Por Daniel Romero
Foto: La titular de la Cámara Alta, Cristina Fernández de Kirchner se reunió con el embajador de la Federación Rusa, Dmitry V. Feoktistov
“La mejor forma de esconder un elefante, es dentro de una manada de elefantes”.
La Federación Rusa, como le gusta a Putin que se la denomine, heredo de la Unión Soviética, el sistema de espionaje mas agresivo de la guerra fría, sobretodo en Europa y Estados Unidos. La famosa KGB soviética infiltraba sus agentes en Occidente, desde niños, estos estudiaban en colegios y universidades de diferentes clases sociales de la mano de sus padres, cuya misión era, precisamente, insértalos en esas sociedades a futuro.
Estos llegarían, incluso, a incorporarse al FBI, diferentes agencias, policías, etc.
Lentamente fueron ocupando lugares y ascendiendo en la pirámide social, incluso dar clases en las mejores universidades de lo que se conocía como Occidente.
Al colapsar la Unión Soviética, muchos de estos agentes quedaron librados a su suerte, la llegada de Putin al poder hace mas de 20 años, logro que los mas útiles se los reactivara y ya dentro de la estructura del SVR, servicio de inteligencia exterior ruso. En este punto, cabe recordar que Vladimir Vladimirovich Putin, fue un agente de la vieja KGB, destinado en Alemania como su último destino, antes de la caída del muro de Berlín, donde a pesar de su pobre desempeño como agente, logró incorporarse a la política como amanuense de Boris Yeltsin, a quien luego de ser ungido como heredero de este, lo traiciono. Una vez que gano su primera elección, dejó de atenderle el teléfono.
Pero Putin logro reactivar la inteligencia rusa después de haber tomado el control de las ex empresas del estado soviético, como el petróleo, gas, armas, minería, etc. Todo eso bajo su control y mafia circundante, le sirvió para financiar el aparato de inteligencia que copio las mañas de antaño en cuanto a infiltración y asesinatos de opositores, por ejemplo. El discípulo de Lavrentis Beria, lograba su objetivo de ensueño.
Es aquí donde debemos detenernos en la llegada de mujeres rusas embarazadas a nuestras costas, donde lograban parir, obtener documentación para sus hijos y desde luego para “el matrimonio”, que luego se desplazaban a otros puntos del planeta,
La amistad ruso argentina llevada a cabo por el kirchnerismo, como hizo en su momento, un sector de las Fuerzas Armadas durante el gobierno militar de Videla y la junta militar, denominado, el sector soviético del gobierno de reconstrucción nacional, fue puesta nuevamente en marcha por Moscú, con sintonía K.
Este sistema durante los 70, principalmente fue encabezado por el General Guglialmeli, quien fuera agregado militar en Moscú y sus hijos terminaron casándose con hermosas rusas. Un claro ejemplo de infiltración. El Partido Comunista Argentino, jamás tuvo muertos o detenidos dentro de sus filas, durante el gobierno militar. Un ex “tesorero” del partido comunista argentino es diputado y dueño de un banco actualmente. Custodio del oro del Kremlin.
Durante las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner las relaciones en materia con Rusia crecieron exponencialmente, junto con Venezuela. La cooperación en materia de inteligencia era muy amplia y eso continúo después de haber perdido las elecciones ante Juntos por el Cambio en 2015.
Al asumir Alberto Fernández la Presidencia de la Nación, el encargado de llevar adelante esa “cooperación de inteligencia” fue Oscar Parrilli, quien había sido secretario de Inteligencia del último gobierno de CFK.
La información aportada al kirchnerismo por la embajada de la calle Rodríguez Peña iba a tener su pago y este sería el aporte de documentación a más de 10.000 rusos (algunos hablan de 20 mil) que arribaron al país a tener sus hijos, pero en realidad era la forma de esconder en esa oleada de población rusa, a varios contingentes de agentes que luego llegarían a diferentes destinos del mundo, claro esta, con documentación argentina.
Algunas de las excusas dadas por estos “matrimonios”, era que escapaban de la violencia o que no querían participar en la guerra. Curiosamente, la embajada rusa jamás pidió que Argentina devolviera a la santa madre Rusia, a los supuestos desertores.
Fue todo una movida mediática que tomo fuerza cuando ya habían pasados por estas costas, miles de rusos, donde las autoridades migratorias en manos kirchneristas, tomó nota de la curiosa avalancha migratoria rusa y decidió comenzar a “investigar” tal situación. Uno de los trámites que debe realizar cualquier extranjero que desea obtener documentos argentinos, es obtener un certificado de reincidencia local. Sin duda, estos salen limpios, dado que los solicitantes, recién llegan a nuestro país. Insólito.
Pero hay un dato interesante, los documentos de rusos salían en 15 días y los de otras latitudes pueden llevar meses o más de un año, según el caso.
Así llegamos al caso del matrimonio de espías rusos detenidos en Eslovenia, estos son María Rosa Mayer Muños y Ludwig Gisch que aparentaban conformar una pareja normal, que “había llegado a Europa cansada de la inseguridad de Buenos Aires y en busca de un futuro mejor para sus dos pequeños hijos”.
Esta “simpática parejita” exhibió documentación argentina, pasaportes y DNI. Las primeras versiones diplomáticas argentinas, fue que esta documentación era apócrifa, pero nada mas lejos de la verdad, la documentación de los detenidos es tan original como la del estimado lector, que lee atónito estas líneas.
La ministra de Relaciones Exteriores de Eslovenia, Tanja Fajon, fue muy clara al respecto: Mayer Muñoz y Gisch no eran quienes aparentaban ser, sino espías rusos de élite asignados por el régimen de Vladimir Putin a diversas tareas de inteligencia.
Los hijos de Mayer Muños y Gisch nacidos en Argentina en junio de 2013 y agosto de 2015, tienen sus documentos por haber nacidos aquí y fueron el puntapié inicial para que sus padres obtuvieran sus pasaportes emitidos por el Registro Nacional de las Personas (Renaper), en tiempo record. Como ellos, ya son miles los que circulan por el mundo.
Toda una tarea para las agencias de inteligencia donde Rusia tiene intereses.