Londres, 4 de noviembre de 2025-Total News Agency-TNA-El ascenso de Edgar Alves de Andrade —conocido como “Doca” o “Urso”— al mando del Comando Vermelho (CV), una de las organizaciones criminales más antiguas y violentas de Brasil, representa un giro estructural en la dinámica del narcotráfico en Río de Janeiro, con implicancias que trascienden el mero enfrentamiento policial.
Según informes del corresponsal fiel al terreno, en los complejos de favelas del norte de Río —Complexo do Alemão y Complexo da Penha—, Doca ha logrado consolidar un nivel de protección propia de un alto mandatario, mediante una barrera de seguridad impuesta por sus propios sicarios y una estrategia de control territorial que incluye armamento pesado, drones de ataque y una red sofisticada de inteligencia criminal.
Durante la operación conocida como “Operación Contención”, llevada a cabo por más de 2.500 agentes estatales, se registraron al menos 121 muertos, incluidos cuatro policías, y decenas de detenidos en una de las redadas más letales en la historia de Río. Las autoridades tenían entre sus principales objetivos la detención de Doca, quien logró evadir el cerco y salir indemne del operativo.
La fuga del capo confirmó lo que los investigadores sostenían desde hacía meses: que había logrado montar un sistema de defensa casi impermeable en la capital carioca. Doca, de 55 años, ingresó al mundo del crimen hace más de dos décadas y ha sido señalado como responsable de más de cien homicidios, torturas sistemáticas y una expansión de la influencia del CV que lo sitúa ya como uno de los jefes del crimen organizado más buscados del país.
El territorio bajo su control está conformado por un entramado de pequeñas ciudades —las favelas del norte de Río— que duplican en extensión al famoso barrio de Copacabana, según detalló el periodista Héctor Gambini. Allí, el Comando Vermelho montó su sede nacional y desde esos bastiones dirige rutas de narcotráfico, extorsiones y una logística que supera en sofisticación lo habitual en bandas urbanas.
Gambini también destacó que los enfrentamientos cuerpo a cuerpo con la policía incluyeron fusiles, ametralladoras, granadas y ataques desde drones. En ese escenario, Doca emergió como un líder cuya crueldad y capacidad operativa no dejan margen para la subestimación. “Hablamos de ‘Cartel de las bestias’”, afirmó el periodista, refiriéndose a la magnitud del aparato criminal bajo su mando.
El ascenso de Doca se produce en un contexto de erosión del poder del CV entre 2020 y 2023, periodo en el que perdió terreno frente a las milicias. Sin embargo, su gestión al frente del CV logró revertir esa tendencia, aumentando en un 8,4 % las zonas controladas por la organización en la Región Metropolitana de Río y recuperando una posición dominante.
La policía de Río identificó que 78 de los 99 cuerpos primeros identificados tras la operación tenían antecedentes graves, lo que ratifica que se enfrentaba a una organización altamente profesional, estructurada y violenta. Al mismo tiempo, vecinos y organizaciones de derechos humanos denunciaron ejecuciones extrajudiciales, cuestionando los métodos estatales en la lucha contra el narcotráfico.
El impacto de estas dinámicas trasciende lo local: analistas señalan que la estructura del CV bajo Doca extiende vínculos interestatales e internacionales, con rutas de droga que cruzan Brasil hacia América del Sur y Europa. Además, la capacidad de esa organización para erigir barreras de seguridad propias y utilizar tecnología avanzada marca un salto cualitativo en el crimen organizado brasileño.
Para el gobierno del estado de Río y para las fuerzas federales, la prioridad es doble: capturar a Doca y desmantelar el complejo red operativo que ha edificado. Pero la barrera de seguridad del capo —según describen testigos y agentes—, asemeja la de un jefe de Estado, y eso complica los esfuerzos de las autoridades.
El nuevo liderazgo del Comando Vermelho bajo Doca marca el inicio de una etapa de mayor sofisticación en el narcotráfico brasileño, una que exige una respuesta estatal coordinada, profunda y sostenida a largo plazo. Mientras tanto, la ciudad de Río se enfrenta a un escenario donde la autoridad estatal y la autoridad criminal libran una guerra silenciosa con vidas y territorios en disputa.

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