Mientras la política argentina debate candidaturas y la toma del poder a partir del 10 de diciembre, los datos duros de la macro y micro economía impactan de lleno en una sociedad cada vez más complicada por la crisis. No alcanza con los datos positivos que desde el gobierno algunos funcionarios se empeñan en resaltar con tono exultante. La economía crece, pero más la inflación y la pobreza.
Datos concretos se conocieron esta semana, cuando el INDEC confirmó lo que todos presumían: la pobreza ya roza el 40%; un 39,2% promedio que habla de 18,6 millones de argentinos sumidos en ese infierno. Una cifra astronómica si se tomara en serio la afirmación que Cristina Fernández de Kirchner hizo el 8 de junio de 2015 en Roma, cuando ante la FAO afirmó que el índice de pobreza se ubicaba en ese entonces por debajo del 5%, y el índice de indigencia en 1,27%, “lo que ha convertido a la Argentina en uno de los países más igualitarios”, se vanaglorió. Se basaba en datos publicados por el INDEC en diciembre de 2013, según los cuales el nivel de pobreza de la población era del 4,7%. Un INDEC intervenido y que brindaba cifras mentirosas. Tal vez quien entonces era presidenta creyera ciertos esos datos, quién sabe…
El dato actual brindado por el organismo que encabeza el dirigente renovador Marco Lavagna marca un incremento respecto del 36,5% del semestre previo al medido ahora, el segundo de 2022. Esto es, la medición de la pobreza no es como la de la inflación: se considera siempre a plazos más largos y se brinda tres meses después de los períodos considerados. Los datos que tanto conmueven contrastan con una economía que creció 5% el año pasado. Pero que ha dejado de crecer, según todos los indicadores, lo que prevé que cuando se difunda la próxima medición, la pobreza habrá superado con cierta holgura el 40%.
Esa medición se difundirá el 27 de septiembre, 25 días antes de las elecciones generales de octubre. Es de imaginar el impacto que podrá tener ese dato; se verá qué proyección electoral tiene en consecuencia.
Los datos son más alarmantes si se considera el principal distrito electoral, la provincia de Buenos Aires, donde la pobreza se asienta ya en el 45%. El distrito clave del kirchnerismo, donde se afinca su mayoría más fiel, es donde más asentada está la pobreza hoy. De ahí que en su reunión del viernes el PJ bonaerense abogara por reclamar por los fondos de coparticipación. Muchos verían con buenos ojos una reasignación especial para ese distrito, atendiendo las necesidades del mismo, similar a la otorgada durante la gestión macrista a la Ciudad de Buenos Aires, que convalidó ahora la Corte Suprema, para enojo del actual oficialismo. La provincia de Buenos Aires percibió durante la actual gestión nacional recursos importantes al punto tal de no haber sufrido las estrecheces que vivieron por ejemplo Daniel Scioli y hasta María Eugenia Vidal, y es allí donde el kirchnerismo pretende dar este año “la madre de todas las batallas”, cuestión de seguir gobernando, más allá de un destino nacional que vislumbra adverso.
Volvamos a una economía cuyo crecimiento no se ve reflejado en los indicadores sociales. La propia vicepresidenta ha dicho en algunos de los discursos que pareciera pronunciar desde un llano que no habita, que se da hoy la novedad de argentinos que tienen trabajo y así y todo están bajo la línea de pobreza. Parecieran darle la razón los dichos del jefe de Gabinete, que en su presentación ante la Cámara de Diputados habló de un desempleo del 6,3%. “Los niveles de empleo siguen siendo muy altos”, remarcó el miércoles Agustín Rossi, quien detalló que “hay mayores niveles de ocupación en el interior, que en el centro del país. En el noroeste argentino hay menores niveles de desocupación, llega al 3,9%. En La Pampa húmeda, se elevan al 7%. Eso es lo que da ese promedio”.

Con todo, no se han verificado datos que permitan observar una migración inversa desde el Conurbano hacia ese interior tan prometedor en materia de empleo.
Hay que considerar de qué manera se mide el desempleo en la Argentina. En principio, se considera solo a las personas dispuestas a trabajar. Esto es, la estadística no incluye a aquellas personas que están disponibles para trabajar, pero que no buscan empleo activamente. Son considerados desocupados quienes buscaron activamente un empleo en la semana previa a la encuesta. El INDEC considera como “búsqueda activa de empleo” al hecho de “enviar currículums, responder a avisos de diarios/internet, consultar a parientes o amigos, en algún momento de los últimos 30 días”.
Este tema tan controversial marcará seguramente una campaña electoral que tuvo la última semana una noticia impactante, al anunciar el expresidente Mauricio Macri su decisión de no ser candidato. No por presumible, el dato dejó de ser resonante. Para muchos, lo que más sorprendió fue el momento en el que se difundió, faltando tanto para el cierre de listas previsto para el sábado 24 de junio.

