Por Francisco Jueguen
Los empresarios metalúrgicos vuelven a advertir por la posible pérdida de empleos en el sector
Probablemente, sin reparar en ellos, Donald Trump les hace un favor a los industriales argentinos al dotarlos de un potente discurso sobre el devenir del comercio mundial en momentos en que el gobierno de Javier Milei -el principal aliado del republicano en América latina y hasta podría decirse, en el mundo- apuesta a la apertura económica para reducir precios.
“Los aranceles, y solo los aranceles, crearon esta enorme riqueza para nuestro país. Luego pasamos al impuesto sobre la renta. Nunca fuimos tan ricos como durante este período. ¡Los aranceles saldarán nuestra deuda y harán a Estados Unidos rico otra vez!”, escribió el viernes 3 el presidente electo de los Estados Unidos en su cuenta de X, reposteando un gráfico en el que se ve el peso de los aranceles con relación a los ingresos del gobierno federal estadounidense.
Los mejores momentos de esa curva, según ese gráfico, se daban antes de 1930, incluso en el siglo XIX. Un homenaje a MAGA (Make America Great Again o Hacer grande a América otra vez), en línea con el revisionismo que propone el libertario Make Argentina Great Again.
El discurso proteccionista de Trump –en guerra comercial y tecnológica con China- encuentra eco en una discusión sobre la competitividad de la economía argentina entre Milei y el sector privado que acaparará 2025, y que ya asomó a fines del año pasado luego de que el Ministerio de Economía facilitara e hiciera más baratas las compras de productos importados a través de llamado sistema courier. Antes había eliminado otros eslabones de la protección comercial (licencias no automáticas, permisos de importación y posteriormente el impuesto PAIS). En medio de advertencias por el atraso cambiario y la elevada presión tributaria sobre el sector formal, la Unión Industrial Argentina (UIA) protestó entonces. Ni Milei ni el ministro de Economía, Luis Caputo, asistieron a la conferencia industrial. Caputo tampoco hizo lugar en su agenda para recibirlos a fin de año en el Palacio de Hacienda, como se había dejado trascender.
Un nuevo capítulo: acciones urgentes
El año nuevo ya tiene el primer capítulo de este contrapunto entre empresas y el Gobierno, en el que los empresarios reclaman bajar el costo argentino para encarar una “integración inteligente” al mundo. Una solución secuencial para ganar tiempo. En la víspera del Año Nuevo, Propymes (Techint) pidió un informe a dos exsecretarios de Industria durante el gobierno de Mauricio Macri (Martín Etchegoyen y Fernando Grasso). Se terminó titulando “Una agenda común para crear más inversión y empleo en Argentina: eliminar impuestos distorsivos para competir en una cancha nivelada”. La presencia de Techint fue disimulada por el respaldo de otras diez cámaras que le pusieron su sello final al documento.
Ya al cierre del encuentro de Propymes en diciembre, el líder del Grupo Techint, Paolo Rocca, en una conversación con el entonces secretario de Comercio, Pablo Lavigne, había destacado: “El Gobierno sobrecumplió, pero hay que nivelar la cancha”.
“Necesitamos acciones urgentes para reducir la presión impositiva y reformas de competitividad para permitir que nuestras empresas puedan competir de igual a igual con el mundo”, afirmó en una de sus conclusiones el documento al que accedió La Nación
“Coincidimos con la agenda de normalización económica que se está llevando a cabo, ya que consideramos una macroeconomía ordenada y estable como la base necesaria para devolverle competitividad estructural a nuestro país. Sin embargo, aunque la estabilidad macroeconómica es un primer paso necesario, no es suficiente”, aclaró el informe del sector industrial, que reúne a 17.000 empresas, aporta el 5,6% del PBI, exporta US$11.500 millones al año y genera 350.000 empleos. “Es crucial el diálogo con el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y municipales para ajustar la presión tributaria con la misma agilidad con la que buscamos integrarnos al mundo. De lo contrario, corremos el riesgo de enfrentar un escenario de desindustrialización, con menos empresas y menos empleo”, cerraron. Es una advertencia similar a la que había hecho la UIA y que ofendió al Presidente y a Caputo antes de la conferencia industrial de fin de año.
Producir en la Argentina tiene una carga impositiva del 32%, el doble que Brasil y México (una comparación con países industriales en la región y en los que Techint tiene presencia). El informe compara la composición de la carga tributaria en la puerta de la fábrica, sin IVA, en estructura metálica (40%) frente al 18% de Brasil o el 15% de México; silos (34% frente a 15% y 19%, respectivamente), remolque (33% frente a 18% y 17%), acoplado (33% frente a 21% y 16%), sembradora (33% frente a 15% y 19%), secadora (33% frente a 15% y 18%), rolo (32% frente a 15% y 16%), auto/pickup (33% frente a 16% y 15%), embolsadora (31% frente a 14% y 17%), extractora (31% frente a 15% y 17%), termotanque (30% frente a 13% y 14%), tolva (30% frente a 14% y 18%), cocina (30% frente a 13% y 14%), cabezal maicero (30% frente a 14% y 15%), envase de alimento (30% frente a 17% y 12%), lavarropa (29% frente a 15% y 14%) y heladera (26% frente a 12% y 11%).
“En promedio, más de un tercio de la carga tributaria sobre la actividad metalúrgica son impuestos considerados ‘distorsivos’ debido a su menor incidencia en países comparables y su impacto acumulativo en la cadena de valor”, estimaron las cámaras empresarias. Específicamente, mencionaron el impuesto a créditos y débitos bancarios, Ingresos Brutos, el impuesto a los sellos/otros y tasas municipales. Solo el llamado impuesto al cheque depende del gobierno nacional.
Además, especificaron que el costo laboral en la Argentina representa el 67% de la masa salarial. “A pesar de tener índices de siniestralidad similares, la litigiosidad laboral en la Argentina es 10 a 20 veces superior al de países comparables”, se afirmó. El financiamiento al sector privado –que está creciendo- además es de 12% del PBI (en Estados Unidos es de 195% y en Chile, por caso, de 109%) y mencionaron que la Argentina está entre los países con peor desempeño logístico. En ese sentido, el país “se encuentra en las peores posiciones en los ránking mundiales de competitividad”.
Sobre el final, el discurso de Trump que gana fuerza en el mundo terminó volviendo. No sólo mencionan ejemplos de incentivos, promoción y financiamiento al sector privado (Inflation Reduction Act, en Estados Unidos; Horizon Europe, Repower UE, Invest UE, en la Unión Europea; Nova Industria, en Brasil; o Rumbo a una Política Industrial, en México), sino que se encargan de remarcar que el país, con la apertura propuesta por el Gobierno, va en sentido contrario de lo que pasó en los últimos diez años en el mundo, donde -dicen- crecen las medidas de “defensa comercial”. Un 40%, recalcaron, están relacionadas con actividades metalúrgicas y orientadas contra el “comercio desleal de China”, el segundo socio comercial de la Argentina, hasta el momento, y el principal contrincante en el comercio mundial de los EE.UU.
Fuente La Nación