Una trama empresarial para mover media tonelada sin ser vista
Buenos Aires, 9 de septiembre de 2025-Total News Agency-TNA-La caída en España de un envío de 500 kilos de cocaína ocultos dentro de un torno industrial que salió de la Argentina expuso una ingeniería narco que mimetizó la droga con operaciones de comercio exterior “legítimas”. La causa, hoy bajo la órbita penal económica, describe una red societaria con “empresas pantalla” y rutas documentales que triangulaban movimientos entre Argentina, Perú, Colombia, Portugal y Panamá, con múltiples despachos y reexportaciones de la misma maquinaria para borrar huellas. En paralelo, aquí se encadenaron 18 allanamientos y ya hay cuatro detenidos; el caso escaló a Orán (Salta) y a depósitos fiscales del área metropolitana, con el juez Gustavo Meirovich al frente y cooperación de PFA y Policía Nacional de España bajo la figura de “entrega vigilada” hasta puerto europeo. La película completa desnuda algo incómodo: el hallazgo se gatilló después de una alerta extranjera y la acción determinante ocurrió fuera del control local.
Cómo operaba la red del torno
El método combina manual del “comercio espejo” y logística pesada: maquinaria industrial como contenedor de estupefaciente, rotaciones aduaneras para generar “historial” limpio, sociedades efímeras con domicilios de baja trazabilidad y despachos encadenados que circulan por la hidrovía para, recién entonces, embarcar a Europa. Ese “camuflaje industrial” replica patrones ya detectados en la UE: maquinaria declarada como chatarra, equipos de climatización o incluso pieles de bovino como soporte del estupefaciente. No es nueva la sofisticación: sí lo es que nuestros controles sigan llegando tarde.
El eslabón fallido: un capitán que avisó
El contraste más corrosivo para la credibilidad de las fuerzas y los controles argentinos es el antecedente reciente en San Lorenzo (Santa Fe): casi 500 kilos de cocaína fueron detectados en un buque cerealero tras una alerta del propio capitán y gestiones con la Unidad de Información Financiera. La versión oficial subrayó el profesionalismo, pero el dato duro es otro: el “gran golpe” no surgió de una investigación local de profundidad, sino de un aviso de quien comandaba la nave. Cuando la prevención depende del azar o de la conciencia de un tercero, el sistema falla donde más importa: en puerto y aduana.
La avioneta caída y el azar como aliado
La otra postal que desnuda la debilidad del control es aérea: avionetas cargadas con más de 350 kilos de cocaína que se precipitan o son detectadas no por inteligencia proactiva, sino porque cayeron o quedaron a la vista. En Chaco (Avia Terai) y, más tarde, en Entre Ríos, la secuencia se repitió: hallazgos post siniestro, recolecta de evidencia (hasta el GPS de la aeronave) y detenciones a posteriori. Mérito cuando lo hay, sí; pero el patrón es que los grandes cargamentos se “pinchan” por eventos fortuitos, no por trazabilidad sistemática de rutas y flotas.
Operativos menores, cargas mayores
El balance comunicacional abunda en “microprocedimientos”: búnkeres de narcomenudeo, incautaciones de kilos o decenas de kilos, detenciones en retail. Pero las medias toneladas siguen viajando en containers o máquinas industriales. En el caso del torno, la “entrega vigilada” fue indispensable; en San Lorenzo, la denuncia del capitán fue decisiva; en las avionetas, el accidente. En todos, el patrón se repite: cuando el Estado llega a tiempo es porque alguien afuera avisó o porque el azar intervino. Esto no es “mala suerte”: es déficit de inteligencia criminal, segmentación de controles sin enfoque de riesgo, aduanas desbordadas y puertos con rayos X y perfiles subutilizados.
Puertos, aduanas y la hidrovía: el cuello de botella
La hidrovía es una autopista fluvial que recorre 3.400 kilómetros y mueve millones de toneladas de carga. Con esa escala, pretender un control “uno a uno” es ilusorio: lo serio es perfiles dinámicos, integración de bases tributarias y marítimas, listas de vigilancia de despachantes y sociedades con rotaciones sospechosas, y auditorías de cadena logística (depósitos fiscales, transferencias interportuarias, consolidación/desconsolidación). España activó su alerta y pidió la entrega vigilada; Argentina debería poder anticiparse, no correr de atrás.
De la foto al plan: lo que falta
- Inteligencia de verdad. No confundir “operativo” con investigación. La primera contiene; la segunda desarticula. Se requiere un centro de fusión interagencial con analítica sobre tránsitos, consignatarios, NCM, IMEI/IMEA de equipos, y patrones de “maquinaria reincidente”.
- Riesgo aduanero real. Menos aleatorio y más matemático: perfiles que cruzen historial de la carga, empresa, despachante, seguro, ruta y operador logístico para asignar inspección intrusiva.
- Control en puertos privados. Homologación de estándares y multas que duelan cuando la inspección se terceriza pero el riesgo es público.
- Seguimiento de “torno, compresor, climatizador”. No es capricho: es modus operandi. Si Europa incauta maquinaria con droga, Argentina debe marcar cada envío similar.
Línea de fondo
La media tonelada camuflada en un torno, la media tonelada casi inadvertida en San Lorenzo y las avionetas caídas cuentan la misma historia: no faltan uniformes, falta profundidad investigativa. Mientras las grandes cargas sigan cayendo por aviso de un capitán, por alerta extranjera o por azar, las fuerzas de seguridad argentinas podrán mostrar procedimientos, pero no impedir el negocio. La diferencia entre perseguir narcos y desmantelar narcoexportaciones se mide en toneladas y en timing: hoy, la balanza no está de nuestro lado.