Por Rolando Klempert
En 2018, el presidente ruso, Vladimir Putin, presentó ante el mundo una serie de armas a e innovaciones a las que consideraba “la próxima generación” en desarrollos militares. Entre ellas, se encontraban los misiles hipersónicos Kinzhal, a los que calificaban como “imparables”.
Superando hasta diez veces la velocidad del sonido, recién fueron puestos en acción en Ucrania en muy contadas oportunidades, y los sistemas de defensa apenas habían logrado interceptar uno hace un mes. Pero la situación cambió rápidamente tras la llegada del apoyo occidental.
EEUU le proporcionó a Kiev su sistema defensivo Patriot, considerado el mejor del planeta y el resultado fue inmediato. Este martes por la madrugada, Rusia lanzó un ataque masivo contra la capital ucraniana. Fueron 18 misiles en pocas horas, seis de los cuales fueron Kinzhal, y todos ellos fueron interceptados y destruidos en el aire.
Para Rusia se trató de un verdadero fracaso y el Kremlin está sometiendo a tres de los científicos que trabajaron en el desarrollo de estos misiles a “muy graves acusaciones” de traición, según lo admitió este miércoles el vocero del Gobierno, Dmitri Peskov.
Las palabras de Peskov en conferencia de prensa fueron en respuesta a consultas sobre una carta abierta por parte de la comunidad científica rusa, en la que advierten que este tipo de acciones podría causar un severo daño a la ciencia rusa. El portavoz admitió estar al tanto de la carta, pero señaló que el tema está en manos de los servicios de seguridad.
Los tres científicos acusados por Rusia son Anatoly Maslov, Alexander Shiplyuk y Valery Zvegintsev, y sus colegas sostienen en su misiva: “Conocemos a cada uno de ellos como patriotas y personas decentes que no son capaces de hacer aquello que sospechan las autoridades investigadoras».
Según Reuters, “en 2012, Maslov y Shiplyuk presentaron los resultados de un experimento sobre diseño de misiles hipersónicos en un seminario celebrado en Tours, Francia”, y “en 2016, los tres figuraban entre los autores de un capítulo de libro titulado ‘Instalaciones hipersónicas de corta duración para la investigación aerodinámica en el ITAM, Rusia’”.
Estos temas fueron presentados en diversas conferencias científicas abiertas, y ese es el punto que investigan como una posible traición. Pese a ello, la comunidad científica explica que los trabajos y materiales fueron revisados antes para, justamente, evitar que se haga pública información sensible respecto a la seguridad. Si se sigue esta lógica, alertan, cualquier informe científico podría ser tratado como una potencial traición.
“No sólo tememos por la suerte de nuestros colegas. Simplemente no entendemos cómo seguir haciendo nuestro trabajo», expresan, y agregan: «Incluso ahora, los mejores estudiantes se niegan a venir a trabajar con nosotros y nuestros mejores empleados jóvenes están abandonando la ciencia. Una serie de áreas de investigación que son de vital importancia para sentar las bases fundamentales de la tecnología aeroespacial del futuro simplemente están cerrando porque los empleados tienen miedo de dedicarse a esa investigación».
(Con información de Reuters)