“Los archivos de Zanchetta prueban que hubo una investigación paralela de espías sobre la muerte de Nisman”
Por Cristina Pérez
El escándalo por espionaje ilegal apenas había estallado. Sólo se conocía el 5% de la copiosa y sensible información que tenía en su poder el ex policía preso Ariel Zanchetta, y el camporista Fabián el Conu Rodriguez aún no se presentaba ante la justicia luego del allanamiento a su despacho de la AFIP donde habían encontrado su computadora en uso, pero no a él. Sin embargo, en esas horas febriles, hubo un hallazgo que capturó por completo la atención del fiscal Gerardo Pollicita y lo llevó a comunicarse con un colega. El fiscal federal Eduardo Taiano entendió inmediatamente la relevancia del asunto y se dirigió en persona a la fiscalía número 11. Sólo horas después ya tenía en su poder un informe de doce páginas sobre la causa Nisman que había sido encontrado entre los pesados archivos de Ariel Zanchetta.
Estamos en condiciones de afirmar que el contenido del extraño dossier Nisman, que fue profundamente analizado esta última semana, abre serias sospechas.
Para el doctor Taiano y todo su equipo de secretarios y ayudantes, la causa Nisman no es una causa más. Sus pares de investigaciones complejas de otras partes del mundo suelen sorprenderse de que sólo cuente con un staff de ocho personas. Pero ni la falta de recursos, ni las amenazas recibidas, nublan un objetivo superior: “estamos comprometidos en resolver el magnicidio de un colega”, suele responder Taiano, con el peso que esa palabra adquiere en la boca del principal investigador de la muerte del fiscal de la AMIA.
Como lo determinó la pericia de Gendarmeria y según consideró el juez Julián Ercolini, a Nisman lo mataron por realizar su trabajo, el 18 de enero de 2015, a poco de denunciar en el Congreso a la entonces presidente de la Nación, Cristina Elizabet Fernandez de Kirchner por el pacto con Iran.
Algunos funcionarios judiciales aún recuerdan lo enojada que estaba Cristina cuando fue indagada por el Memorandum. Ese 26 de octubre de 2017 después de las 10 de la mañana en el juzgado del doctor Claudio Bonadio, la ex presidenta se negó a declarar, pero hizo una solicitud: “Imprímame los hechos”, le requirió a uno de los secretarios. No conforme con lo redactado lo retó: “Usted ni maneja bien el idioma español”, le dijo y empezó a tachar cosas en el escrito. Tres veces lo corrigió. Ante sus ojos el secretario rompía los papeles, los tiraba y volvía a corregir. Fue ahí cuando ella sorprendió con otro pedido: “Juntá los papeles que sino luego aparece todo esto en Infobae”.
De aquella indagatoria hubo varias copias, del acuerdo con Irán no existe registro ni en Cancillería. “El pacto fue hecho afuera” según reconstruye la investigación. Cuando se supo de la existencia del pacto por una primicia del periodista Pepe Eliaschev, el fiscal Alberto Nisman, no tuvo dudas: estaba ante un giro de enorme gravedad que ponía en riesgo su investigación del atentado a la AMIA. Ese día decidió no dar notas periodísticas y sumergirse en la información sobre ese posible acuerdo que podía ni más ni menos que alivianar las alertas rojas que pesaban sobre los principales responsables del ataque terrorista en Buenos Aires. Un testigo clave que declaró en la causa, refirió que en Aleppo, el entonces canciller Timmerman, volvió de una reunión con emisarios iraníes con un pendrive que le pidió a su secretario privado que imprimiera. Ese era el pacto.
Pero, volviendo a lo que nos convoca, ¿qué información podía tener el policía Zanchetta sobre la muerte de Nisman?
Es aún elusivo definir el rol del ex policía. Si era un agente inorgánico, respondía a mandos muy orgánicos. Un fantasma en la nómina pero un topo en la realidad.
Los investigadores quedaron atónitos por la información sobre el caso Nisman que tenía Zanchetta en su poder. Era información clasificada con datos de agentes cuyos nombres no son públicos. Y si bien era información con la que la fiscalía ya contaba, lo que dejó pasmados a los investigadores, es que la fecha del informe es anterior a la intervención de la fiscalía.
¿Cómo podía ser que contaran con información de la investigación antes de la investigación? La respuesta que encuentran a este interrogante estremece: era una investigación paralela y su objetivo era anticiparse para luego eventualmente infiltrar a la fiscalía que siguiera el caso, además de llegar antes, a todo. ¿Buscan borrar datos o encubrir hechos?
“Es evidente que los datos con que contaba Zanchetta procedían de gente de la AFI”, según una de las fuentes que accedió al dossier. Pero ahí no se terminan las preguntas, más bien empiezan. En tramos de esas doce páginas hay indicaciones tales como: “Si quieren saber lo que pasó deberían hacer tal cosa o acudir a tal persona”.
Pero lo más contundente no es eso. En esa pesquisa paralela sobre la muerte de Nisman “dan a entender que pasó algo grave que no fue un suicidio”, es decir, “dan a entender que fue un crimen”.
Suele afirmarse que lo que ocurre en las sombras no ocurre. Pero ¿qué pasa cuando algo que está en las sombras sale a la luz? ¿Quién ordenó semejante operación? ¿Qué buscaban? Por ahora no hay en vistas un pedido de indagatoria de Zanchetta en esta causa, ya que todo el material sigue en fase de análisis. Pero nada se descarta. Todo se analiza.
Los nombres que aparecen en el informe del ex policía coinciden con algunos de los que mantuvieron una miríada de comunicaciones la mañana de aquel fatídico domingo en que el fiscal Nisman dejó de responderle a sus custodios de la policía federal, y a éstos, sospechosamente, no les llamó para nada la atención un silencio que se extendió por diez horas hasta que decidieron contactar a la madre y dar intervención a un cerrajero.
Está probado que ese fin de semana hubo agentes de inteligencia en la zona de Puerto Madero. Y que, a diferencia del silencio de radio del sábado en la flota de teléfonos de la comunidad de inteligencia, el domingo, fue escandaloso el caudal de comunicaciones que parecían reportar al segundo de la AFI, Juan Martín Mena.
¿Quién y por qué mató a Alberto Nisman? Su muerte está en línea directa con su denuncia del memorándum. En esa hipótesis se orienta la pesquisa, mientras el rol de los servicios de inteligencia locales e internacionales está en el centro de las sospechas.
Que la muerte del fiscal trascendiera por la primicia del periodista Damián Patcher, les habría quitado tiempo a los asesinos para cubrirlo todo. En las desprolijidades por esa urgencia y en los enchastres de la instrucción de la fiscal Viviana Fein, que casi buscó forzar la hipótesis del suicidio, rastrillan los investigadores. Aún no entienden, cómo se le pasó a esa pesquisa que había una tercera entrada al departamento de Nisman por un balcón compartido con otra vivienda donde se guardaba el aire acondicionado.
Magnicidio según la Real Academia Española, es “la muerte violenta dada a una persona muy importante por su cargo y poder”. Así se investiga la muerte de Alberto Nisman.
Fuente Radio Rivadavia