LA HABANA, Cuba. – En mayo de 1775 fue terminado el teatro Coliseo, primer inmueble erigido en La Habana ―y en Cuba― con el propósito de ofrecer representaciones teatrales. Ubicado al final del paseo intramuros conocido como Alameda de Paula, ocupó el espacio donde se cruzan las calles Acosta, Luz y Oficios. Sus obras se extendieron por dos años, dirigidas por los ingenieros Antonio Fernández de Trebejo y Luis Bertucat.
La idea de construir el teatro perteneció a don Felipe de Fonsdeviela ―marqués de la Torre―, quien, durante sus años al frente de la Capitanía General de la Isla, mucho hizo por La Habana en materia de arquitectura y urbanismo. El respetado militar logró congregar a los comerciantes más importantes y a las principales personalidades de la ciudad con el objetivo de recaudar fondos para la construcción de este espacio.
Poco después iniciaron los trabajos en mampostería y madera, que dieron como resultado un edificio de muy buena presencia, pero frágil teniendo en cuenta su cercanía al mar. Aun sin los retoques finales, el teatro abrió sus puertas el 20 de enero de 1775, con una programación de comedidas que atrajo a lo más granado de la sociedad habanera.
Por su condición de ciudad portuaria, La Habana acogía usualmente a visitantes de todo tipo, muchos de ellos artistas escénicos y músicos. Por lo general, era el domingo el día reservado a las comedias, que corrían a cargo de compañías españolas y extranjeras, que traían a su propio personal, pero también contrataban a artistas cubanos.
El público pagaba su entrada de acuerdo a los precios establecidos, y además debía cumplir con varias reglas de etiqueta y conducta, con el fin de preservar el orden, respeto y buen gusto en cada espectáculo.
Como consecuencia de su ubicación, el teatro Coliseo sufrió los embates de los huracanes y la acción perniciosa del salitre. Fueron varios los arreglos y renovaciones acometidos para alargar su vida útil, que tanto legó al ambiente cultural y social habanero.
En 1788, el teatro se hallaba en tan mal estado que el Cabildo ordenó su cierre para hacer una reparación capital. Sus puertas reabrieron en 1803 con el nombre de El Principal, que se mantuvo en funciones hasta 1846, cuando quedó devastado tras el azote de un ciclón.
Fuente Cubanet.org