En estas elecciones indias hay poco lugar para la sorpresa. Tanto los sondeos como los analistas auguran un tercer mandato para el poderoso primer ministro Narendra Modi, quien, después de 10 años en el cargo, todavía ostenta una popularidad superior al 70%. Su envolvente carisma, impecable oratoria y su proyecto nacionalista hindú funcionan como un imán para una masa crítica de los más de 960 millones de indios –de un total de 1400 millones— llamados a las urnas a partir de este viernes, en unos comicios que se extenderán por más de un mes -hasta el 1° de junio– debido a la complejidad logística que supone su incomparable magnitud.
Se espera que su espacio, el Partido Popular Indio (BJP), obtenga sin problemas la mayoría necesaria para formar gobierno y darle otros cinco años al premier, cuya figura opaca por completo a los otros candidatos, incluido el principal líder opositor, Rahul Gandhi, del Congreso Nacional Indio, una fuerza que alguna vez supo dominar la política del país y que ahora encabeza la alianza INDIA. El grupo fue creado para hacer frente a Modi en estas elecciones, que más allá de su marcha imparable también enfrenta desafíos económicos y sociales, y fuertes críticas de sus detractores por la regresión democrática en su gestión.
“Modi es un líder único en una generación”, dice a LA NACION Milan Vaishnav, director del Sur de Asia para el Fondo Carnegie para la Paz Internacional, que destaca “su increíble capacidad para dirigirse a las grandes audiencias” así como su “profundo entendimiento del sentir del pueblo”.
Nacido en una familia de una casta inferior, Modi, de 73 años, pasó su juventud viajando por el interior del país como un organizador comunitario hindú. Dormía en las casas de residentes locales y nutría su comprensión de sus frustraciones y aspiraciones colectivas.
En esa experiencia se inspiró para construir un proyecto para la India basado en el bienestar, que durante sus dos mandatos potenció con una firme apuesta por la tecnología, uno de sus principales caballitos de batalla. El desarrollo de una impresionante infraestructura pública digital permitió al gobierno de Modi optimizar el gigantesco esquema de seguridad social, con más de 300 programas que van desde garrafas de gas de 10 dólares hasta casas de 2000, para que sea más accesible y transparente.
La transferencia directa de subvenciones a los votantes en sus celulares permitió minimizar la discreción en la selección de beneficiarios y debilitar el clientelismo local. Así se redujo considerablemente -en aproximadamente 75%- la enorme fuga de subsidios que durante la gestión anterior alcanzó los 4900 millones de dólares debido a una planificación y ejecución deficientes.
Otra de las grandes banderas de campaña del BJP ha sido la inversión en infraestructura. En los últimos 10 años, se levantaron puentes, aeropuertos y puertos y se montaron más de 30.000 kilómetros de vías y 60.000 kilómetros de autopistas y rutas. Las grúas se han convertido en un paisaje cotidiano de las ciudades pero también de las zonas rurales como símbolo del boom de la construcción. También se proveyeron cerca de 40 millones de casas, se instalaron 110 millones de baños para reducir la defecación al aire libre, una práctica que propaga cualquier tipo de enfermedades, y se inauguraron 243 millones de canillas de agua potable.
“Todas estas son cosas que realmente pueden transformar la vida cotidiana de las personas”, señala Vaishnav.
Otro componente que no debe subestimarse y que interpela al votante del BJP es el éxito que ha tenido con su ambiciosa política exterior. Con la organización de eventos de alto perfil como el G-20, una postura cada vez más asertiva en los foros multilaterales, un mayor gasto en Defensa, el estímulo de diversas alianzas estratégicas, la ventaja de ser el mayor contrapeso a China en Oriente e hitos como el alunizaje, el gobierno ha logrado elevar el perfil de la India en el escenario mundial.
El año pasado, el presidente Joe Biden recibió a Modi en la Casa Blanca con una alfombra roja, un gesto que muchos indios vieron con buenos ojos.
“La narrativa es que la India llegó a la mesa y que nuestro primer ministro es un jugador importante”, comenta K K Kailash, investigador del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Hyderabad.
The friendship between the United States and India is among the most consequential in the world. And it’s stronger, closer, and more dynamic than ever. pic.twitter.com/6B8iLCos3f
— President Biden (@POTUS) June 25, 2023
Pero tal vez, una de las promesas más seductoras para una parte importante de la población, especialmente en el poblado norte del país, ha sido la glorificación del Hinduismo. En la India viven 1100 millones de hindúes y el BJP corteja a esta mega mayoría haciéndolos sentir orgullosos de su religión y cultura. A veces, incluso ayuda a este proyecto avivando el resentimiento y alentando la violencia hacia los 200 millones de musulmanes, que conforman el 14% de la población.
