Por Enrique Guillermo Avogadro
“Toda gran cultura muere por suicidio, no por asesinato”.
Arnold Toynbee
Esta semana, sin duda, ha resultado pasmosa en muchas latitudes pero, en especial, en la Argentina y en Estados Unidos. Aquí, el positivo asombro llegó de la mano de la apertura – ¡por fin! – del tan demorado juicio oral en la causa “Cuadernos”, que mantendrá por mucho tiempo a Cristina Fernández, sus cómplices y a lo más granado de la industria de la construcción pública sentados en la vergonzosa vidriera del banquillo de los acusados. Ella, además, deberá enfrentar próximamente otro juicio – que se sumará a “Hotesur/Los Sauces” y “Memorándum con Irán” – ya que la ANSES, amén de suspenderle el cobro de las dos jubilaciones de privilegio, le reclamará la devolución de $1.000 millones por haberlas percibido ilegalmente.
El tiempo y la ciudadanía dirán si esta vocación se mantiene pero, por ahora, resulta claro que nuestro país evitó, el domingo 26 de octubre, cometer un suicidio en masa, al mejor estilo del que ordenó Jim Jones, en 1975, a los fanáticos que lo habían seguido a Guyana, 900 de los cuales le obedecieron. Mientras tanto, la Comunidad Europea, mediante la inmigración descontrolada y la insensata incorporación a su seno de algunos países reacios a adoptar sus principios, y los Estados Unidos, domicilio de la democracia más antigua del mundo, hoy con una sociedad tan violentamente agrietada, parecen querer lanzarse sobre granadas a punto de explotar.
Pese a la pena que me produzco, como a gran parte del electorado la renuncia de Guillermo Francos, un hombre con historia política y buenos modales, debo confesar que, así como la designación de Manuel Adorni como Jefe de Gabinete me parece realmente inocua, coincido con el nombramiento de Diego Santilli como Ministro del Interior, ya que se trata, como demuestra su pasado, de un tipo con gran ductilidad y experiencia en la negociación, virtudes que el Gobierno se ve obligado a incorporar para contar, en el H° Aguantadero, con la fuerza necesaria para lograr la sanción de las reformas estructurales que nuestro país necesita para salir de la inmunda ciénaga en la que lo sumergieron dos décadas de pero-kirchnerismo.
Esa tarea se verá, por cierto, muy facilitada porque, en el horizonte, sólo quedan Javier Milei y los gobernadores. Y éstos, tras el fracaso del experimento “Provincias Unidas”, acompañarán los cambios que propone La Libertad Avanza, porque el dueño de la lapicera, en un país tan presidencialista, no tolerará disidencias; excluyo de esa posición a los casos irrecuperables, como Gildo Insfrán (Formosa), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Ricardo Quintela (La Rioja) y Axel Kiciloff (Buenos Aires).
El antiguo “movimiento”, heredado por franquicias de todo tipo, desde las “formaciones especiales” terroristas – fomentadas por Juan Perón en los 70’s para regresar al poder – hasta los tan distintos modelos de Isabel Perón, Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Alberto Fernández, todas con su legitimidad negada – ¡no eran peronistas! – para evadir la responsabilidad que le cupo en los sucesivos desastres que produjeron, hoy está en graves problemas, derivados de la obturación de cualquier renovación que, desde San José 1111, ejerce la rea ex Presidente para impedir el surgimiento de dirigentes potables.
El centenario Partido Radical, prácticamente desaparecido, paga la culpa de haber entregado inexplicablemente su conducción nacional a Martín Lousteau, un paracaidista que, al asumir, terminó con el cursus honorum que fue tradición secular entre los “boinas blancas”. Y la anquilosada y anacrónica CGT ha sufrido una implosión que debilitará toda oposición a la reforma laboral que propone el Gobierno, imprescindible para terminar con el trágico fascismo del sistema actual, que ha enviado a la informalidad y el desamparo a la mitad de los trabajadores y sólo beneficia y enriquece a los gerontes sindicales.
En otro orden de cosas, también resultó sorpresiva la ganancia (10%) que obtuvo el Tesoro de los Estados Unidos al vender los pesos que había adquirido, cuando la cotización del dólar se derrumbó en la plaza local. Con ello, destruyó las críticas internas que había recibido Scott Bessent por los anuncios de apoyo a la Argentina pero, también, a quienes aquí despotricaban contra un inexistente endeudamiento.
Donald Trump sufrió el martes, pese a no estar en las boletas electorales, catastróficas derrotas en la ciudad de Nueva York y los Estados de Virginia y Nueva Jersey, además de varias ciudades en las que los candidatos republicanos cayeron sin remisión. El Presidente había encabezado un feroz ataque – lo acusó de comunista, entre otros epítetos – contra Zohran Mamdani, el joven musulmán y propalestino de sólo 34 años, nacido en Uganda y nacionalizado en 2018, que expresa todo lo contrario a su visión del mundo, sobre todo en materia de políticas sociales y migratorias, pero recibió mayúsculas sorpresas tanto en la “gran manzana” cuanto en territorios hasta ahora tradicionalmente fieles a los republicanos.
Con esos triunfos, el Partido Demócrata ha dado un notable giro hacia la izquierda y recuperado a gran parte del electorado – en EEUU el voto no es obligatorio, y muchos de quienes ahora lo respaldaron se habían abstenido en las presidenciales por la carencia de peso político de Kamala Harris – para posicionarse ante las elecciones de medio término, que se disputarán el año próximo y ponen en riesgo las frágiles mayorías de las que hoy disfruta Trump en ambas cámaras del Capitolio.

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