La CGT consiguió un mínimo salvavidas al tener su foto de familia con el papa Francisco, siempre tan atento a contener a compañeros en desgracia o camino a estarlo: los recibirá el próximo 16 de septiembre, casualidad o no, fecha en la que cayó el gobierno de Juan Domingo Perón en el año 1955 por la levantada militar de la “Revolución Libertadora”.
La visita se realizará en pleno debate por el empleo, la probable reforma laboral, el veto sobre la ley previsional y el futuro jubilatorio impulsado por el gobierno de Javier Milei quien, a través de Guillermo Francos o el asesor Santiago Caputo, hablan con algunos popes sindicales como Héctor Daer y Gerardo Martínez, el más dialoguista de todos los dirigentes sindicales que prefieren esconder sus reclamos hasta lo mínimo posible.
Las paritarias estatales rondarán un 3%, lejísimos de los 30% trimestrales que recibían hasta hace un año, sin contar el futuro descuento del impuesto a las ganancias dispuesto por Milei.
Siempre el debate es si conviene o no convocar a un paro que impulsan Pablo Moyano o Pablo Palazzo, el bancario cuyas fuentes de empleo cayeron como ninguna otra actividad aunque los que sobrevivieron como empleados bancarios perciben las escalas salariales más importantes del país luego de los petroleros y aceitaros.
¿Por qué no activan los dirigentes sindicales? Por dos razones muy importantes. La primera tiene que ver con el humor social y la falta de representatividad que tienen la mayoría de sus dirigentes, callados cuando la decadencia reinaba en el gobierno del Frente de Todos. Y la más fuerte, porque muchas veces sus declaraciones juradas o la de sus organizaciones gremiales distan mucho de cuadrar con lo que debería ser.
Como nunca deben enfrentar o convivir, como se quiera ver, con un gobierno sin ninguna responsabilidad en el pasado ni compromiso previo con el mundo sindical -al cual no tuvo que pedirle ni plata ni favores-.
Javier Milei llegó tan solo que no le debe nada a nadie y mucho menos “a los gordos” o “a los zurdos” ni a los estatales de la CGT y CTA. Y al no haber tenido relación previa que lo aten, su gobierno juega con los muertos en el ropero que tienen la mayoría de los dirigentes sindicales que viajan en autos importados de origen alemán.
Uno de los nuevos “descubrimientos” -que no fue tal porque estaba a la vista de todo el mundo pero nadie se atrevía a cantar que “el rey estaba desnudo”- es el sindicato UATRE, históricamente manejado por Gerardo “Momo” Venegas, el primer macrista del mundo sindical, muy cercano al ex presidente Eduardo Duhalde y quien con su muerte dejó una anarquía debajo de sus pies.
Hoy uno de los sindicatos más poderosos del país es la Unión de Trabajadores y Rurales y Estibadores, conducido por José Voytenco quien, apenas terminó la intervención del gremio, tomó a cargo la obra social -el Registro Nacional y la Mutual- que manejan la salud, el negocio y los seguros de salud de casi 400.000 afiliados.
En el sindicato es el Secretario General. En el RENATRE es el Director y en OSPERA y la ART es el presidente. Lo que se dice, es un hombre con superpoderes y que cobra, por todo “ese sacrificio”, unos $40 millones de pesos. Sus representados, sin embargo, son trabajadores que siempre tienen que lidiar con condiciones laborales más que precarias y sueldos que, en promedio, no superan los $650.000 mensuales.
“Lo van a ir a buscar como a unas ochenta otras obras sociales. El próximo que puede salir en los diarios es Hugo”, le dijo a MDZ uno de los sindicalistas que más conocen de la realidad propia y la de sus colegas. Hugo, por supuesto, es Moyano, cuya obra social siempre ha estado bajo una amigable observación por parte de la Superintendencia.
Su colega gremial mira todo con cierta altivez. Más de una vez, por su filosa postura política, todas las entidades bajo su cargo o responsabilidad fueron revisadas rigurosamente y siempre salió airoso de esas pesquisas a las que fue sometido por no alinearse.
Voytenco, dirigente chaqueño cercano a Coqui Capitanich, heredó el sindicato luego de la muerte de Venegas y el repentino fallecimiento por COVID de Ramón Ayala, el que verdaderamente sabía los secretos de “el momo”. Sin respaldo ni poder, las sucesivas alianzas con Marcelo Urban, Julio Comparada y Pablo Ansaloni -ex PRO convertido al peronismo y amigo de Pablo Moyano- lo hizo ir gastando mucho de sus esfuerzos para mantener el poder y eso resintió severamente los servicios que luego eran reclamados por las entidades rurales de todo el país.
La obra social camionera, sugestivamente conocida como OSCHOCA (sic), puede tener más que un problema si se le audita los $3.000 millones que maneja, reconocen funcionarios de Trabajo que saben que siempre hay un mínimo margen para negociar. “Los túneles que ligan a la mayoría de los dirigentes con Mario Lugones son muy anchos”, reconocía hoy un conocedor directo de ese mundo sindical.
El topo también alertó sobre otra obra social de la que dependen personas mal registradas y con salarios más que pobres, como UATRE. Es la obra social de las empleadas y empleados domésticos, OSPACP, cuyos afiliados deben enfrentar penosas y humillantes situaciones para conseguir una mínima atención médica.
Si bien el tristísimo y penoso espectáculo brindado por Alberto Fernández -que empalma lo político y lo farandulesco- destrozó al peronismo kirchnerista, no hay lugar del espacio alineado con los antiguos miembros de Unión por la Patria que no esté alcanzado por una investigación judicial, denuncia o sentencia social.
Para peor, las acusaciones de Wado De Pedro contra el aliado de su aliado Máximo Kirchner, Sergio Massa, por el supuesto mantenimiento de funcionarios massistas en el gobierno de Javier Milei, no ayuda a mantener cierta confianza entre los socios más poderosos.
“@wadodecorrido no se olvida que fue Sergio quien le quitó la chance de ser candidato a presidente con la presión que le metió a Cristina durante el día de definir la dupla presidencial. El que lo entregó es ella, pero De Pedro prefiere enojarse con Massa, todos sabemos por qué”, confesó alguien que fue testigo de cómo se rompió la relación tras las PASO del año pasado entre los ex funcionarios de Alberto Fernández, cuando el ex ministro del Interior dejó de ser, inclusive, jefe de campaña del por entonces “súper” ministro de Economía.
Fuente MDZ