MADRID, España.- El 15 de junio de 1961 nació en San Juan y Martínez, Pinar del Río, una figura legendaria de la percusión cubana: Miguel “Angá” Díaz. Desde pequeño, se vio cautivado por los ritmos afrocubanos, un legado que heredó de su padre, también músico. Su talento innato y su pasión por la música lo llevaron a convertirse en un virtuoso del instrumento, revolucionando la forma de tocar la conga.
“Angá” perfeccionó su técnica en la Escuela Nacional de Arte en La Habana, donde estudió percusión clásica. Su mentor, el legendario conguero Tata Güines, jugó un papel crucial en su desarrollo musical. Esta sólida base le permitió integrarse en diversas agrupaciones, destacando especialmente su paso por Opus 13, bajo la dirección de Joaquín Betancourt.
Su carrera dio un salto en 1987 al unirse a Irakere, la legendaria banda de jazz latino liderada por Chucho Valdés. Con Irakere, Angá alcanzó reconocimiento internacional, cautivando a las audiencias con su virtuosismo, versatilidad y su distintiva habilidad para tocar cinco tumbadoras simultáneamente.
En 1995, Angá emprendió una exitosa carrera en solitario, trasladándose a Francia. Esta nueva etapa le brindó la oportunidad de experimentar con diferentes sonoridades y conceptos, colaborando con artistas de renombre como Roy Hargrove, Steve Coleman y Afro-Cuban All Stars.
Asimismo, participó en producciones discográficas ganadoras de premios Grammy; tales fueron Buenos Hermanos, de Ibrahim Ferrer, Cristol Habana, de Hargrove, y Mambo sinuendo, de Ry Cooder y Manuel Galván. Angá no solo fue un intérprete excepcional, sino también un innovador.
En 2003 se estableció en Barcelona, desde donde continuó expandiendo su carrera. Obtuvo dos Grammy más: uno por “Buenos hermanos” de Ibrahim Ferrer y otro por “Mambo sinuendo” de Ry Cooder y Manuel Galván.
Grabó “Flor de amor” con Omara Portuondo y “Buena Vista Social Club Presents…Guajiro Mirabal”. En colaboración con Omar Sosa, estrenó el proyecto “Angá
Su álbum en solitario Echu Mingua (2004) contó con la participación de grandes figuras de la música cubana como Chucho Valdés y Rubén González. Este trabajo es considerado una joya en la discografía cubana.
Lamentablemente, la brillante carrera de este músico se vio truncada por un infarto en 2006, a la temprana edad de 45 años. Más allá de su virtuosismo técnico, Angá poseía una conexión profunda con la música y la cultura cubana. Uno de los aportes más significativos de Angá al mundo de la percusión cubana fue la creación de nuevos ritmos que se convirtieron en piezas fundamentales del lenguaje musical contemporáneo. Su espíritu musical sigue vivo en la herencia artística que dejó y en sus hijas, el dúo Ibeyi, quienes continúan su legado de fusión y creatividad.
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Fuente Cubanet.org