Brasilia, 28 de junio de 2025 – Total News Agency-TNA-La primera dama de Brasil, Rosângela da Silva, conocida popularmente como Janja, se ha transformado en una figura central de controversia dentro del oficialismo, desatando críticas internas en el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y generando un visible desgaste político en la imagen presidencial. Su creciente exposición en ámbitos diplomáticos y políticos ha provocado incomodidad entre ministros, legisladores aliados y actores del ámbito institucional.
El episodio más reciente tuvo lugar a principios de mayo durante una cena oficial en Beijing, donde Lula encabezaba una misión económica junto al presidente chino, Xi Jinping, para sellar acuerdos comerciales. En un momento no previsto del acto, Janja tomó la palabra y cuestionó directamente el funcionamiento del algoritmo de TikTok, acusándolo de favorecer contenidos de derecha. La intervención, considerada extemporánea por diplomáticos presentes, fue filtrada a la prensa y amplificó el debate en torno a su rol.
La politóloga Beatriz Rey, profesora en la Universidad de Lisboa, resumió el malestar que la situación genera en algunos sectores del sistema político brasileño: “Cuando dice que no habrá protocolos para silenciarla, deslegitima las instituciones democráticas. No tiene funciones formales en el gobierno”.
Aunque no ocupa un cargo institucional, la primera dama ha opinado sobre asuntos de alta sensibilidad política y ha sido señalada por su presunta influencia en decisiones como la actuación de las Fuerzas Armadas durante los disturbios del 8 de enero de 2023 en Brasilia. También ha hecho declaraciones públicas contra empresarios como Elon Musk y se refirió de forma polémica al suicidio de un simpatizante del expresidente Jair Bolsonaro.
En declaraciones recientes a un pódcast del diario Folha de S. Paulo, Janja justificó su protagonismo: “No voy a cenas solo para acompañar. Sé cuáles son mis límites”, dijo, aunque dentro del oficialismo muchos advierten que esos límites se han desdibujado.
Según una encuesta publicada por el instituto Datafolha el 12 de junio, el 36% de los brasileños considera que su actuación perjudica al gobierno, mientras que apenas el 14% cree que lo beneficia. El estudio, el primero en medir específicamente la imagen de la primera dama, coincide con un aumento de ocho puntos en la desaprobación presidencial, que se ubica ahora en el 40%.
En respuesta a las críticas, la Presidencia de la República emitió un comunicado el 20 de junio defendiendo la actuación de Janja como “una ciudadana comprometida con causas sociales”, dentro de los lineamientos de la Abogacía General de la Unión (AGU). Sin embargo, los propios documentos de la AGU establecen que el rol del cónyuge presidencial debe limitarse a tareas protocolares en actos oficiales o de representación.
La polémica también se trasladó al Congreso y al gabinete. Según medios brasileños, funcionarios del propio Partido de los Trabajadores (PT) manifestaron en privado su preocupación por el impacto que tiene la figura de la primera dama sobre la estrategia de comunicación del gobierno. “Janja rejuvenece a Lula, eso nadie lo niega, pero cuando se extralimita, arrastra parte de su rechazo hacia él”, aseguró una fuente oficialista a la agencia AP.
Para contrarrestar las críticas, el PT lanzó en mayo la campaña “#EstouComJanja” en redes sociales, con resultados modestos: menos de 100.000 visualizaciones y una escasa adhesión digital.
Mientras tanto, el entorno presidencial defiende su libertad de acción. En marzo, Lula fue contundente: “Ella dirá lo que quiera y estará donde quiera estar”, declaró tras enviar a Janja como representante a una cumbre sobre nutrición en París.
Desde la oposición, el creciente protagonismo de la primera dama es celebrado. “Cuanto más habla, más nos favorece”, declaró el diputado bolsonarista Nikolas Ferreira, uno de los referentes del ala dura de la derecha.
La controversia crece en un momento crucial para el gobierno de Lula, que buscará reforzar su liderazgo regional e internacional en la próxima cumbre del BRICS a realizarse en Río de Janeiro los días 6 y 7 de julio. Janja, según confirmaron fuentes oficiales, tendrá un papel protagónico como anfitriona del evento, lo que renueva los cuestionamientos sobre los límites del rol institucional de los cónyuges presidenciales y su influencia en la toma de decisiones.
Analistas coinciden en que el caso de Janja vuelve a poner en el centro del debate la relación entre imagen pública, comunicación política e institucionalidad. En un momento de pérdida de apoyo para Lula y de creciente desconfianza hacia las figuras del poder, el papel de la primera dama se presenta como un factor inesperado que reconfigura tensiones internas en el oficialismo y alimenta la narrativa opositora.