Por Oscar Martínez
El 6 de setiembre, fecha aciaga en la historia argentina, Sergio Massa, el primerísimo inter pares, viaja a los Estados Unidos. El eje de su viaje consiste en conseguir dólares, lo que más necesita la Argentina. Lo antecederá, según anticipan en el Ejecutivo, su viceministro, Sergio Rubinstein, cuyo primer acto oficial fue desmentir -mediante un audio muy vergonzante- una devaluación anunciada como parte del plan económico de Massa por uno de habituales voceros oficiosos y analista político de la vicepresidenta. Suena exótico, ¿no? Estimados lectores: nunca un gobierno, o alguno de sus funcionarios, va a reconocer el advenimiento de una devaluación. Aunque luego suceda.
Por otra parte, como elemento de la campaña “gobernar es comunicar”, los habituales adyacentes al ministro de Economía, repartieron por las redacciones los resultados del primer mes de Massa Ministro. La síntesis: fuerte suba de los bonos soberanos y tímida baja de los dólares no oficiales. Ni una palabra sobre la inflación, las reservas, el empleo o los salarios. La financiarización de la economía local no tiene freno. En parte se entiende, ya que el dólar es el precio más importante de la Argentina. Y porque todo gira en torno al Universo Dólar.
Tiene lógica. Entre el 60% y el 75% de los precios en el país tienen relación con precio oficial de la divisa estadounidense. Y ese dato explica el terror a una devaluación. No sólo porque el 85% de los bienes y servicios generados en el país tienen en mayor o menor medida un insumo importado. Sino porque incluso el 15% restante se valoriza mirando el precio del dólar. Y la Argentina, a pesar de la profusa literatura oficial, nunca pudo desacoplar los precios locales de los internacionales (como sucede en enorme cantidad de otros países que tienen subas puntuales algún producto pero no inflación, persistente y elevada, como en estas costas) ni con retenciones ni con prohibiciones a la exportación. Por eso el impacto inflacionario de una devaluación es instantáneo. Y demoledor para los ingresos de la población.
Detalles más o menos, hay que reconocerle a Massa haber logrado cambiar las expectativas de un posible tsunami a inundaciones severas. Si pudiera bajar los precios a niveles civilizados y mantener el nivel de actividad junto al cumplimiento del acuerdo con el FMI, sería el mejor ministro de los últimos años y serio candidato en las PASO con inundaciones más o menos habituales. El éxito, aunque sea moderado, en su gestión es la mejor y casi única tarjeta de presentación posible para su candidatura.
Pero necesita dólares. Suena casi absurdo que parte de las noticias básicas de la sección economía de cualquier medio se encuentran las compras/ventas de divisas del Banco Central. Pero forma parte de la coyuntura, como fue en 2002 el “riesgo país”. En julio pasado, la variación de las reservas internacionales tuvo un rojo de US$4.302 millones, fruto de un déficit comercial de US$1.457 millones y de US$2.842 millones en la balanza financiera. En el acumulado del año, hay un dato para tener en en cuenta, ya que “el déficit acumulado en servicios de U$S5.908 millones, donde casi el 57% de los egresos se ve explicado por Fletes y Viajes y otros pagos con tarjeta. El año pasado, el acumulado para el mismo período fue de un déficit de U$S1.591 millones, lo cual permite ver el deterioro interanual para el mismo período”, destaca un informe de la consultora ACM. Y dice que “al ver en el desagregado del mercado de cambios, podemos notar que viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta representan un resultado negativo de U$S757 millones. Este en la comparación interanual presenta un deterioro de U$S562 millones”, no hay que ser muy perspicaz para pensar que puede suceder con las reservas a partir de noviembre, con el Mundial de Qatar. Setiembre puede ser, según el titular del BCRA, Miguel Pesce, un punto de inflexión, ya que bajarían las importaciones de energía, pero también se achican las exportaciones agropecuarias.
La escasez de divisas se nota en la magnitud de la brecha entre el dólar oficial ($140/$145) y los alternativos y el blue ($290/$295) y Massa necesita dólares para achicar la brecha en la medida de lo posible. La bajó de casi 130% a poco más del 100%, pero no es suficiente como para incrementar las exportaciones (Dato: se anunciaría un nuevo “dólar soja” en torno a las $180 para incentivar las ventas, que se sumaría al beneficio que recibieron las mineras y las ya anunciadas para la industria automotriz) ni para frenar las importaciones, ya que brechas de esa magnitud preanuncian correcciones cambiarias. Pero para devaluar con orden hay que tener reservas. Caso contrario es un salto al vacio, como en 2002, por obra del gobierno, o en 2018/2019 por presión del mercado.
Esta sequía de divisas sucede cuando existe un cepo de magnitudes casi inéditas para las últimas décadas. No sólo se modificó el criterio de las licencias automáticas y las no automáticas (se podían importar yates pero no drogas básicas para producir medicamentos, por caso) sino que las empresas podrán importar hasta un 5% por encima de las comprar al exterior que realizaron el año pasado o sólo tendrán dólares para pagar el 40% de sus deudas y deberían encontrar el 60% restante en algún lugar.
Un paréntesis: mientras la falta de reservas ralentiza la producción, hay un subsidio no muy visible al turismo. El dólar para viajeros está en $250/$255 pero el 45% de ese valor es un anticipo del impuesto a las ganancias que se paga en mayo del año próximo. De esta manera, el dólar para viajar a Qatar (¿o será Catar?) gira en torno a los $190. Recordando los datos sobre egresos por turismo del BCRA y sabiendo que los argentinos están en el top five de los compradores de entradas para el Mundial es como para preocuparse.
Esta necesidad de dólares explica la variada agenda que tendrá Massa en Estados Unidos, que incluye dos puntos centrales: FMI y organismo multilaterales de crédito y Houston, centro de la industria de los hidrocarburos en ese país y en gran parte del mundo. Este año vencen unos US$16.000 millones con entidades como el BID, Banco Mundial y la CAF. Lo primero será obtener el roll over de esos fondos, lo que suele suceder. Y luego conseguir nuevos desembolsos, como podría suceder con US$1.300 millones del Fondo para atender situaciones derivadas de la pandemia y del cambio climático. Todo dólar será bienvenido, y si van para Vaca Muerta mejor.
Pero todo la estructura que está armando Massa podría sufrir por la crisis política desatada con el pedido de condena a Cristina Kirchner, la socia mayoritaria del FdeT. Con la política ardiendo, ordenar la economía para llegar a diciembre 2023 mejor, suena hoy muy optimista.
Fuente Clarin