Por Daniel Romero
Buenos Aires, 28 octubre 2025 – Total News Agency – TNA –Tras la derrota electoral del domingo, el peronismo y el kirchnerismo quedaron sumidos en una profunda crisis política. Las tensiones entre la rea Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador bonaerense Axel Kicillof se agravaron, dando paso a una disputa interna que ya repercute en el Congreso y amenaza con fragmentar el espacio opositor. Maximo Kirchner llego a hacer muecas de disguto durante el discuro de la derrota el día domingo.
Reproches cruzados tras la caída electoral
El revés en la provincia de Buenos Aires —histórico bastión del peronismo— desató una ola de pases de factura entre los distintos sectores del espacio. Kicillof cuestionó, en reuniones reservadas, las decisiones estratégicas de la expresidenta durante la campaña y su rol en la selección de candidatos. Desde el entorno de Cristina Kirchner, en cambio, responsabilizaron al mandatario bonaerense por haber conducido una gestión “encerrada” y sin diálogo político, lo que —según los kirchneristas— habría facilitado el avance libertario. La condenada, desde luego no reconoce errores al igual que Kicillof, por lo que estarian dispuesto a repetirlos. Eso sería una bendicion para los argentinos de bien.
La tensión también se trasladó a la estructura del Partido Justicialista (PJ). Mientras Kicillof buscó fortalecer su armado territorial con intendentes y jóvenes dirigentes, Cristina intentó sostener el control político desde el Senado y a través de La Cámpora. Esa pugna dejó al descubierto un quiebre generacional y estratégico dentro del movimiento.

Impacto legislativo y riesgo de fractura del bloque
El conflicto ya se reflejó en el Congreso. Legisladores cercanos al gobernador bonaerense analizaron conformar un subbloque autónomo dentro del peronismo, lo que podría reducir aún más la capacidad de negociación de la oposición en el Parlamento. Algunos referentes del kirchnerismo reconocieron que “la unidad está más comprometida que nunca” y que la crisis bonaerense podría extenderse al plano nacional.
Analistas políticos coinciden en que la derrota dejó al peronismo sin liderazgo claro ni estrategia unificada. El sector de Kicillof intenta instalar una agenda de renovación y “peronismo moderno” pero haciendo lo mismo, mientras que el núcleo duro de Cristina Kirchner, desde su prision domiciliaria, insiste en mantener la línea ideológica tradicional del kirchnerismo, cada vez más aislada de las bases territoriales. Increiblemente, el peronismo esta siendo conducido por una ex Presidente presa por corrupción.
Un movimiento en busca de rumbo
A una semana de las elecciones, el peronismo sigue en estado de shock y sin señales de autocrítica. Cristina Fernández de Kirchner optó por el silencio público, mientras Axel Kicillof intenta rearmar su figura política en medio del descontento interno. Dirigentes del conurbano admiten que “la pelea ya no tiene retorno” y que el riesgo de fractura es inminente si no se redefine un liderazgo que unifique al espacio.
El peronismo kirchnerista, golpeado por la derrota y dividido por ambiciones contrapuestas, enfrenta su hora más difícil en dos décadas: o se renueva para sobrevivir o quedará atrapado en sus propias heces.

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