Por Lior Lucas
Irán posee el arsenal de misiles más grande y diverso de Medio Oriente, con miles de misiles balísticos y de crucero, algunos de los cuales son capaces de alcanzar Israel y el sureste de Europa. Durante la última década, Irán ha invertido significativamente para mejorar la precisión y letalidad de estas armas. Tales desarrollos han convertido a las fuerzas de misiles de Irán en una herramienta poderosa para la proyección de poder iraní y en una amenaza creíble para el Estado de Israel, Arabia Saudita, las fuerzas militares de Estados Unidos y los demás aliados en la región. Pero, ¿su arsenal es realmente una amenaza insostenible?
Luego de la revolución islámica, en la década de 1980 y 1990, Irán adquirió misiles soviéticos y norcoreanos y los convirtió para fabricar sus misiles Shahab-1, Shahab-2 y Shahab-3. Hoy en día, Irán produce su propio arsenal de misiles balísticos y de crucero. Los orígenes de la tecnología de misiles de Irán fueron soviéticos, norcoreanos y posiblemente chinos. Esta tecnología básica fue luego objeto de ingeniería inversa, mejorada y producida a nivel nacional. Es posible que Corea del Norte haya vendido algunos de estos diseños a Siria, un socio importante en la red de Irán, que incluye fábricas de cohetes y misiles en Siria. En cuanto a los misiles balísticos, la cobertura definitiva para los misiles intercontinentales de Irán, incluida su participación en la Organización de Cooperación Espacial Asia-Pacífico (APSCO), es su programa espacial. En lo que respecta a misiles de crucero y misiles antibuque, existen varios derivados iraníes de misiles chinos, como el C-802 y el C-704. Israel fue blanco de un C-802 iraní lanzado por Hezbollah en 2006, y en los últimos años, armas similares fueron lanzadas por los hutíes de Yemen contra buques de Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos.
Estratégicamente, no hay diferencia entre la capacidad de usar misiles de manera ofensiva y utilizar ese potencial ofensivo para la disuasión, forzando un cambio de comportamiento en un enemigo o disuadiéndolo de actuar. El arte de la guerra de Irán es evitar la guerra tanto como sea posible; eso se logra en parte mediante la amenaza constante de guerra. El principal período formativo de la gran estrategia iraní fue la guerra con Irak de 1980-1988. Primera lección: La guerra es costosa en sangre y recursos. Segunda lección: No luches en casa y lleva la guerra a otro lugar, lo más lejos posible de tus fronteras. Tercera lección: No hagas la guerra con tu propia gente.
La guerra directa es muy costosa, de ahí el enfoque indirecto de Irán hacia la guerra. En sus guerras por delegación, Irán lucha con las manos de otras personas desde las tierras de otros. Los misiles balísticos son otro aspecto de la guerra indirecta. En lugar de atravesar las fuerzas militares del enemigo, Irán dispara sobre los sistemas de defensa de otro país, sobre sus fuerzas protectoras, y golpea directamente en la retaguardia: en su población y en sus activos estratégicos. Este enfoque sacude la “trinidad clausewitziana” de la seguridad nacional: el gobierno, el ejército y el pueblo, al socavar la confianza de la gente y su confianza en el gobierno y el ejército. Durante la guerra entre Irán e Irak en la década de 1980, Irán fue víctima de un enfoque similar cuando Irak disparó misiles Scud contra sus ciudades.
Tenemos que recordar que, cuando un país como Irán que carece de una fuerza aérea y necesita alcance, depende mucho de sus misiles balísticos. Si quiere otro ángulo de penetración, necesita misiles de crucero. Los misiles pesados y los misiles de crucero son plataformas excelentes para la entrega de armas nucleares. No es muy rentable para Irán lanzar media tonelada de explosivos a 1,600 km. Pero si Irán pusiera una carga nuclear en el misil, sería un juego totalmente diferente. Los rangos de misiles indican qué países está tratando de involucrar, amenazar o impresionar. Sugieren el poder implícito de un país para hacer daño, expresado en la gramática de las trayectorias.
