Con el fin de fortalecer la represión, Putin pretende mandar a construir 28 prisiones y colonias correccionales en los territorios ucranianos bajo ocupación, por eso ya es hora de imponer el máximo de sanciones posibles para detener el terror ruso.
Ya han salido a la luz, los planes rusos sobre la intención de construir alrededor de 30 prisiones en los territorios ocupados de Ucrania, añadiéndose al número de las ya existentes. Esta es una cantidad sin precedentes si estamos hablando de una superficie relativamente pequeña, lo que pone en evidencia el plan represivo organizado contra el pueblo ucraniano. Putin está resucitando el terror estalinista y no dispone de otro medio para doblegar a Ucrania que incrementar el acoso y la intimidación. En 2014, Rusia convirtió los territorios de las autoproclamadas “Repúblicas de Lugansk y Donetsk” en “zonas grises” donde florecieron la anarquía, el terror y la represión. Ahora Putin quiere convertir los territorios ocupados de Ucrania en un completo Gulag donde acabar con la vida de los ucranianos. No se trata de una exageración, sino de una auténtica tragedia de toda una nación que puede ser evitada por los esfuerzos conjuntos de todo el mundo civilizado.
El objetivo de Putin es convertir a Europa en un gran campo de batalla, lo que representaría una especie de “coronación de su mandato”, y para ello está dispuesto a sacrificar a millones de hombres rusos. Al frustrarse sus planes de conquistar Ucrania de forma rápida y delicada, como le habían asegurado sus generales corruptos, y no haber conseguido tampoco ninguno de los objetivos trazados al comenzar la invasión, se decantó por otra estrategia: la denominada táctica de la “tierra arrasada”, así como por la violencia y la deportación de la población civil y el regreso a los campos de concentración al estilo soviético. Se trata de una táctica diabólica con la intención de aniquilar toda señal de vida en los territorios ocupados: la idea de Putin es construir 28 centros carcelarios antes de fin de año, instituciones que serán utilizadas para llevar adelante la represión de los ucranianos. No es un hecho menor que desde el comienzo de la guerra, más de dos millones de civiles de los territorios ocupados de Ucrania hayan sido deportados a regiones remotas y deprimidas de Rusia.
Putin pretende convertir a Ucrania en un territorio desierto y estéril, que le servirá de trampolín para lanzar la guerra a otras naciones europeas. El mandatario ruso ha revivido de facto en pleno siglo XXI, el absurdo y abominable sistema totalitario estalinista, convirtiéndose en una auténtica e inaudita amenaza para Europa. Estamos ante un escenario minuciosamente estudiado por el Kremlin y que se pretende implementar a través de millones de “esclavos – asesinos rusos” que están orgullosos de su condición y que, además, están dispuestos a matar y morir por los intereses de su líder. No hay dudas de que Putin está buscando convertir a la próspera y desarrollada Europa – a la que envidia – en un verdadero desierto. Con este panorama por delante, Occidente no tiene otra opción que defenderse por la fuerza y conceder a Ucrania todo el armamento necesario para restablecer la paz. El suministro de armas a Ucrania es la mejor inversión en un futuro pacífico para Europa.