Por Dario Rosatti
Buenos Aires, 2 de noviembre de 2025-Total News Agency-TNA-Javier Milei y Mauricio Macri compartieron una cena sin testigos en la Residencia de Olivos para revisar el rediseño del Gobierno y la eventual ampliación de la coalición parlamentaria. La charla transcurría con calma hasta que, antes de las nueve de la noche, el Presidente se levantó de la mesa para ordenar un anuncio que sacudiría la escena política: la salida de Guillermo Francos y la designación inmediata de Manuel Adorni como jefe de Gabinete. El movimiento, comunicado en tiempo real, dejó al PRO con gusto amargo y sorprendió a no pocos funcionarios que se enteraron por la televisión, mientras en la Casa Rosada todavía circulaban ministros y asesores.
El recambio aceleró un reacomodamiento que ya venía gestándose, con tensiones cruzadas entre el “karinismo” y el “caputismo”. El sector alineado con Karina Milei, fortalecido por la instalación de Adorni —figura de confianza presidencial y con gimnasia mediática—, busca limar la influencia de Santiago Caputo en áreas sensibles del Gobierno, particularmente en Justicia y en la Secretaría de Inteligencia (SIDE). En paralelo, desde el entorno del consultor se alentó la idea de darle un paraguas institucional a su rol —bajo la hipótesis de un Ministerio de Gobierno, Interior y Estrategia Nacional— que blanquee su conducción política y su vínculo con las provincias. La puja por espacios concretos de gestión y por la lapicera en la relación con los gobernadores quedó expuesta en las últimas horas.
La relación entre Milei y Francos venía erosionada. Si bien el Presidente lo considera amigo, en las últimas semanas el hasta entonces jefe de Gabinete se sintió desgastado por el peso específico de Caputo en la toma de decisiones y por la interna que éste mantiene con Karina Milei. La hoja de ruta dialoguista de Francos afrontó, además, fricciones operativas: no fue sencillo construir la cumbre con una veintena de gobernadores que terminó en una foto potente, pero cuya organización mostró desplantes y divergencias. Sobre ese telón de fondo, y tras “persistentes trascendidos” sobre cambios, Francos publicó su renuncia en X; versiones encontradas señalan que la audiencia pedida a Milei para clarificar su futuro derivó en una charla tensa o, directamente, nunca ocurrió. El Presidente evitó un mensaje público de agradecimiento y, en privado, atribuyó a su colaborador “errores” por haberse involucrado en la interna.
Macri, que había ingresado a Olivos cinco minutos antes de la hora pactada, hizo saber su desacuerdo con la salida de Francos y con el nombre elegido para reemplazarlo. Sugirió considerar a Horacio Marín, a lo que Milei replicó que no “desvestiría” YPF. El exmandatario, con pedidos explícitos del Círculo Rojo y de referentes internacionales para ampliar y dar previsibilidad al elenco de gobierno, transmitió que se abre una oportunidad única, pero también un riesgo si no se ordena el proceso de toma de decisiones. La noche terminó con reproches: colaboradores cercanos a Macri admiten que costará recomponer la relación.
Puertas adentro, la jugada robusteció a Karina Milei. La secretaria general de la Presidencia, con un poder creciente, presionó para la llegada de Adorni y activó resortes políticos para condicionar nombramientos clave. La continuidad de Mariano Cúneo Libarona —quien había insinuado su salida— quedó, según admiten en la Rosada, sostenida por el rechazo del “karinismo” a que el casillero de Justicia lo ocupe Sebastián Amerio, identificado con el “caputismo”. En el mismo registro, operadores que orbitan a Karina hicieron circular la versión de cambios en la SIDE para recortar el control de Caputo sobre el área. En paralelo, los Menem —Martín y “Lule”— son señalados como consejeros influyentes de la hermana del Presidente, un dato que alimenta el diagnóstico de que la mesa chica se vuelve más compacta y vertical.
Mientras tanto, el tablero legislativo ingresa en zona de definiciones. La Libertad Avanza, el PRO y los “radicales con peluca” proyectan 110 bancas a partir del 10 de diciembre; si se mantienen cohesionados, quedarán a 19 del quórum. Hasta hace una semana se veía posible avanzar en acuerdos para alcanzar esa cifra “mágica”, pero la sorpresa por los cambios y el ruido interno introdujeron dudas sobre la coordinación política inmediata. Los gobernadores, por su parte, reclamaron con énfasis un interlocutor único con poder efectivo para ordenar la agenda federal y encauzar el tratamiento parlamentario de las reformas.
El reacomodo del oficialismo ocurre en simultáneo con un temblor en la principal fuerza opositora. El distanciamiento entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof se profundizó tras la derrota en la provincia de Buenos Aires. La exvicepresidenta responsabilizó al gobernador por decisiones tácticas —como el desdoblamiento electoral— que, a su juicio, beneficiaron su armado en detrimento del resto del peronismo. En el entorno de Kicillof admiten que el clima interno se tensó: hubo amagos de desplazamientos en áreas controladas por dirigentes cercanos a Cristina, y la discusión por el rumbo vuelve a exponer una fractura que el PJ había amortiguado después del triunfo de septiembre. En ese marco, Kicillof intenta reposicionarse de cara a 2027 con críticas al programa económico de Milei, aunque lo hace bajo la sombra del fallido plan que impulsó cuando fue ministro de Economía de Cristina Kirchner, etapa que derivó en daños y demandas en tribunales internacionales por más de 20.000 millones de dólares; un antecedente que condiciona su aspiración nacional.
En los mercados, la semana pos-electoral trajo alivio: bonos y acciones registraron subas fuertes, el dólar se replegó, el Banco Central anunció compras para recomponer reservas y el riesgo país retrocedió hacia la zona de 657 puntos básicos, tras haber rozado los 1058 el viernes previo a los comicios. El humor financiero, no obstante, requiere anclajes políticos: la gobernabilidad del próximo tramo dependerá de si el Ejecutivo logra estabilizar su arquitectura interna, asignar roles claros, explicitar la cadena de mando y sostener un diálogo consistente con aliados y mandatarios provinciales.
En ese marco, el enigma central sigue siendo el encaje de Santiago Caputo. Si el “karinismo” consolida posiciones en Justicia y la SIDE, y si prospera la idea de circunscribir su influencia a un perímetro más acotado, la correlación de fuerzas dentro del oficialismo podría modificarse de manera sustantiva. Si, por el contrario, se crea una estructura que formalice su conducción política y su rol en el vínculo con las provincias, el Gobierno consolidaría un triángulo de poder con reglas explícitas. La próxima tanda de nombramientos y la definición de un interlocutor único con las provincias terminarán de revelar hacia dónde se inclina la balanza.

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