Los países que no pueden permitirse tener una fuerza aérea superior a la de sus enemigos optarán por misiles, la segunda mejor opción. Una fuerza aérea tiene una potencia de fuego más flexible, pero depende del acceso a aeródromos, y sus aviones son vulnerables a las defensas aéreas. Los misiles son un sustituto si los aeródromos están amenazados o cuando la superioridad aérea es inalcanzable. El desarrollo por parte de Irán de drones y misiles de crucero es una prueba irrefutable que intentan dar el siguiente paso en la guerra aérea con enjambres precisos de drones, múltiples cohetes, misiles y plataformas de lanzamiento, y ataques de saturación de misiles que sobrecargan las defensas rivales.
Pero, para analizar realmente la amenaza iraní, primero debemos entender cómo funcionan los misiles balísticos y qué tipo de recursos logísticos depende Irán para poder llevar a cabo su estrategia de disuasión, de defensa y también de ataque, en el tablero geopolítico del Medio Oriente, para esto tomamos como fuente principal el análisis de Nitzan Seden, del diario “Calcalist”:
Un misil balístico es un arma autónoma capaz de volar a altitudes y distancias mayores que cualquier otro sistema. Los misiles relevantes de Irán pertenecen a la categoría de alcance medio, es decir, con un rango de 1,000 a 3,000 kilómetros. Básicamente, son cilindros que contienen principalmente combustible y oxidante que alimentan un motor cohete. La mayoría de los misiles balísticos en nuestra región funcionan con combustible líquido, que debe ser cargado antes del lanzamiento, lo que genera mucha actividad que puede ser detectada por la inteligencia de países enemigos, como la movilización de camiones cisterna, vehículos de mantenimiento y otros indicadores que pueden servir de alerta. Algunos modelos utilizan combustible sólido, que ya está almacenado en el misil, lo que permite un lanzamiento más rápido pero con limitaciones en las pruebas.
En la parte frontal del misil se encuentra una única ojiva, o en algunos casos, varias ojivas que se separan en vuelo. El sistema de guía es inercial, donde la trayectoria óptima se carga en el misil antes del lanzamiento. Durante el vuelo, mide la velocidad, altitud y ángulo, comparándolos con los valores óptimos, y ajusta la dirección del flujo de escape o las aletas de dirección para corregir el curso. Irán también utiliza navegación por satélite para mejorar la precisión de sus misiles, pero esto los hace vulnerables a interferencias.
Una vez lanzado, el vuelo del misil se divide en tres fases. La primera es la fase de aceleración, donde los motores del misil están en funcionamiento, llevándolo al espacio hasta una altitud de cientos de kilómetros. El motor puede ser único o haber varios que se encienden en secuencia. Cuando un motor agota su combustible, se desprende, y el siguiente en la secuencia se enciende. En esta fase también se realizan los ajustes de rumbo para mantener la trayectoria deseada.
La segunda fase es el vuelo libre en el espacio, donde el misil viaja a velocidades superiores a Mach 7, pudiendo alcanzar su objetivo en minutos. La tercera fase es la reentrada, cuando el misil regresa a la atmósfera. Algunos misiles iraníes están equipados con ojivas que pueden maniobrar durante esta fase, mejorando su precisión. Los misiles más antiguos tenían un margen de error de medio kilómetro, mientras que los modelos más recientes tienen una precisión de hasta 50 metros.
Irán posee cuatro familias de misiles balísticos capaces de alcanzar nuestro territorio, entre los modelos más interesantes están el “Khaibar” de la familia “Khorramshahr” es un misil grande capaz de llevar múltiples ojivas y realizar correcciones de curso durante el vuelo libre, lo que dificulta predecir su punto de impacto. Sin embargo, vuela en una trayectoria muy alta, por lo que puede ser detectado antes y derribado por misiles interceptores israelíes.
El “Emad” y el “Ghadr 110” de la familia “Shahab” son misiles precisos, pero conocidos e Israel ya ha desarrollado contramedidas para ellos.
El “Khaibar Shekan” de la familia “Zolfaghar” utiliza combustible sólido, lo que permite un lanzamiento rápido. Tiene una trayectoria baja y plana, lo que dificulta su detección, y una ojiva que maniobra durante la fase final, aunque es vulnerable a interferencias satelitales.
La estrategia iraní suena como una combinación ganadora: Inundar el cielo con misiles, en teoría da la posibilidad de penetrar las capas de defensa. Pero esta combinación es muy complicada y obliga a los iraníes a mantener un stock muy grande de misiles, lo que genera algunas limitaciones gigantescas que desbaratan el plan de los persas.
