Buenos Aires, 4 de junio – Total News Agency-TNA-La creciente presencia del Banco de Desarrollo de China (CDB) en Latinoamérica ha convertido al gigante asiático en uno de los principales actores financieros de la región, con inversiones millonarias en sectores estratégicos como la energía, el transporte y la minería. Sin embargo, detrás de estos desembolsos se acumulan preocupaciones por la falta de transparencia, las condiciones impuestas y los impactos socioambientales de los proyectos.
El CDB, un instrumento clave del Partido Comunista chino (PCCh), ha prestado entre 2019 y 2023 un promedio anual de USD 1.300 millones en América Latina y el Caribe, según la plataforma de periodismo investigativo Dialogue Earth. A través de este banco, Pekín canaliza su estrategia geopolítica y económica, con el objetivo de expandir su influencia en países democráticos a través del endeudamiento y el financiamiento condicionado.
Estas operaciones, aunque presentadas como acuerdos de inversión o cooperación técnica, responden directamente a intereses del Estado chino. “Los bancos y entidades financieras chinas operan bajo la orientación política del Partido Comunista”, explicó Sergio Cesarin, del Centro de Estudios sobre Asia del Pacífico e India de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. “Su accionar está alineado con los lineamientos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) y no se ajusta a una lógica bancaria tradicional”, añadió.
Proyectos cuestionados y consecuencias visibles
El impacto de esta política se manifiesta en obras de alto perfil y alto riesgo. La ONG ecuatoriana Latinoamérica Sustentable (LAS) identificó múltiples proyectos con financiamiento del CDB que enfrentan denuncias por irregularidades, daños ambientales y falta de cumplimiento. Entre ellos se destacan:
- Complejo Hidroeléctrico Santa Cruz (Argentina): liderado por la empresa china Gezhouba, el proyecto fue criticado por su potencial impacto en el glaciar Perito Moreno, patrimonio natural de la humanidad. En 2023, la obra fue suspendida por falta de fondos.
- Autopista Mar 2 (Colombia): ejecutada por China Harbour Engineering Company, provocó deslizamientos que afectaron a más de 300 familias en la localidad de Dabeiba.
- Mina de cobre Mirador (Ecuador) y mina de oro Las Cristinas (Venezuela): ambas con financiamiento chino, enfrentan acusaciones por afectación ambiental y conflictos con comunidades locales.
- Central Hidroeléctrica San Gabán III (Perú): su construcción, también financiada por el CDB, acumula demoras, aunque se prevé que entre en operación en 2026.
- Infraestructura inconclusa en Venezuela: entre ellas, la línea férrea Tinaco-Anaco y una planta procesadora de arroz de PDVSA Agrícola.
Según LAS, muchos de estos proyectos carecen de estándares de evaluación ambiental y social, y no ofrecen mecanismos institucionales de reclamo para las comunidades afectadas.
Condiciones ocultas y dependencia estructural
Más allá de los problemas de ejecución, los expertos advierten sobre los riesgos estructurales que implican los acuerdos con bancos chinos. “La creencia de que China financia sin pedir concesiones es errónea”, sostuvo Cesarin. “En realidad, esos préstamos están condicionados al uso exclusivo de tecnología, insumos y mano de obra chinos, o a la cesión de control sobre recursos estratégicos”.
Federico Rabino, director del Instituto Fernando de la Mora de Paraguay, apuntó que los préstamos del CDB no se otorgan en base a un análisis técnico-financiero del riesgo ni de la capacidad de pago de los países. “Lo que le importa a China es el posicionamiento. Estos préstamos terminan atrapando a las naciones en una trampa de deuda que erosiona su capacidad de negociación”, explicó.
Rabino advirtió además que los países prestatarios enfrentan una marcada desventaja en las negociaciones: “Tratar con empresas chinas o sus bancos estatales es, en los hechos, negociar directamente con el Partido Comunista chino”.
Geopolítica con forma de financiamiento
Este tipo de financiamiento es parte integral de la diplomacia económica de Pekín. El CDB y el Banco de Exportación e Importación de China (CHEXIM), junto con gigantes como el Banco Industrial y Comercial de China, actúan en bloque como vehículos de expansión global. Su estructura responde a una lógica de Estado, donde los intereses comerciales están subordinados a objetivos políticos y estratégicos.
La expansión del financiamiento chino en América Latina no solo redefine el mapa de inversiones regional, sino que también plantea un desafío directo a la autonomía de los gobiernos democráticos. El costo de acceder a capital chino puede ser mucho más alto que el financiero: la pérdida de soberanía sobre decisiones estratégicas y recursos vitales.