Introducción
La región del Caribe se encuentra en un momento de alta tensión debido a la escalada militar entre Estados Unidos y Venezuela. El reciente despliegue de cazas F-35 en Puerto Rico, ordenado por el presidente estadounidense Donald Trump, y las maniobras militares de Venezuela bajo el liderazgo de Nicolás Maduro han intensificado un enfrentamiento que, aunque enmarcado en la lucha contra el narcotráfico, levanta temores de una confrontación mayor. Este informe analiza los eventos recientes, sus implicaciones y el contexto político y militar que los rodea.
Despliegue militar estadounidense en Puerto Rico
Llegada de los F-35 y presencia militar
El sábado 13 de septiembre de 2025, cinco cazas F-35 estadounidenses aterrizaron en la antigua base naval de Roosevelt Roads, en Ceiba, Puerto Rico, como parte de una operación liderada por la administración Trump para combatir el narcotráfico en el Caribe. Este movimiento forma parte de un despliegue más amplio que incluye el envío de 10 cazas stealth, helicópteros, aviones Osprey y personal militar a la isla, según reportes de Reuters. La llegada de las aeronaves, captada en video, marca una de las mayores movilizaciones militares de EE.UU. en la región en los últimos años.

La operación se produce tras una visita sorpresa del secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, acompañado de altos mandos militares, lo que subraya la importancia estratégica de Puerto Rico en este contexto. Sin embargo, el Pentágono ha evitado confirmar cambios en su postura militar, con un portavoz declarando: “No tenemos anuncios sobre cambios en la postura de fuerza actualmente”. Este despliegue ha generado protestas locales en Puerto Rico, donde sectores de la población critican la militarización de la isla.
Contexto de la operación antidrogas
La administración Trump ha justificado estas acciones como parte de una estrategia para contrarrestar a los cárteles de la droga, particularmente el denominado Cártel de los Soles, al que Washington acusa de estar liderado por el presidente venezolano Nicolás Maduro. La Casa Blanca ha intensificado su retórica, calificando a Maduro como un “narco-terrorista” y ofreciendo una recompensa de 50 millones de dólares por información que facilite su captura. Además, el despliegue incluye una significativa presencia naval, con al menos ocho buques, un submarino de propulsión nuclear y 4,500 marines y marineros en la región.
El 2 de septiembre, EE.UU. llevó a cabo un ataque contra una embarcación venezolana cerca de Trinidad y Tobago, en el que murieron 11 personas. Washington afirmó que la nave estaba vinculada al narcotráfico y al grupo criminal Tren de Aragua, aunque no ha presentado pruebas públicas que sustenten esta acusación. Este incidente ha sido un punto de inflexión en las tensiones bilaterales, exacerbando las fricciones con Caracas.
Respuesta venezolana: maniobras militares y denuncias
Plan Independencia 200 y adiestramiento militar
En respuesta a las acciones estadounidenses, el gobierno de Nicolás Maduro ha intensificado sus preparativos militares. El sábado, Venezuela llevó a cabo una jornada masiva de adiestramiento en 312 cuarteles y unidades militares, bajo el marco del Plan Independencia 200. Este plan, según el presidente Maduro, busca preparar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), cuerpos combatientes y milicias para una “resistencia activa prolongada” ante posibles agresiones externas. Maduro ha instado a la población a debatir estrategias para una eventual “lucha armada” en defensa de la soberanía nacional.

El ministro de Defensa, Vladimir Padrino, anunció un incremento de tropas en regiones costeras clave, como la Guajira en el estado Zulia, la península de Paraguaná en Falcón, la isla de Nueva Esparta y los estados de Sucre y Delta Amacuro, identificados como rutas de narcotráfico. Estas acciones reflejan la postura de Caracas de reforzar su defensa frente a lo que percibe como una amenaza directa de EE.UU.
Denuncias de agresión estadounidense
Caracas ha denunciado lo que considera una escalada bélica por parte de Washington. El canciller Yván Gil acusó a un destructor estadounidense, el USS Jason Dunham, de interceptar y ocupar durante ocho horas una embarcación pesquera venezolana con nueve tripulantes en la Zona Económica Exclusiva del país. Según Gil, 18 marines armados abordaron la nave en un acto “ilegal y hostil”. Venezuela sostiene que este incidente, junto con el ataque que dejó 11 muertos, forma parte de un “brutal ejercicio psicológico” para justificar una intervención militar.

