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Hoy hay dos noticias en el Financial Times que reflejan una tendencia de fondo y un riesgo intrínseco a ella: la producción de energía nuclear en el mundo alcanzará un récord en 2025 y la construcción de una central nuclear crítica para el suministro eléctrico en Reino Unido se retrasa al menos dos años y tal vez cuatro. La nuclear, en un contexto de descarbonización y demanda creciente de energía, tiene todo el sentido, pero también es cierto que los requisitos de seguridad y gestión de residuos complican y muchas veces ralentizan su despliegue. En cualquier caso, se trata de un riesgo por el motivo correcto: la seguridad. Y con una consecuencia muy medible: el incremento de los costes, que luego puede trasladarse al resto de los actores. El hecho de que la capacidad nuclear mundial vaya a triplicarse de aquí a 2050 muestra que, una vez computados esos riesgos, las cuentas siguen saliendo. Si en España decidimos pegarnos un tiro en el pie prescindiendo de una tecnología que ofrece energía a precios razonables y con cero emisiones, al menos deberíamos organizar bien la alternativa y no hacer chapuzas. Luego llegan los pescozones de la Agencia Internacional de la Energía y tenemos que publicar cosas como esta, que la AIE recorta la expansión de renovables en España por el fracaso de las subastas.
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Fuente El Confidencial