Un misil balístico es un sistema de armas complejo y costoso: tanto los combustibles y el equipo asociado como el sistema de guía, la propulsión y los componentes pueden fácilmente gastar el presupuesto de un país que de todos modos ya sufre una crisis económica improtante. Irán debe priorizar la cantidad sobre la calidad para producirlos a bajo costo, tanto para su propio uso como para poder distribuirlos a los milicianos en Yemen y a otros grupos proxy sin ir a la quiebra. Por lo tanto, los ingenieros deben comprometerse en algunos aspectos. Por ejemplo, en sistemas de guerra electrónica y dispositivos de engaño, que un misil balístico puede liberar para desafiar los misiles de interceptación. Aunque parece que incluso se han comprometido en algo más básico y evidente: el control de calidad. De hecho, el ataque de abril fue visto por Occidente como un fracaso rotundo, que nos enseñó que los misiles iraníes no son confiables; más de la mitad de los que fueron lanzados se desintegraron en el camino. Los actuales misiles iraníes no pueden eludir las defensas israelíes, por lo que Irán recurre a la sorpresa, lanzando misiles desde ubicaciones inesperadas y en grandes cantidades, con la esperanza de abrumar dichas defensas. Sin embargo, esto es costoso y requiere mantener un gran arsenal de misiles, lo que impone limitaciones logísticas y económicas. Por ejemplo: Los misiles basados en combustible líquido se almacenan durante mucho más tiempo que los misiles de combustible sólido, y esta es una de las razones por las que los persas los prefieren. El precio es una operación enorme de transporte, mantenimiento, reparaciones y, sobre todo, tanques de almacenamiento, lo que también retrasa el proceso y genera “ruido de inteligencia” que no se puede ocultar; el método persa arruina la sorpresa.
Otro problema interesante se presenta a nivel operativo: Irán tiene aproximadamente 3,000 misiles balísticos, de los cuales la mitad pueden alcanzar nuestro territorio y el resto está destinado principalmente a intimidar a los saudíes. La configuración de lanzamiento preferida son los batallones de lanzamiento móviles, ya que una base de misiles fija puede ser atacada incluso si está completamente bajo tierra; una sola observación desde un satélite durante el lanzamiento puede revelar las aperturas de lanzamiento y permitir su destrucción. Pero los iraníes no tienen 3,000 lanzadores móviles, ni siquiera cerca; y los cientos que poseen están en peligro: después del ataque de abril, se alegó que la fuerza aérea atacó en respuesta objetivos a 500 km dentro de Irán, incluso sin entrar en su territorio. Si las afirmaciones son correctas, se trata de un mensaje bastante alarmante para el enemigo: podemos golpearte incluso cuando estés alerta y preparado, incluso en objetivos protegidos, y no hay nada que puedas hacer al respecto.
Esto significa que los persas tendrán que mover sus lanzadores lejos de la frontera occidental, profundamente dentro del país para mejorar su supervivencia. Esto significa una operación de movimientos de tanques, lanzadores y sistemas que pueden generar ruido de inteligencia que revela intenciones, y también una reducción en el alcance de los misiles.
En resumen, el sistema de misiles balísticos de Irán es ciertamente peligroso y versátil, pero no está exento de grandes limitaciones: los sistemas de lanzamiento y las unidades están bien monitoreados por los enemigos de la República Islámica, y los sistemas de defensa de las FDI son capaces de interceptar barrages en varias capas, incluso si son mayores que los lanzados en abril.
Debemos tener en cuenta que el régimen de los ayatolás debe cuidar su arsenal no solo para amenazar a Israel, sino también a Arabia Saudita y a las fuerzas estadounidenses en la región. Sin embargo, cabe recordar que, a pesar de las ventajas tecnológicas, se trata de una amenaza que no debe subestimarse, los ataques iraníes tienen un potencial de daño, sumados estos a las amenazas del Hezbollah (y de otros proxys). Por último, debemos entender que, más allá de lo racional, el líder iraní, Alí Jamenei, percibe el conflicto como una “guerra religiosa”. Este tipo de perspectiva es crucial en las bases conceptuales que guían la toma de decisiones.
Fuentes:
Calcalist. (הקברנית, ניצן סדן)
The Iran Primer (Assaf Orion)
Missile Threat (CSIS)
Fuente MokedBitajon