Seguramente, cuando cualquier ciudadano argentino escucha ese maravilloso tango de Enrique Santos Discépolo, Cambalache, no puede dejar de pensar que cada vez cobra más actualidad.
Algo similar está empezando a ocurrir con los monólogos de quien fuera el mejor humorista político argentino, el inmortal Tato Bores.
Es increíble cómo, al escuchar tanto cambalache, como a Tato, parecería que el tiempo no hubiese transcurrido, y aquí es donde más allá de pensar que estos dos artistas fueron unos visionarios, debemos admitir que el principal mérito es nuestro, que como sociedad no hemos podido mejorar lo suficiente como para no caer en la nostalgia cada vez que los escuchamos.
Y como reza el dicho popular “no hay dos sin tres”, podríamos agregar a otro visionario, Roberto Arlt.
Arlt escribió, entre 1928 y el 1933, para el diario El Mundo, y con el título de “Aguafuertes Porteñas” están recogidas y publicadas algunas de esas crónicas que fueran tan populares en la época.
Reproducimos, a continuación, una de las más sobresalientes, que como cambalache o los monólogos de Tato, sigue siendo tan actual como entonces, especialmente su título: Aspiro a ser diputado.
“Señores: aspiro a ser diputado, porque aspiro a robar en grande y a ‘acomodarme’ mejor. Mi finalidad no es salvar al país de la ruina en la que lo han hundido las anteriores administraciones de compinches sinvergüenzas; no señores, no es ese mi elemental propósito, sino que, íntima y ardorosamente, deseo contribuir al saqueo con que se vacían las arcas del Estado, aspiración noble que ustedes tienen que comprender es la más intensa y efectiva que guarda el corazón de todo hombre que se presenta a candidato a diputado. Robar no es fácil, señores. Para robar se necesita determinadas condiciones que creo no tienen mis rivales.
Ante todo, se necesita ser un cínico perfecto, y yo lo soy, no lo duden señores. En segundo término, se necesita ser un traidor, y yo también lo soy, señores. Saber venderse oportunamente, no desvergonzadamente, sino “evolutivamente”. Me permito el lujo de inventar el término que será un sustitutivo de traición, sobre todo necesario en estos tiempos en que vender el país al mejor postor es un trabajo arduo e ímprobo, porque tengo entendido, caballeros, que nuestra posición, es decir, la posición del país no encuentra postor ni por un plato de lentejas, créanlo…, prefiero ser honrado. Abarquen la magnitud de mi sacrificio y se darán cuenta de que soy un perfecto candidato a diputado. Cierto es que quiero robar, pero ¿quién no quiere robar? Díganme ustedes quién es el desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Si ese hombre honrado existe, yo me dejo crucificar. Mis camaradas también quieren robar, es cierto, pero no saben robar. Venderán al país por una bicoca, y eso es injusto. Yo venderé a mi patria, pero bien vendida. Ustedes saben que las arcas del Estado están enjutas, es decir, que no tienen un mal cobre para satisfacer la deuda externa; pues bien, yo remataré al país en cien mensualidades, de Ushuaia hasta el Chaco boliviano, y no sólo traficaré al Estado, sino que me acomodaré con comerciantes, con falsificadores de alimentos, con concesionarios; adquiriré armas inofensivas para el Estado, lo cual es un medio más eficaz de evitar la guerra que teniendo armas de ofensiva efectiva, le regatearé el pienso al caballo del comisario y el bodrio al habitante de la cárcel, y carteles, impuestos a las moscas y a los perros, ladrillos y adoquines… ¡Lo que no robaré yo, señores!
¿Qué es lo que no robaré?, díganme ustedes. Y si ustedes son capaces de enumerarme una sola materia en la cual yo no sea capaz de robar, renuncio ipso facto a mi candidatura… Piénsenlo aunque sea un minuto, señores ciudadanos. Piénsenlo. Yo he robado. Soy un ladrón. y si ustedes no creen en mi palabra, vayan al Departamento de Policía y consulten mi prontuario. Verán que performance tengo. He sido detenido en averiguación de antecedentes como treinta veces; por portación de armas —que no tenía— otras tantas, luego me regeneré y desempeñé la tarea de grupí, rematador falluto, corredor, peguero, extorsionista, encubridor, agente de investigaciones, ayudante de peguero porque me exoneraron de investigaciones; fui luego agente judicial, presidente de comité parroquial, convencional, he vendido quinielas, he sido, a veces, padre de pobre y madre de huérfanas, tuve comercio y quebré, fui acusado de incendio intencional de otro bolichito que tuve… Señores, si no me creen, vayan al Departamento… verán ustedes que yo soy el único entre todos esos hipócritas que quieren salvar al país, absolutamente el único que puede rematar la última pulgada de tierra argentina…
Incluso, me propongo vender el Congreso e instalar un conventillo o casa de departamentos en el Palacio de Justicia, porque si yo ando en libertad es que no hay justicia, señores…” Con este discurso, lo matan o lo eligen presidente de la República.”
Fuente Mendoza Today