La noticia se conoció justo cuando crecían las informaciones referidas a presiones que desde ciertos sectores empresariales y políticos se estaban desarrollando sobre el expresidente para que fuera candidato presidencial. La decisión finalmente conocida tuvo que ver con eso: si ya sabía Macri que no iba a jugar, la situación que se estaba planteando estaba afectando las posibilidades de la principal oposición, que desde hace meses viene cayendo en las encuestas.
Desde aquí hemos dicho varias veces que no es que Macri tuviera muchas dudas respecto de su suerte en una eventual elección que lo tuviera como protagonista. Daba por descontado que ganaría las PASO y se imaginaba triunfante en octubre contra la o el candidato oficialista, así fuera Cristina Kirchner. El problema estaba en el después, cuando le tocara gobernar y no contara con la fuerza política necesaria para implementar las cosas que considera ahora indispensables; por el contrario, vislumbraba a un kirchnerismo tirando piedras desde el minuto cero.
Conforme se aproximan los cierres de listas, no solo nacional, sino distritales, los acuerdos van alcanzándose en líneas generales dentro de Juntos por el Cambio. Sucedió en Salta, donde el diálogo estaba roto; en Tucumán, donde intervino Macri personalmente; también en la estratégica Córdoba, donde se resolvió a través de las encuestas. No será en todo el país, pero en líneas generales se van acercando posiciones. Se espera que también suceda en Ciudad de Buenos Aires, donde el expresidente ha bendecido a su primo Jorge, y ya Emmanuel Ferrario bajó su candidatura. Más temprano que tarde lo hará también la ministra Soledad Acuña, y más cerca del cierre de listas Fernán Quirós. Las demoras son atribuidas al deseo de “estirar para negociar” de Horacio Rodríguez Larreta.
En la provincia de Buenos Aires habrá interna dentro del PRO, pero se reducirá el número de candidatos.
En la vereda de enfrente, ya esta semana se daba por descontado que la vicepresidenta no será candidata. A nada, como ella misma anticipó inmediatamente después de ser condenada en la causa Vialidad. Si bien el operativo clamor se mantendrá, el kirchnerismo aparece hoy más obsesionado por reclamar por la “proscripción” de su líder. Es una estrategia de largo plazo que apunta a desacreditar el resultado electoral.

Alberto Fernández mantiene su decisión de no bajar su candidatura el mayor tiempo que pueda. Volvió de Estados Unidos, tras su estirado periplo por Dominicana, Nueva York y Washington, autopercibiéndose “fortalecido”. Los viajes al exterior le sientan bien al Presidente, que en los mismos se aleja ya no de los problemas -que encomienda a su ministro de Economía-, sino del clima adverso del oficialismo hacia sí mismo. En esta oportunidad, la nutrida comitiva argentina tuvo una relajada agenda a la espera de la reunión con Joe Biden del miércoles. Con todo, le resultó incómoda al Presidente la cena que mantuvo con empresarios en el Consejo de las Américas, cuya presidenta, Susan Segal, debió llamar personalmente a varios para garantizar una asistencia razonable.
Sí considera Fernández que le fue bien con su par norteamericano, con el que tuvo el encuentro en el Salón Oval que Cristina nunca logró con Barack Obama. Allí se lo vio al presidente argentino asistirse con un papel que llevó consigo para evitar olvidar algo de lo previsto para plantearle a Biden. Tuvo que dejar de lado esta vez su consabida autosuficiencia, que tan en contra suele jugarle.
Allegados a Alberto aclaraban que su intención no era ser candidato, solo no bajarse anticipadamente. Hoy no podrían afirmar lo mismo. El peronismo, siempre tan remiso a las internas, hoy reconsidera si no serían convenientes. El propio Máximo Kirchner pareció habilitar la posibilidad incluso de competir con el propio Presidente al señalar el 24 de marzo que “si alguien se enoja, se enoja, vamos a elecciones y la sociedad define”, lo que Alberto escuchó con ilusión.
Por lo pronto, el presidente del PJ bonaerense envió un guiño a las internas en los municipios. En lo más alto, donde JxC tendrá una atractiva e imprevisible interna, también el Frente de Todos podría tener también la suya.
Fuente Mendoza Today