“La India se está moviendo hacia una política más mayoritaria hindú en la que las minorías religiosas están siendo cada vez más marginadas, lo que podría tener impactos negativos a largo plazo en la estabilidad, la cohesión social y la desigualdad, entre otros aspectos”, lamenta Vaishnav.
Pero lo cierto es que Modi sólo necesita la mitad del apoyo hindú para ganar las elecciones nacionales. En 2014, el BJP aseguró el 31% del voto nacional para obtener la mayoría de los escaños en el Parlamento, la primera vez en tres décadas que un solo partido lo lograba. Lo hizo aún mejor en 2019, con el 37%. Ahora, con la certeza de que ganará, los analistas ponen sus esfuerzos en estimar qué tan lejos llegará esta vez. “En cierto modo, es la parte más emocionante de estas elecciones”, se ríe Vaishnav.
Desafíos
Según un resumen de encuestas de NDTV, se espera que la Alianza Democrática Nacional (NDA), liderada por el BJP, gane 365 de los 543 escaños en disputa, un 3,4% más que en 2019. Mientras tanto, se espera que INDIA gane 122 escaños, un aumento del 35% con respecto a los 90 escaños ganados por la entonces Alianza Progresista Unida (UPA), liderada por el partido de Gandhi, en 2019.
El mayor desafío para Modi está en el sur del país, una región mucho más próspera, secular y desarrollada tecnológicamente, en donde el discurso nacionalista no penetra con tanta fuerza.
“De hecho, cuando uno deja de lado la potente retórica y mira los números, el desempeño de Modi no es muy superior al de otros gobiernos”, dice a LA NACION el reconocido economista Pulapre Balakrishnan, quien realizó un estudio minucioso de los grandes indicadores macroeconómicos y sociales anteriores y posteriores a la llegada del primer ministro al poder.
Por ejemplo, el desempleo, del 41,1%, es superior a los niveles previos a Modi e ilustra una dura realidad para muchos jóvenes. “Las personas que se apuntan para luchar como mercenarios para Rusia o que se inscriben para ocupar los trabajos de los palestinos que abandonaron Israel ofrecen una buena indicación del estado de las oportunidades laborales en el país”, observa Kailash.
Además, ante una economía marcadamente intervencionista y medidas que siembran dudas en las empresas, como el claro favoritismo por ciertos grupos económicos, como los Ambani o Adani, la tasa de inversión ha disminuido cada año desde 2014. El gobierno argumenta que las inversiones están por venir –de hecho, Elon Musk anunció que enviará a fines de abril a un equipo a la India para evaluar posibles locaciones para una nueva planta que significará una inversión de 3000 millones de dólares–, pero, al menos hasta ahora, esto no se reflejó en los números.
Mientras tanto, la desigualdad aumentó bruscamente en la última década. Según Oxfam, el 10% más rico de la población india posee el 77% de la riqueza nacional total y, en 2017, por ejemplo, el 73% de la riqueza generada fue para el 1% más rico, mientras que 670 millones de indios, que conforman la mitad más pobre de la población, vieron solo un aumento del 1% en su riqueza.
Pero la economía no es lo único que preocupa a académicos, analistas y a una buena parte de la población. Pilares clave de la democracia, como una prensa libre y un Poder Judicial independiente, han sido erosionados. El Proyecto de Justicia Mundial clasificó el año pasado a la India en el puesto 79 de 142 países en cuanto al cumplimiento del Estado de Derecho, lo cual implicó un descenso de 20 posiciones desde 2015 mientras que Reporteros sin Fronteras la ubicó 161 en su ránking de libertad de prensa, lo que significa un descenso de 21 lugares desde que asumió Modi.
Por más que existe consenso en que la India aún es una democracia capaz de organizar elecciones libres, los analistas alertan de un campo de juego desigual. El BJP ha chantajeado, manchado, suspendido e incluso encarcelado a líderes de la oposición y críticos de Modi, alentó las deserciones de otros partidos e incluso congeló las cuentas bancarias del partido de Gandhi, el Congreso Nacional Indio, en una disputa fiscal poco antes de las elecciones nacionales.
Vaishnav reconoce las desventajas, pero dice que no cree que la oposición vaya a perder porque hayan sido perseguidos. “No tienen una narrativa sólida, no tienen una alternativa positiva para la India y no tienen a Modi”, concluye.
Fuente La Nacion