Por Dr. Eduardo Filgueira Lima
En 1957 A. Downs en su artículo “Economic Theory of Political Action in
Democracy” redefinió el “Teorema del votante mediano” el que nos expone la
idea que el político, en su búsqueda de la lograr la adhesión de la mayor
cantidad posible de votos, identifica que en un sistema de elección por
mayorías, precisamente ese grupo “del medio”, tiene preferencias definidas y
por lo mismo tiende a adoptar en su campaña, un discurso que se identifique
con programas e ideas que coincidan con las preferencias de esa mayoría que
“se encuentra en el medio” y que en una curva de distribución gaussiana de la
población, coincide con la mediana, en el supuesto de un espectro ideológico
con rango entre “la derecha y la izquierda”.
La búsqueda del votante medio en la mayoría de los grupos poblacionales tiene
características definidas, aunque con grandes variantes entre ellas, pero que en
general tienden al equilibrio, a la moderación, a la búsqueda de coincidencias y
a dejar atrás en particular las diferencias que surgen de posicionamientos
ideológicos de los que con frecuencia desconfían.
Lo que la mayoría busca -dada una realidad compleja que le resulta inasible- es
el equilibrio que le permita una armónica convivencia para poder hacer lo suyo,
soslayando las diferencias que dependen de matices e interpretaciones que le
resultan poco claras y de las que desconfía, por lo que no le son elegibles, ni
hacen a sus preferencias, así “los votos con de esa mayoría” se concentran en
alternativas más moderadas.
Esa es la postura que guía el actuar y el discurso de muchos políticos. Un caso
emblemático fue la elección presidencial del 2019 en el que el FdeT recurrió de
manera muy inteligente a poner un candidato que tuvo toda la representación
de la moderación, el equilibrio, la búsqueda de consensos e incluso de
posibilitar el diálogo constructivo con la oposición. Eso mismo votó una mayoría
que representa las preferencias del votante medio, superando complaciente “la
grieta” que ya existía.
Alberto Fernández fue elegido con esa imagen, escondiendo en un cargo
subalterno a quien era la real portadora del poder rechazada en su momento por
una gran mayoría (dada su imagen negativa), y pudo lograr un aceptable
equilibrio en los primeros momentos de la pandemia. Luego otros episodios y el
mismo poder subyacente lo obligaron a mostrar su verdadera dependencia y su
propia orientación.
Fue elegido por una sociedad no exhausta, golpeada pero no al extremo y que le
dio otra oportunidad a la moderación, porque realmente eso es lo que aspira y
representa las preferencias de la mayoría.
En las circunstancias actuales hay quienes quieren recorrer como estrategia
política preelectoral ese mismo camino, lo que en condiciones normales sería
deseable, pero dudo mucho en las actuales circunstancias sociales.
Hoy la situación resulta muy diferente: las encuestas, algunas confiables y otras
no tanto, nos muestran un escenario de tercios. Algunos nos hablan de cuartos.
En el primero de los casos los votos de agruparían en tres fuerzas políticas que
tendrían un tercio de los votos. En el segundo se agruparían tres fuerzas con un
cuarto de los votos y otro tanto se mantendría “indeciso”.
¿Son estos indecisos los moderados?… ¿representan al votante medio? De
cualquier manera ya no son mayoría y las preferencias moderadas parecen
haber cedido paso a posicionamientos más radicalizados.
Es que la sociedad hoy esta agobiada por una realidad que la golpea todos los
días y se siente estafada. Parecería que, una gran mayoría siente que ya la
moderación no sirve, que la moderación la condujo a aceptar un modelo que -si
bien no tiene porqué entender en sus detalles- no le sirve, porque percibe que no
la condujo a mejorar su vida, ni le permite imaginar un mejor futuro.
No contradigo a A.Dows, solo agrego a su análisis económico de la acción
política que (de ser ciertas las estadísticas y encuestas que refiero), en
condiciones de hartazgo y desasosiego (aunque seguramente no son estas las
únicas causales) la búsqueda de la sociedad -como parece suceder en la
Argentina del 2023- el votante medio se reduce, y las preferencias tienden a
aceptar posiciones más radicalizadas.
Lo anterior, si bien motivo de análisis político, no debe asustar porque de esa
confrontación que supera lo estrictamente ideológico saldremos seguramente
fortalecidos, siempre que se respete la institucionalidad democrática.
Lo que el votante medio prefiere seguramente llegará después.
Dr. Eduardo Filgueira Lima
MD, Mg.HS&SS, Mg.E&PS, PhD.PS