Maduro ha rechazado categóricamente las acusaciones de narcotráfico, argumentando que son “tan falsas como las afirmaciones de que Irak poseía armas de destrucción masiva”. Citando datos de la ONU, el presidente venezolano afirmó que su país no es un actor relevante en el tráfico global de drogas, señalando a Colombia como el principal productor de cocaína en la región.
Implicaciones y perspectivas
Riesgo de escalada militar
El despliegue de cazas F-35, considerados entre los aviones de combate más avanzados del mundo, otorga a EE.UU. una capacidad operativa significativa en el Caribe. Estos aviones stealth superarían fácilmente a los F-16 y Su-30MK2V de la Fuerza Aérea Venezolana, que, según reportes, enfrenta limitaciones logísticas y de mantenimiento. La presencia de drones MQ-9 Reaper, observados recientemente en Puerto Rico, y la movilización naval estadounidense refuerzan la percepción de una postura agresiva de Washington contra el régimen narco.
Por su parte,“` Venezuela ha respondido con maniobras militares y el sobrevuelo de dos F-16 cerca del destructor USS Jason Dunham, un acto que el Pentágono calificó de “provocador”. Estas acciones mutuas aumentan el riesgo de un incidente que podría desencadenar un conflicto mayor, especialmente si se producen enfrentamientos directos entre fuerzas estadounidenses y venezolanas.
Repercusiones políticas y regionales
La escalada de tensiones no solo afecta a EE.UU. y Venezuela, sino que tiene implicaciones para toda la región del Caribe y América Latina. La militarización de Puerto Rico ha generado críticas internas, con protestas que denuncian la conversión de la isla en una plataforma para operaciones contra Venezuela. La gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, ha sido señalada por Maduro como cómplice de un “plan militar” contra su país, lo que añade una dimensión política interna a la controversia.
A nivel internacional, las acciones de EE.UU. han sido cuestionadas por figuras como el senador Rand Paul, quien criticó la retórica belicista de la administración Trump, particularmente los comentarios del vicepresidente JD Vance, que desestimó preocupaciones sobre posibles crímenes de guerra en el ataque a la embarcación venezolana. Estas divisiones internas en EE.UU. podrían influir en la sostenibilidad de la estrategia de presión sobre Venezuela.
Contexto histórico y estratégico
El despliegue de F-35 no es un hecho aislado, sino parte de una larga historia de intervenciones estadounidenses en América Latina bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico. Operaciones como Coronet Nighthawk en los años 90 ya utilizaron cazas para misiones antidrogas en la región. Sin embargo, la escala actual del despliegue, combinada con la retórica de la administración Trump y las acusaciones contra Maduro, sugiere una estrategia más amplia que podría incluir objetivos geopolíticos, como debilitar el régimen venezolano.
Venezuela, por su parte, ha fortalecido su narrativa de resistencia, apelando al nacionalismo y al legado del chavismo para movilizar a su base. La mención del Plan Independencia 200 evoca un esfuerzo por consolidar el apoyo interno frente a lo que Caracas describe como una amenaza imperialista.
Conclusión
La llegada de cazas F-35 a Puerto Rico y las maniobras militares de Venezuela marcan un nuevo capítulo en las tensas relaciones entre Washington y Caracas. Aunque EE.UU. insiste en que su objetivo es combatir el narcotráfico, las acciones recientes, incluida la muerte de 11 narcotraficantes en un ataque naval, han elevado las sospechas de Venezuela sobre intenciones de cambio de régimen. La región se encuentra en un delicado equilibrio, donde cualquier error de cálculo podría desencadenar consecuencias impredecibles. La comunidad internacional observa con preocupación, mientras Puerto Rico, convertido en un punto estratégico, enfrenta el desafío de lidiar con las repercusiones de esta creciente militarización.