Por Enrique Guillermo Avogadro
“En nuestro presente, el pasado ocupa más lugar que el futuro”.
Ryszard Kapuściński
Cuando Oscar Casco popularizó ese apodo en las telenovelas de los años 60’s, no podía imaginar cuán aplicable resultaría al momento actual de la política nacional, se trate de las dos coaliciones principales o de sus nuevos contendientes, la izquierda trotskista y el liberalismo antisistema. Ninguno de los dirigentes de esas fuerzas parece entender que, mirándose el ombligo con fijeza, cada vez se distancian más de los ciudadanos a los que aspiran representar en las próximas elecciones. ¿Verdaderamente creen que pueden continuar exhibiendo impúdica e impunemente sus deseos y apetencias personales ante una sociedad angustiada por la inflación y aterrada por la inseguridad, entre muchas otras y urgentes preocupaciones?
El Frente de Todos (FdT) es la única voz que sostiene la falacia de una inexistente proscripción y convoca a “romperla” en un acto que necesita masivo para convertirlo en un 17 de Oktubre que rescate a Cristina Fernández del arcón de la historia miserable de la Argentina y, sobre todo, de su ya inexorable futuro penal. Ayer circularon versiones que hablan de un arrepentimiento de la condenada por ladrona a su cacareado renunciamiento, pero descreo de esa posibilidad toda vez que, si se presentara como candidata a Presidente y perdiera, quedaría a la inmisericorde intemperie.
El FdT inauguró el carnaval el jueves con la mesa política que parió el Caracol con fórceps manipulados por La Cámpora. Por ahora, el inefable Rey Momo, auto-percibido Presidente, resiste la presión para renunciar a su imposible reelección y ha logrado meter al kirchnerismo, dueño de monumentales cajas estatales, en el brete que implica tener que callar sus críticas más feroces para evitar que todo explote ya y, a la vez, la imperiosa compulsión a usar los muchos fondos de los que dispone para financiar un aparato capaz de sostener sus muy escasas chances en este crucial año electoral. Sergio Aceitoso Massa se imaginaba ungido por el envejecido dedo de la rapaz emperatriz hotelera pero, ya convencido de la imposibilidad de triunfar exhibiendo índices como los ya inevitables 100% de inflación y 53% de pobreza, se reservará para otra oportunidad.
Juntos por el Cambio (JxC) muestra aún una unidad que, en verdad, se sostiene sólo por su antikirchnerismo. Que en la coalición coexistan un radicalismo socialdemócrata con presencia nacional, un partido como el PRO casi local y con cierta difusa ideología, un peronismo y un liberalismo republicanos y una agrupación tan personal como la CC de Lilita Carrió, dificulta la tarea no sólo a la hora de unificar candidaturas -aún dentro de cada partido- sino también de acordar un plan de gobierno y, en especial, la velocidad que se deberán imprimir a los cambios indispensables.
Pero, aún con esas complicaciones, JxC no debería esperar hasta agosto, con la esperanza de unas PASO que despejen el oscuro panorama que ofrece la insensata multiplicidad de candidatos y permitan dejar atrás los conflictos que hoy se ventilan entre ellos sin poner en riesgo esa unidad tan cacareada. Los tiempos de la ciudadanía son tan angustiantes que están generando un fuerte cuestionamiento al espacio común y a cada quienes pretenden representarla, y llevando crecientes caudales de votos a los marginales que, al menos en las –ciertamente poco fiables- encuestas, están ya sugiriendo el fin de la bipolaridad.
Si bien es lógico pensar que dependerá de quien resulte ganador en las primarias el tono y el ritmo con que el programa de gobierno de la coalición (si existiera por haber sido consensuado previamente) será ejecutado, es esencial que JxC enuncie ya los lineamientos generales del mismo porque, amén de mostrar así un respeto mayúsculo por el votante, permitirá a éste identificar, con calma y anticipación, cuál será el espacio que mejor representará sus intereses personales, última y permanente razón del voto.
Los libertarios muestran un crecimiento que, de ser real, resultaría irracional. Su carismático líder carece cuantitativamente de los cuadros necesarios –alrededor de 5000- para asumir de inmediato el control de una administración tan elefanteásica y, hasta ahora, no ha expresado un verdadero plan de gobierno sino drásticas y marketineras medidas -muy controvertidas, por cierto- que, además, nunca se han aplicado en algún país del globo. Pero cuidado porque, así como hoy aparece claro que si la opción en el ballotage se planteara entre un candidato del FdT y otro opositor éste triunfaría, ¿qué podría suceder si el segundo turno se dirimiera entre un candidato de JxC y Javier Milei?
La semana pasada, hice una propuesta a cambiemitas y libertarios que, espero, no caiga en saco roto ya que sólo tiene por objeto mejorar las chances de la República en el complejo interior de la Argentina. Pensando básicamente en la trascendental Provincia de Buenos Aires pero también en el resto del país, la idea es que el espacio que tenga menores en cada distrito renuncie a favor del candidato a gobernador del otro para unificar a la oposición y terminar con los eternos feudalismos (Formosa, Chaco, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca, San Luis, Santa Cruz, etc.) tan perversos y dañinos, que violan todos los derechos humanos y compran la voluntad de sus ciudadanos con prebendas pagadas con dinero nacional, empleo público generalizado y obras faraónicas, mientras persiguen a los disidentes, se enriquecen sin tasa y empobrecen hasta el hambre a la población. Dije que aceptar esta sugerencia requería de un enorme patriotismo de parte de la dirigencia; ¿existirá aún esa grandeza?