Buenos Aires, 1 de noviembre de 2025-Total News Agency-TNA-.El esquema impulsado por el presidente Donald Trump para cerrar la guerra en la Franja de Gaza establece la destrucción de toda infraestructura militar y terrorista —incluidos túneles e instalaciones de fabricación de armas— y un proceso de desmilitarización bajo supervisión internacional, con las armas “definitivamente fuera de uso” mediante un mecanismo acordado. La propuesta también prevé una administración transitoria con verificación externa y la exclusión de estructuras armadas en la gobernanza local.
Hamas niega deponer las armas
Desde el anuncio del plan, dirigentes de Hamas reiteraron que no entregarán su arsenal. En entrevistas recientes, el miembro del buró político Mohammed Nazzal afirmó que el movimiento pretende conservar el control de la seguridad durante un período transicional y que no puede comprometerse al desarme; a lo sumo, aceptaría un cese del fuego de tres a cinco años para reconstrucción, condicionado a avances concretos hacia la creación de un Estado palestino. Otro dirigente, Abdul Jabbar Saeed, rechazó el desarme “en las circunstancias actuales” y condicionó cualquier transferencia de armas a la existencia de un Estado palestino soberano.
Tregua frágil y “congelamiento” de armas
En paralelo, mediadores regionales describieron una fórmula de “congelamiento” del uso de armamento por parte de Hamas —no su entrega— dentro de un alto el fuego prorrogable. Esa posición, admitida por fuentes egipcias, choca con la letra del plan que exige desarmar y desmantelar capacidades ofensivas. La distinción entre “congelar” y “desarmar” expone la principal grieta de la negociación.
Implicancias regionales y mediación
Qatar y Turquía, patrocinadores históricos de Hamas, buscan incidir en ajustes al esquema —especialmente en la cláusula de desarme—, mientras Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin expresan reservas ante el protagonismo de Doha y Ankara. Washington, por su parte, sostiene que el fin de la guerra requiere liberar a todos los rehenes, expulsar a la dirigencia armada de Gaza y avanzar a una administración tecnocrática supervisada.
Mensaje central: sin desarme no hay paz estable
La negativa explícita de Hamas a deponer las armas —y su reivindicación de la “resistencia”— demuestra la fragilidad del alto el fuego. Al no entregar su arsenal, el movimiento tampoco renuncia a su yihad declarada contra Israel y contra quienes no adhieran a su programa. En este contexto, cualquier tregua luce provisional y expuesta a rearmes, lo que tensiona la viabilidad del plan y la seguridad regional.
Estado de la tregua y próximos pasos
Tras la liberación de los últimos rehenes con vida y canjes de prisioneros, la Casa Blanca declaró el fin de la guerra; sin embargo, incidentes y respuestas militares recientes exhiben el carácter volátil del cese del fuego. Israel sostiene que la paz duradera depende de la desmilitarización efectiva de Gaza y de impedir la reconstrucción de capacidades de Hamas, mientras continúan rondas técnicas en Doha y El Cairo para definir verificación, gobernanza de transición y cronogramas.

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