Por Daniel Romero
Buenos Aires, 17 de noviembre de 2025 – Total News Agency-TNA-Marcelo Tinelli atraviesa un momento de marcada inestabilidad personal y profesional que contrasta con la influencia que supo ejercer durante los años de dominio kirchnerista sobre los medios y la política. Su decisión de levantar de manera abrupta su programa de streaming —que debutó el 23 de septiembre y quedó fuera del aire en menos de dos meses— expuso un escenario más profundo que un tropiezo televisivo: el conductor, que llegó a representar uno de los rostros preferidos del poder durante más de una década, parece enfrentar un declive sostenido desde el cambio de gobierno.

El propio Tinelli comunicó su retiro temporal con un mensaje en redes sociales en el que reconoció “un momento de la vida que pide frenar” para atender asuntos personales y familiares. De acuerdo con fuentes del sector, esa referencia apuntó a una disputa interna con su hija Juana y a tensiones vinculadas a compromisos económicos pendientes, un cuadro que habría llevado al conductor a ceder su lugar en el streaming a José María Listorti en las últimas semanas.
El cierre de “Estamos de paso”, (casi una profesia) la apuesta con la que Tinelli buscaba ingresar al universo digital, selló una etapa que se presentó inicialmente como una reinvención profesional. Sin embargo, puertas adentro del ambiente televisivo se interpreta como un síntoma más de un deterioro que comenzó a gestarse cuando dejó de ser funcional a las estructuras de poder que lo acompañaron durante años.

En ese contexto se inscribe también la mirada crítica que parte del análisis político dirigió hacia episodios de fuerte impacto público, entre ellos su participación en la llamada “Mesa del Hambre”, convocada durante el gobierno de Alberto Fernández. En ese momento, Tinelli asumió un rol cuasi institucional que muchos interpretaron como un alineamiento explícito con el kirchnerismo, un gesto inusual para un conductor cuyo poder de fuego mediático siempre fue mostrado con pragmático. Varias fuentes informaron a esta agencia que Tinelli fue tentado para ingresar a la politica de la mano del kirchnerismo. Lo pensó mucho.

Más atrás en el tiempo, la intervención de Tinelli en la exposición pública de la agente de la Policía de Seguridad Aeroportuaria que detuvo el ingreso de la valija con 800.000 dólares de Antonini Wilson continúa generando debate. Aquella mujer, inicialmente presentada como símbolo de integridad tras cumplir con su deber, quedó repentinamente envuelta en la maquinaria del espectáculo por accion de Tinelli: posó para revistas, protagonizó segmentos televisivos y se convirtió en figura mediática durante algunos meses. En un análisis fino, aquello funcionó como un mecanismo que diluyó su credibilidad inicial y terminó favoreciendo indirectamente a los intereses del oficialismo de entonces. Esa interpretación forma parte del análisis crítico que persiste desde hace años y que volvió a cobrar fuerza ante el actual retroceso de la figura de Tinelli.

La combinación de estos antecedentes con el desplome de su último proyecto vuelve inevitable el interrogante: ¿se agotó el ciclo de influencia de Tinelli en la vida pública argentina? Desde la llegada del nuevo gobierno, su presencia se ha reducido, su capacidad de producir nuevos contenidos se ha visto limitada y su estructura tradicional de poder dentro del espectáculo aparece debilitada.
En el plano emocional, Tinelli buscó transmitir que su retiro es transitorio y que regresará el año próximo “con la fuerza y la alegría que este proyecto merece”. Sin embargo, la incertidumbre domina en su entorno, donde se reconoce que la transición hacia nuevos formatos exige inversiones y audiencias que ya no se presentan como garantía. El escenario económico del sector y la pérdida de centralidad cultural también juegan en su contra.
La pregunta, inevitable en este contexto, es si este declive es circunstancial o el inicio de un repliegue definitivo de uno de los nombres más influyentes del espectáculo argentino en la sociedad de los últimos 30 años. El conductor que alguna vez marcó la agenda política, económica y cultural de la Argentina atraviesa ahora un momento decisivo que obligará a evaluar cuál será su lugar en un país que, tras el recambio de poder, dejó de mirar a los viejos referentes con la misma indulgencia de antaño. Al kirchnerismo le sucedió lo mismo.

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