Washington-18 de febrero de 2025-Total News Agency (TNA) – La administración de Donald Trump se prepara para anunciar este miércoles 19 de febrero la designación de varios grupos criminales mexicanos como organizaciones terroristas, una medida que, aunque esperada, ha generado debate sobre su efectividad y las implicaciones para la relación bilateral entre México y Estados Unidos. Según fuentes oficiales, los cárteles incluidos en la lista son el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el Cártel del Noreste, la Nueva Familia Michoacana y los Cárteles Unidos.
La decisión, que busca endurecer las acciones contra el narcotráfico y la violencia asociada a estos grupos, podría representar un cambio significativo en la estrategia de seguridad regional. Sin embargo, expertos advierten que la designación, por sí sola, no será suficiente para combatir el fenómeno del crimen organizado si no se acompaña de un diagnóstico detallado, estrategias conjuntas y una coordinación efectiva entre ambos países.
Estructuras fragmentadas y alianzas débiles: el desafío de los cárteles designados
Uno de los principales problemas de la designación es que no refleja la complejidad actual de las organizaciones criminales en México. El Cártel de Sinaloa, por ejemplo, ya no opera como un bloque unificado. Tras la detención de Joaquín “El Chapo” Guzmán, la organización se fragmentó en dos grandes facciones: el grupo liderado por Ismael “El Mayo” Zambada, conocido como “La Mayiza”, y el de “Los Chapitos”, encabezado por los hijos del Chapo. Estas facciones, lejos de actuar de manera coordinada, mantienen enfrentamientos internos y cuentan con subdivisiones que operan de forma autónoma en distintas regiones del país.
Por su parte, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), liderado por Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, parece tener una estructura más centralizada. Sin embargo, su modelo de expansión se basa en una política de franquicias que ha dado lugar a la creación de grupos locales como Tabasco Nueva Generación y Michoacán Nueva Generación. Estas alianzas, aunque útiles para ampliar su alcance territorial, son intrínsecamente débiles y propensas a rupturas internas, lo que podría comprometer la estabilidad del cártel en el mediano plazo.
Los otros cárteles incluidos en la lista, como el Cártel del Noreste, la Nueva Familia Michoacana y los Cárteles Unidos, no tienen la capacidad operativa de las dos grandes organizaciones. Estos grupos, aunque extremadamente violentos, suelen especializarse en actividades específicas como el tráfico de personas, la extorsión y el secuestro. Además, a menudo operan bajo la influencia de los cárteles más grandes, lo que limita su capacidad de acción independiente.
Otros actores relevantes fuera de la designación
Además de los cárteles mencionados, existen otras organizaciones criminales que, aunque no fueron incluidas en la lista, desempeñan un papel clave en el panorama delictivo de México. Entre ellas se encuentran el Cártel de los Salazar, Los Rusos en Tijuana, La Línea en Ciudad Juárez, Gente Nueva y el grupo de “El Chapo Isidro”. Estas organizaciones, aunque menos mediáticas, tienen un impacto significativo en sus áreas de influencia y mantienen vínculos con los grandes cárteles, actuando como brazos operativos o aliados estratégicos.
La importancia de una estrategia conjunta y bien definida
La designación de los cárteles como terroristas podría abrir la puerta a acciones más contundentes por parte de Estados Unidos, incluyendo operaciones unilaterales en territorio mexicano. Sin embargo, para que la medida sea realmente efectiva, es imprescindible que ambos países trabajen de manera conjunta en la elaboración de un diagnóstico preciso y la definición de objetivos claros.
Esto implica la creación de listas detalladas que incluyan a los líderes de los cárteles, sus operadores, lavadores de dinero, proveedores, socios políticos y principales negocios. Estas listas deben ser compatibles entre ambos países y servir como base para el desarrollo de estrategias conjuntas que combinen inteligencia operativa y acciones legales.
Un enfoque coordinado permitiría también desmantelar las redes de tráfico de armas, lavado de dinero y otras operaciones que vinculan a los cárteles mexicanos con actores estadounidenses, como vendedores de armas y facilitadores financieros. Sin esta colaboración, la designación corre el riesgo de convertirse en una herramienta discrecional, utilizada de manera arbitraria y sin un impacto real en la lucha contra el crimen organizado.
Precedentes internacionales: lecciones para México y Estados Unidos
La experiencia internacional ofrece ejemplos útiles sobre cómo implementar acuerdos efectivos tras la designación de grupos criminales como terroristas. En Colombia, la declaración de las FARC, el ELN y las Autodefensas Unidas como organizaciones terroristas permitió una coordinación estrecha con Estados Unidos, que incluyó la captura de líderes clave, el desmantelamiento de estructuras operativas y la reducción de su influencia en el país.
En España, la designación de la ETA como grupo terrorista facilitó la implementación de estrategias conjuntas que llevaron al debilitamiento progresivo de la organización, mientras que en Irlanda, la inclusión del IRA y otros grupos paramilitares en la lista de organizaciones terroristas permitió pacificar el país y reincorporar a las alas políticas de estos movimientos a la vida social.
En todos estos casos, la clave del éxito fue la combinación de objetivos claros, estrategias operativas bien definidas y una colaboración estrecha entre los países involucrados. Sin embargo, también se observó que, aunque estas medidas lograron reducir significativamente la violencia, no eliminaron por completo el fenómeno del crimen organizado.
El costo político de la designación para méxico
El gobierno mexicano enfrenta un desafío importante ante la designación de los cárteles como terroristas. Durante años, la estrategia de “abrazos, no balazos” ha sido criticada por permitir el fortalecimiento de los grupos criminales y su creciente influencia en los círculos de poder. Esta política ha generado vínculos estrechos entre el crimen organizado y sectores políticos, lo que complica aún más la implementación de una estrategia efectiva.
No obstante, la designación también representa una oportunidad para que México recupere legitimidad y demuestre su compromiso en la lucha contra el crimen organizado. Si el gobierno mexicano decide colaborar plenamente con Estados Unidos, podría limpiar su imagen internacional y avanzar hacia el desmantelamiento de las redes criminales que han afectado al país durante décadas.
Una hoja de ruta clara para el futuro
La designación de los cárteles como organizaciones terroristas es solo el primer paso en un proceso que requiere voluntad política, coordinación binacional y objetivos bien definidos. La clave del éxito radica en la capacidad de ambos países para trabajar juntos en la identificación de líderes, operadores y redes de apoyo, y en la implementación de estrategias conjuntas que aborden tanto las raíces del problema como sus manifestaciones más visibles, según analizó el especialista Jorge Fernández Menéndez en el sitio de Excelsior