Con menos credibilidad que nunca, el Gobierno enfrenta severas dificultades a la hora de canalizar fondos por las licitaciones de bonos. Solamente en la última licitación llevada a cabo el pasado día viernes, el equipo económico logró recaudar una modesta suma de $33.500 millones, que permitió renovar vencimientos pero no así cubrir la necesidad de nuevo financiamiento para el mes.
Los inversores se muestran reticentes a conservar títulos públicos en pesos, ya que temen por un eventual reperfilamiento o un cambio deliberado en los plazos y los montos de pago pactados. La cartera de Economía liderada por el ministro Sergio Massa agotó su “cheque en blanco” conseguido en agosto, y ya no inspira confianza.
Hasta fin de año el ministerio de Economía deberá llevar a cabo 4 licitaciones más, en las que deberá recaudar por lo menos un monto de hasta $384.000 millones para cubrir el déficit fiscal proyectado en línea con las metas del Fondo Monetario Internacional.
Massa había prometido no utilizar más financiamiento monetario directo hasta diciembre, lo cual refiere principalmente a los “adelantos transitorios” del Banco Central al Tesoro, una operación que involucra un endeudamiento pero sin tasa, sin plazos y de manera discrecional (por eso se asume como asistencia monetaria directa).
Hasta ahora, y desde el pasado mes de julio, la promesa se cumplió y el Banco Central no emitió un solo peso para financiar directamente al Tesoro. Pero la máquina de imprimir dinero estuvo lejos de detenerse, ya que el Central inyectó pesos para comprar bonos del Tesoro (lo que se denomina flexibilización cuantitativa en la jerga económica) y así financiarlo de manera indirecta. Por estas razones la promesa de Massa fue realmente poco relevante para la expansión de la oferta monetaria.
Asimismo, sin la posibilidad de seguir endeudando al Estado con el ya muy pequeño mercado doméstico de crédito en pesos, el equipo de Massa vería vulnerada incluso su promesa para no recurrir al financiamiento directo.
El acuerdo con el Fondo Monetario establece un límite nominal para la asistencia monetaria directa en un monto de $765.000 millones para este año. De este monto, el Tesoro ya utilizó cerca de $300.000 millones en la primera mitad del 2022, por lo que aún podría disponer de $465.000 millones sin incumplir con las pautas del acuerdo.
Esta herramienta podría ser el salvaguardias para poder hacerse con la liquidez suficiente como para afrontar sus obligaciones hasta fin de año, pero a costa de un profundo shock inflacionario. Los precios minoristas aumentaron un 6,3% en octubre según precisó el INDEC, y la inflación interanual trepó al 88% al término de ese mes. No se registraba un evento similar desde noviembre de 1991.
Un nuevo shock emisivo en las actuales circunstancias podría devenir en un rápido estallido inflacionario. Conforme más alta se vuelve la inflación y mayor es la caída en la demanda de pesos, el pase entre aumento de emisión y aumento de precios se vuelve cada vez más instantáneo.
Fuente Derecha a Diario