Primera semana de agosto y los manteros se resisten a irse de ‘vacaciones’ a la costa, a continuar allí con su venta. El pastel, aún en verano, es demasiado jugoso en Madrid como para perdérselo: una masa de turistas internacionales (cada año mayor) dispuesta a pagar, en pleno mercado de fichajes. Precisamente, las camisetas de fútbol falsificadas son el producto estrella en esta época del año en los top-manta que ocupan las aceras de las principales vías de la ciudad, siempre en lugares turísticos. La emergencia sanitaria, primero, y las obras en la Puerta del Sol, después, redujeron a mínimos esta actividad ilegal en la capital, que ahora vuelve con relativa fuerza. «Durante la pandemia, la Policía estaba más al tanto», explica Javier Llerandi, presidente de Apreca, la asociación de comerciantes del entorno más céntrico: «Ahora, nos dicen que tienen las manos atadas».
Los vendedores despliegan sus mantas en las calles aledañas al kilómetro cero, aunque en horas estratégicas. A media tarde, pocos se atreven a aguardar al sol la llegada de los posibles clientes. La Puerta del Sol y las calles del Arenal, Preciados o El Carmen, donde suelen ofrecer sus productos, son un desierto entre las cuatro y las siete de la tarde, al menos, en cuanto a manteros se refiere. Eso sí, «hay vendedoras de ramitas de romero de etnia gitana, ONG con perros, captadores de socios…», menciona Llerandi sobre algunas de las actividades que, según entienden los comerciantes, «también molestan a los transeúntes», al margen de los manteros. «Lo cierto es que la Puerta del Sol se ha convertido ya casi, casi en un manicomio».
Antes, al mediodía, el ‘fenómeno’ gana miembros. «Se ponen en el cambio de turno de la Policía, entre las dos y las tres de la tarde, cuando los agentes tienen que comer», aclara el representante, que apostilla: «Ellos lo saben y aprovechan». En Gran Vía, uno de los puntos calientes de venta, un grupo de cinco manteros toma posiciones con sus artículos falsificados, desde gafas Prada hasta bolsos Louis Vuitton o Gucci. Este último, junto con las equipaciones deportivas, son los productos ‘fake’ más demandados.
A pocos metros de allí, pero al otro lado de la calzada, en la plaza de Callao, un coche de la Policía Municipal vigila el movimiento de personas y observa, con cierta pasividad, cómo los manteros instalan su puesto improvisado. «¿Cuál quieres», pregunta a un cliente apenas éste se ha interesado por las camisetas de fútbol. Las del Real Madrid y el Barça son las más numerosas, pero también se pueden ver prendas con los dorsales de Messi y Ronaldo, en sus nuevos equipos, o las de Haaland y Mbappé, incluso de los fichajes más recientes.
El negocio de las réplicas
Con la llegada inminente de la nueva temporada de fútbol, las marcas deportivas hacen caja con los diseños renovados de las equipaciones de los grandes equipos europeos. Los que buscan ahorrarse una buena cantidad de dinero recurren al comercio online, en páginas como DHgate o Aliexpress, para hacerse con réplicas de más o menos calidad, pero mucho más baratas. De alguna forma, los manteros (el último eslabón de las mafias detrás del comercio ilegal) resisten al ‘boom’ de los negocios virtuales que, al igual que ellos, operan al margen de la ley.
«Las camisetas valen 25 euros», dice uno de los vendedores irregulares de Gran Vía, pero, antes de que se pueda efectuar la compra de la nueva elástica de Bellingham, un grito hace que los manteros tiren de la cuerda y se esfumen ante la aparición de dos agentes caminando por la acera, a la altura del número 42. El grupo baja a paso ligero por una boca de Metro y, en pocos minutos, aparece en otro punto de Gran Vía, esta vez, frente al Primark, una de las zonas donde es habitual verlos vendiendo su mercancía.
Un equipo de ABC en el lugar intercepta a uno de ellos. El grupo es ahora más numeroso, de cerca de diez vendedores, con más prendas que en la ocasión anterior, pero «sólo de clubes, no de selecciones». Un cliente comprueba la tela (de calidad dudosa, pero que ‘da el pego’) mientras que el mercader lo invita a apresurarse. «Toca, es de buena calidad, pero hazlo rápido», dice nervioso. Sabe que es una actividad ilegal que la ordenanza municipal sanciona como falta grave, con entre 150 y 1.202 euros de multa. Dicha norma regula la venta ambulante, independientemente del producto que sea. Sin embargo, la infracción puede acarrear una pena de prisión de seis meses a cuatro años por un delito contra la propiedad intelectual e industrial.
Otras formas de pago
En cualquier caso, el mantero intenta completar la venta. «Puede ser por Bizum», intenta en respuesta a un «no llevo nada suelto», mientras sujeta las asas de la manta, sin llegar a tenderla completamente, y mira a ambos lados. Esta forma de pago se introdujo de manera progresiva tras la pandemia entre vendedores ambulantes, artistas callejeros e, incluso, mendigos. El dinero en efectivo comienza a escasear y estas personas vulnerables financieramente se ven obligadas a incorporar otros métodos de pago. En el caso de los manteros, la transacción a través del teléfono móvil se ha estandarizado.
«631 75…». Mientras da su número, el joven regatea el precio a 20 euros. «Vale, pero rápido», acepta mientras vigila el movimiento de los agentes. Entre que el comprador guarda el número de teléfono y abre la aplicación del banco, los policías llegan a la ubicación del grupo de manteros. Finalmente, el juego del gato y el ratón con la Policía Municipal acaba con una persecución hasta una de las bocas de la estación de Gran Vía, algunos, incluso, invadiendo la calzada en su huida. Volverán a intentarlo, probablemente, por la noche. «Cuando cerramos las tiendas a las ocho, ellos vuelven a ponerse desde las nueve o las diez», explica el presidente de Apreca.
Presencia policial
Cuando cae la noche, los manteros se mudan a otros puntos del centro de Madrid, desde Sol a las calles Mayor y del Arenal, hasta llegar a la plaza de Isabel II, en cuyas cercanías tuvo lugar una nueva persecución a pie, el 24 de julio, que acabó con dos vendedores ilegales detenidos y tres policías heridos por la violencia del forcejeo. La presencia policial, que se reforzó con el cambio de Gobierno local tras el mandato de Carmena, se incrementó también durante la pandemia. Fuentes del Área de Seguridad afirman a ABC que, «aunque la venta ambulante ilegal es minoritaria en la ciudad, la Policía Municipal está atenta para actuar ante cualquier incremento que se produzca y no se va a relajar».
En este nuevo mandato tras el 28M, aseguran que «el equipo de gobierno de la ciudad seguirá reforzando a la Policía Municipal» para luchar contra esta y otras prácticas ilegales, un problema que, tal y como entienden, afecta también «a la explotación de las personas». En ese sentido, la asociación de comerciantes de la zona centro pone su «ilusión» en que el nuevo gobierno «dote de herramientas a la Policía Municipal» para atajar una actividad que, aunque en decadencia, nunca ha sido erradicada. «Tenemos una reunión en septiembre, afirma Javier Llerandi, que zanja el asunto, por el momento: «Hay que darles sus 100 días de margen, ¿no?».
Fuente ABC