Por Nicolás J. Portino González
Entre 2003 y 2023, Argentina fue sometida a una política sistemática de empobrecimiento conocida como “pobrismo”, orquestada por el kirchnerismo populista y respaldada, en parte, por un sector de la Iglesia que, lejos de promover la superación de la pobreza, la alimentó con un discurso que glorificaba la miseria. Durante este período, el país experimentó un retroceso económico y social sin precedentes, donde el concepto de pobreza se convirtió en una herramienta de dominación y dependencia. Ahora, con la llegada de un nuevo modelo liberal libertario a partir del 10 de diciembre de 2023, Argentina se enfrenta al desafío de revertir décadas de políticas destructivas y abrazar un futuro de libertad y prosperidad.
La era kirchnerista se caracterizó por una combinación de retórica populista y políticas económicas destructivas que condujeron a la multiplicación de pobres en Argentina. En 2003, cuando Néstor Kirchner asumió el poder, la pobreza afectaba a un sector considerable, pero gestionable de la población. Sin embargo, lejos de resolver este problema, el kirchnerismo lo exacerbó, utilizando el asistencialismo y el control estatal como medios para perpetuarse en el poder. Hasta 2007 la pobreza fue del 37%.
La devaluación intencionada del peso fue una de las herramientas preferidas de este modelo. En 2003, un dólar estadounidense se cotizaba a AR$2,74. Para 2023, el dólar alcanzó un valor de AR$1.355, una devaluación acumulada de 49.353,55%. Esta política no solo destruyó los ahorros y el poder adquisitivo de los argentinos, sino que también alimentó la inflación (Acumulada 2023: 211,4) y la dependencia de un Estado que, lejos de fomentar la creación de riqueza, se dedicó a repartir migajas para mantener a la población cautiva.
En este contexto, la Iglesia Católica, con su histórica influencia en la sociedad argentina, jugó un papel ambivalente. Si bien ha sido fundamental en la asistencia a los más necesitados, también contribuyó a la perpetuación del pobrismo con un discurso que glorificaba la pobreza y la caridad, en lugar de promover la autonomía y el desarrollo individual, más aún con la asunción del Papa Francisco I. En lugar de alentar un cambio real y estructural, se centró en la contención social, consolidando una visión asistencialista que coincidía con la retórica kirchnerista.
La alianza tácita entre el kirchnerismo y la iglesia ha sido uno de los pilares del pobrismo. Mientras los políticos de turno utilizaban a los pobres como moneda de cambio electoral, la iglesia alimentaba un discurso de resignación y aceptación que, en lugar de alentar a la superación, fomentaba la dependencia y la pasividad. Así, quisieron tanto a los pobres que los multiplicaron exponencialmente, convirtiendo a la pobreza en un destino casi ineludible para millones de argentinos, pasando del 37% de 2007 al 52% al finalizar en Diciembre de 2023 el DESgobierno del peor Ex Presidente de la historia: Alberto A. Fernández.
Con la asunción de un nuevo gobierno liberal libertario el 10 de diciembre de 2023, Argentina inicia un camino de ruptura con el pobrismo y la dependencia estatal. Este nuevo modelo se basa en principios de libertad económica, responsabilidad individual y un Estado mínimo que deje de ser un obstáculo para la prosperidad y se convierta en un facilitador de oportunidades.
Los primeros pasos de esta nueva administración ha sido estabilizar el U$S y de hecho mantenerlo en baja, lo mismo que la inflación de los 25 puntos de Diciembre a los 4 puntos mensuales actuales, en tan solo 9 meses. Además, el drástico ajuste fiscal de 15 puntos del PBI (5 puntos del déficit fiscal del tesoro y 10 puntos de pasivos remunerados del BCRA) busca poner fin a la inflación descontrolada acumulada que ha asolado al país durante dos décadas (6.712,73%). Se espera que la prometida reducción impositiva y la desregulación del mercado, permitan liberar las fuerzas productivas y fomentar la creación de empleo genuino y la llegada de inversiones.
El nuevo paradigma liberal libertario rechaza el asistencialismo que ha caracterizado al pobrismo. En lugar de subsidios y planes sociales que perpetúan la dependencia, se promoverán políticas que permitan a cada ciudadano alcanzar su máximo potencial. Se buscará desmantelar el entramado clientelar que ha mantenido a millones de argentinos cautivos de la pobreza y devolverles la dignidad a través del trabajo y la responsabilidad individual.
El objetivo es claro: transformar la Argentina en un país donde la pobreza no sea el estado natural, sino una condición transitoria que pueda y deba ser superada a través del esfuerzo, la innovación y la libertad. La idea de que el éxito y la prosperidad son inmorales ha comenzado a ser drásticamente reemplazada por una cultura del mérito y la superación personal, donde cada argentino tenga la oportunidad de crecer y desarrollarse en un marco de igualdad de oportunidades.
La Argentina posterior al 10 de Diciembre de 2023 debe dejar atrás la trampa del pobrismo y abrazar un futuro de libertad y prosperidad. La alianza entre el kirchnerismo y la iglesia, que tanto quisieron a los pobres que los multiplicaron, debe ser reemplazada por un modelo que valore la creación de riqueza, el trabajo duro y la independencia económica.
El camino no será fácil. Los desafíos son enormes y las resistencias, fuertes. Pero el nuevo modelo liberal libertario trae consigo la esperanza de un cambio verdadero, donde cada argentino pueda ser dueño de su destino, libre de la tutela opresiva del Estado y de la resignación promovida por quienes han hecho de la pobreza un negocio.
Es el momento de recuperar el espíritu emprendedor y la dignidad que caracterizaron a este país en el pasado. Con libertad, responsabilidad y trabajo, Argentina puede volver a ser un faro de prosperidad en la región. El 10 de diciembre de 2023 marcó el inicio de este camino. Un camino que, con esfuerzo y convicción, nos llevará a un futuro de grandeza y libertad.