El fallecimiento de Miguel Barroso (Zaragoza, 1953-2023), a los 70 años, ha provocado estupor. Porque el desaparecido consejero editorial de El País mantenía un ritmo de actividad verdaderamente frenético y se mostraba particularmente activo en una vida profesional entregada por completo a sus funciones de consejero editorial del grupo Prisa. Barroso era desde marzo de 2021 el alma mater tanto del diario del grupo como de la Cadena SER. Y lo era tanto por sus propios conocimientos y experiencia en el ámbito de la comunicación, como por sus estrechas vinculaciones políticas con la Moncloa. No en vano, este zaragozano que no hacía honor al estereotipo aragonés, estuvo vinculado, personal y políticamente, a José Luis Rodríguez Zapatero que en 2004 le designó secretario de Estado de Comunicación.
Su cargo en la Moncloa, en el que permaneció apenas dos años, le permitió impulsar el nuevo Estatuto de la radio y la televisión públicas, una de las más reconocidas iniciativas del primer gobierno del expresidente socialista. El tándem Luis Fernández en la presidencia de TVE y RNE y Fran Llorente, responsables de los informativos de la TV pública, es considerado el más profesional e innovador de las últimas décadas en Prado del Rey. Miguel Barroso, además, trabajó, y logró equipar a la agencia EFE de un Estatuto de Redacción que articuló el ente dotándole de algunos mecanismos de equilibrio interno que profesionalizaron la gestión editorial del medio. Abandonó la Moncloa y fue director de la Casa de América para luego embarcarse en la gestión del marketing y la comunicación en el grupo WPP en el que ostentó responsabilidades tanto en España como en América Latina.
Tenido justamente por un sofisticado estratega, protagonizó una participación inestimable en la proyección de Rodríguez Zapatero en su primer mandato (2004-2008). Se casó en segundas nupcias (en primeras lo hizo con la periodista Charo Izquierdo, con la que tuvo dos hijas) con la ministra de Defensa entre 2008 y 2011, Carme Chacón, que falleció en 2017 a los 46 años a resultas de una cardiopatía congénita, ocho meses después de su divorcio. Barroso no fue ajeno al impacto mediático y a la significación política del mandato de la madre de su hijo menor que marcó dos hitos: fue la primera mujer titular de ese ministerio y accedió al cargo embarazada. Su popularidad fue enorme, hasta el punto de disputar la secretaría general del PSOE a Alfredo Pérez Rubalcaba que le ganó la partida en el Congreso de Sevilla (2012) por escaso margen.
Miguel Barroso, a sus setenta años, se encontraba en la cumbre de su carrera profesional como consejero editorial de Prisa y, en realidad, trascendiendo esa condición, como factótum del Grupo. A partir del nombramiento de Pepa Bueno como directora de El País en agosto de 2021, Barroso se empleó en una renovación casi completa de las plantillas del periódico y de la Cadena SER y formó un grupo dirigente de consejeros e inversores que se comprometieron sin tapujos con el buen fin de la gobernación del PSOE de Pedro Sánchez que, a su vez, le distinguió con una sostenida confianza y con el que siempre ha mantenido una permanente interlocución.
Tanto en ámbitos políticos como en los profesionales, ese hilo directo entre la Moncloa y la sede en la calle Yuste de El País y en la Gran Vía de la SER ha sido considerada como una de las expresiones más acabadas de intimidad táctica y estratégica entre un presidente del Gobierno y un grupo de comunicación, emparentada, pero diferente, a la histórica relación entre Jesús de Polanco y Juan Luis Cebrián con Felipe González. En ese contexto debe entenderse el cese en la dirección del periódico de Antonio Caño en 2018 y los nombramientos de dos sucesivas directoras: Soledad Gallego (2018-2020) y Pepa Bueno (agosto de 2021) tras una breve segunda gestión de Javier Moreno.
En los últimos cuatro años El País y la Cadena SER, han estado bajo la batuta editorial de Miguel Barroso conocidamente autónomo en su labor de los principales accionistas. Él representaba en el consejo de administración al fondo Amber, titular del 29,8% del capital del grupo, que preside Joseph Oughourlian (París, 15 de febrero de 1972), al tiempo que asume igual función en Prisa desde febrero de 2021, tras el mandato de Javier Monzón. Una de las primeras decisiones del financiero francés de orígenes armenios y libaneses consistió en fichar a Barroso al que otorgó poderes plenipotenciarios en la gestión de la línea editorial de los medios de la compañía.
Deja, por tanto, un espacio vacío, además de en su familia y amigos, en el mundo del periodismo, pero también de la política
Barroso fue un profesional competente, un buen conocedor de los mecanismos de la comunicación, tanto en el ámbito empresarial como en el político y en el periodístico, y era de trato amable y considerado. Discreto —jamás alardeó de su papel decisivo en el acompañamiento a Pedro Sánchez— no pudo, sin embargo, ocultar algunos episodios en los que su ascendiente sobre el presidente del Gobierno resultó nítida (es célebre la conversación que mantuvo con Iván Redondo en julio de 2021, y en compañía de Miguel Ángel Contreras, para disuadirle de una marcha abrupta de la jefatura del Gabinete de Sánchez). Tampoco ocultó el compromiso editorial en el que embarcó al primer periódico y la radio más escuchada de nuestro país con el apoyo al proyecto del actual secretario general del PSOE que sin el guion mediático elaborado por Barroso quizás no hubiese transitado como lo ha hecho. Deja, por tanto, un espacio vacío, además de en su familia y amigos, en el mundo del periodismo, pero también de la política. Y, por supuesto, en Prisa. Descanse en paz.
El fallecimiento de Miguel Barroso (Zaragoza, 1953-2023), a los 70 años, ha provocado estupor. Porque el desaparecido consejero editorial de El País mantenía un ritmo de actividad verdaderamente frenético y se mostraba particularmente activo en una vida profesional entregada por completo a sus funciones de consejero editorial del grupo Prisa. Barroso era desde marzo de 2021 el alma mater tanto del diario del grupo como de la Cadena SER. Y lo era tanto por sus propios conocimientos y experiencia en el ámbito de la comunicación, como por sus estrechas vinculaciones políticas con la Moncloa. No en vano, este zaragozano que no hacía honor al estereotipo aragonés, estuvo vinculado, personal y políticamente, a José Luis Rodríguez Zapatero que en 2004 le designó secretario de Estado de Comunicación.
Fuente El Confidencial