Por Rubén M. Perina
Ha logrado instalarse como un significativo actor en la economía argentina y en el gobierno lo consideran un “socio estratégico”
En medio de una conmoción mediática, la Fuerza Aérea norteamericana finalmente derribó en las costas del estado de South Carolina el globo chino, que en la segunda semana de febrero sobrevoló el espacio aéreo de EE.UU. de Oeste a Este.
Según informes del Pentágono el globo contenía equipos de vigilancia y espionaje y no para colectar datos meteorológicos, como proclamó el gobierno chino. Sus instrumentos incluían paneles solares que proveían energía a varias antenas y sensores capaces de recopilar todo tipo de datos y “geo-localizar comunicaciones.” A propósito del incidente, cabe preguntarse si la misteriosa base china, de acceso restringido, situada en Neuquén desde 2015-17, cumple alguna función relacionada a la armada de globos chinos desplegados por el mundo. Por la escasez de información sobre la base, es difícil adelantar una respuesta plausible, pero ciertamente es un tema a investigar y debatir en relación a la presencia china en el país.
En su ascendencia geopolítica mundial y su desafío a EE.UU. en el hemisferio, China ha conseguido un logro estratégico en el continente con la construcción de la llamativa base neuquina, operada por el Ejército Popular Chino (EPC); su supuesto propósito es el “monitorio espacial” bajo un opaco acuerdo para la cooperación en “actividades de exploración interplanetaria, observación astronómica, seguimiento y control de satélites en órbita y la adquisición de datos”, aunque probablemente cumpla otras funciones “non-santas”.
Además, reportes recientes indican que se proyecta la construcción una base similar en Santa Cruz y otra naval en Ushuaia; esta última le otorgaría a China la capacidad de apoyar su depredadora flota pesquera, le facilitaría el control del estrecho de Magallanes y el tránsito inter-oceánico, una ubicación estratégica en un posible conflicto global, tan importante como el canal de Panamá, y le posibilitaría su proyección militar hacia la Antártida. El Canciller Santiago Cafiero firmó en 2021 en Roma un acuerdo que destaca a la Antártida como una de las áreas prioritarias de cooperación con China.
Más ampliamente, China ha logrado instalarse como un significativo actor en la economía argentina. Felipe Solá, el primer canciller del presidente Alberto Fernández, calificó la relación con China como una de “socios estratégicos.” La relación comercial sino-argentina es asimétrica y similar a la de dependencia tradicional: Argentina exporta mayormente productos primarios (agropecuarios, minerales) e importa de China productos industriales/tecnológicos de alto valor agregado. China es el segundo socio comercial de Argentina, después de Brasil; el intercambio entre ambos pasó de USD 3.200 millones en 2003 a 14.000 millones en 2020.
Inversiones ya en marcha, o proyectadas, se calculan en unos 30 mil millones de USD entre 2005 y 2019 (un 40% del total de inversiones en Sud América). Compañías chinas invierten en sectores estratégicos de la economía argentina y de valor estratégico para su país, como el sector energético y mineral, el sector agropecuario y pesquero; el de transporte y logística, el aeroespacial y el de la tecnología y telecomunicaciones; y en el sector financiero sus prestamos llegan unos USD 17.100 millones.
El presidente Fernández, durante su visita a China, anunció el “ingreso soberano” a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y firmó el “mayor contrato histórico” entre las dos naciones para la construcción de la central nuclear Atucha III con tecnología china. Compañías vinculadas al EPC también participan en los proyectos de cooperación y de venta de aviones cazas, buques de patrulla de alta mar y tanques y vehículos blindados de transporte. Las compañías estatales y/o “privadas” responden a los designios del Partido Comunista Chino (PCC) y las inversiones no son independientes ni inocentes, sino que siguen la estrategia global del conductor del gigante asiático.
Según el profesor Evan Ellis, experto en relaciones sino-latinoamericanas, la presencia china en Argentina “es una de las más arraigadas en América Latina, con beneficios y acceso que ningún otro país del hemisferio puede igualar.” Por su ubicación geopolítica en el sur del hemisferio, Argentina encaja perfectamente en el plan estratégico del PCC, de desafiar a EEUU y al orden democrático liberal y convertir a China en la nueva y dominante gran potencia mundial. La asociación especial con Argentina, le facilita al régimen chino proyectar su presencia e influencia en el hemisferio en el marco del estratégico Foro CHINA-CELAC, establecido en 2014.
La presencia e influencia china en sectores sensitivos y estratégicos de Argentina y de América Latina tiene el potencial de generar dependencia y una influencia indebida en los asuntos internos y externos de los países de la región, que podría afectar su soberanía y la seguridad democrática del continente.
Su creciente presencia desafía la hegemonía estadounidense e introduce en el hemisferio la rivalidad estratégica e ideológica entre ambas potencias y podría producir fisuras y tensión en las relaciones entre América Latina y EEUU. Tampoco parece conveniente para la región o para la Argentina convertirse en un campo de batalla de esa rivalidad.
Por ello lo mejor sería ubicarse en el campo donde se pertenece, por historia, valores y ubicación geográfica, sin ambigüedades, equidistancia o no-alineamiento; pero eso no significa que no se pueda comerciar con el gigante asiático, como lo hace la Unión Europea o el mismo EEUU.
Sólo hay que ser consciente del desafío que la presencia china implica para la seguridad y democracia de continente. La presencia china y su lugar en la política exterior del país merece un amplio debate público, que se podría dar en el ciclo electoral que se avecina.
Doctor en Relaciones Internacionales y ex funcionario de la OEA
Fuente Clarin