino Unido salió oficialmente del bloque en febrero de 2020 y completamente en enero de 2021, el protocolo vuelve ahora a provocar tensiones, no solo entre Londres y Bruselas, sino también con las instituciones autónomas regionales de Irlanda del Norte.
El acuerdo de paz del Viernes Santo de 1988, que puso fin a tres décadas de sangriento conflicto entre unionistas protestantes y republicanos católicos, impuso que ambas partes compartan el poder en el ejecutivo regional de esta nación británica de 1,9 millones de habitantes.
Sin embargo, 12 días después de la histórica victoria del partido republicano Sinn Fein -exbrazo político del grupo armado IRA y partidario de la reunificación de Irlanda- en las legislativas regionales, el partido unionista DUP bloquea el parlamento autónomo y se niega a formar gobierno hasta que Londres no modifique el protocolo.
Para evitar el retorno de una frontera física con la República de Irlanda, inaceptable para los republicanos y que podría poner en peligro la frágil paz, el protocolo impone controles aduaneros a los productos que llegan a la región procedentes del resto del Reino Unido.
Los unionistas denuncian que esto amenaza su lugar en el país.
Reino Unido, que lleva meses reclamando a la Unión Europea una renegociación en profundidad del texto, afirma que “nunca ha sugerido desecharlo” sino “reformarlo”.
“La cuestión es cómo hacerlo”, lanzó el primer ministro británico Boris Johnson tras reunirse el lunes en Belfast con los representantes de los cinco partidos regionales para intentar desbloquear la situación.
“Nos gustaría hacerlo de forma consensuada con nuestros amigos y socios, allanando los problemas”, dijo en referencia a la UE, “pero para conseguirlo, para tener una garantía, tenemos que proceder también con una solución legislativa al mismo tiempo”, subrayó.
“Siempre hemos tratado de abordar este asunto con calma. Es una opinión que comparten tanto el primer ministro como la ministra de Exteriores” y “la tendremos en cuenta cuando establezcamos los próximos pasos”, precisó el portavoz de Downing Street sobre la intervención de Truss en la Cámara de los Comunes.
La Unión Europea, que está dispuesta a realizar “ajustes” al protocolo pero no a renegociarlo, subraya que este fue negociado y firmado por ambas partes y que dejar de aplicarlo unilateralmente no solo sería una “inaceptable” ruptura de la confianza mutua sino una violación del derecho internacional.
Y los unionistas del DUP, aparentemente poco convencidos, seguían afirmando el lunes que no permitirán que la líder del Sin Feinn en Irlanda del Norte, Michelle O’Neill, se convierta en primera ministra regional hasta que Londres pase de las palabras a los actos, aprobando la modificación legislativa, algo que podría tardar meses.
Por su parte, Estados Unidos, que fue garante del acuerdo del Viernes Santo, ha expresado su alarma ante las sugerencias de que el Reino Unido podría suprimir unilateralemente la aplicación del texto concebido para garantizar la paz.
Fuente Ambito