Ushuaia, 5 de junio – Total News Agency-TNA–Empresarios de China y Rusia mantienen avanzadas negociaciones con el gobernador de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, para desarrollar ambiciosos proyectos energéticos en la provincia más austral del país. Mientras el gigante asiático ya firmó un acuerdo para construir una planta petroquímica, la empresa estatal rusa Gazprom evalúa desembarcar en el territorio para reactivar yacimientos de hidrocarburos abandonados por YPF y desarrollar nuevas áreas aún sin explotar. Este tipo de inversiones son de caracter estrategico y deberia tallar el gobierno nacional con un poco más de “energia”
Según fuentes oficiales del gobierno fueguino, Melella lleva semanas encabezando gestiones de alto nivel con delegaciones extranjeras interesadas en invertir en el sector energético local. El proyecto con capitales chinos contempla la creación de una planta petroquímica que permitirá industrializar el gas que la provincia recibe en concepto de regalías, lo que significaría un salto estratégico en la cadena de valor del recurso natural. El convenio ya fue firmado entre los empresarios chinos y Terra Ignis, la petrolera estatal de Tierra del Fuego.
En paralelo, la administración fueguina mantiene negociaciones con Gazprom, la mayor empresa energética de Rusia y una de las más poderosas del mundo. Con más de 450.000 empleados y una participación cercana al 15% de las reservas globales de gas, la firma rusa estudia asociarse con Terra Ignis para recuperar áreas petroleras que YPF dejó inactivas y explorar nuevos campos convencionales en el norte y centro de la Isla Grande.
La posible llegada de Gazprom ha sido bien recibida por sindicatos, cámaras empresarias y sectores industriales fueguinos, que valoran tanto la inversión extranjera como la eventual generación de empleo y dinamismo económico que podrían derivarse del acuerdo. Sin embargo, esta apertura provincial a capitales rusos y chinos genera tensiones en el plano diplomático, dada la firme alineación del presidente Javier Milei con Estados Unidos.
Desde que asumió, el jefe de Estado ha definido una política exterior abiertamente proestadounidense, dejando en claro su rechazo a los vínculos con gobiernos como los de China y Rusia. En ese marco, la Casa Rosada acordó con Washington el desarrollo de una base naval conjunta en Ushuaia. Esta infraestructura estratégica, que se ubicará en el extremo sur del continente, fue presentada como un paso para reforzar la cooperación militar bilateral y asegurar la presencia de ambos países en una zona clave del Atlántico Sur.
El 30 de abril pasado, el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, almirante Alvin Holsey, visitó el puerto de Ushuaia acompañado por la encargada de Negocios de la Embajada norteamericana, Abigail Dressel. Ambos recorrieron las instalaciones del Comando del Área Naval Austral de la Armada Argentina, desde donde se monitorean rutas marítimas vitales para el comercio global. Un día antes, Holsey había sido recibido por el propio Milei en Buenos Aires, en un encuentro donde se reafirmaron los compromisos de defensa conjunta y colaboración en materia de seguridad regional.
En ese contexto, las gestiones de Melella con potencias euroasiáticas desafían el enfoque geopolítico del gobierno nacional. Si bien Estados Unidos ha manifestado históricamente su oposición a las inversiones chinas en infraestructura estratégica latinoamericana, hasta el momento no ha fijado una posición explícita respecto a Rusia. No obstante, la dimensión de los acuerdos fueguinos y el perfil de las empresas involucradas podrían despertar inquietud en Washington.
El contraste entre las necesidades de desarrollo de las provincias y la doctrina ideológica de la administración nacional comienza a delinear un nuevo punto de fricción interna en la política argentina. Mientras el gobierno de Tierra del Fuego prioriza atraer capitales para diversificar su matriz productiva y mejorar el empleo local, la Casa Rosada se mantiene firme en su alianza con Estados Unidos, incluso si eso implica poner límites al ingreso de fondos chinos o rusos.
El caso de Tierra del Fuego podría convertirse en un termómetro del pulso que marcará el federalismo económico en los próximos años: provincias que negocian su destino con actores globales, frente a un gobierno nacional que define alianzas geopolíticas con lógica unitaria.