El jefe del Kremlin revirtió las debilidades de sus Fuerzas Armadas concretando un drástico y efectivo rediseño del reclutamiento, el armamento, la logística y las tácticas
NUEVA YORK.- Vladimir Putin desbordaba confianza: arrellanado en su sillón y rodeado de dignatarios extranjeros, el presidente ruso explicó por qué la resistencia de los ucranianos era totalmente fútil. Rusia, dijo, tenía ventaja en el campo de batalla, y al rechazar sus exigencias, Ucrania ponía en riesgo mucho más que la paz.
“Sigan con eso, sigan nomás, que las cosas no harán más que empeorar”, chicaneó Putin al gobierno ucraniano desde un foro económico hace apenas un mes. “Donde un soldado ruso pone un pie, eso ya es nuestro”, agregó con sonrisa de suficiencia. Esa seguridad de Putin emana de la resurrección de las Fuerzas Armadas de Rusia.
A mediados de 2022, sus mal equipadas fuerzas estaban desorientadas, diezmadas y con problemas para contrarrestar las tácticas de ataque relámpago y las armas de precisión guiadas de Ucrania. Pero en lugar de abandonar la invasión, Putin aplicó todo el poderío del Estado ruso al servicio de la guerra, rediseñando el Ejército y la economía con el único objetivo de aplastar a Ucrania. En su ofensiva, el país relanzó el reclutamiento de tropas, la producción de armas y las tácticas de primera línea de frente.
Ahora esta es una guerra de desgaste que favorece a Rusia, que ha movilizado más hombres y armas que Ucrania y sus aliados occidentales. Las bajas aumentan, pero las fuerzas rusas siguen avanzando lentamente a lo largo de los 1200 kilómetros de frente de batalla, y eso refuerza la determinación de Putin de seguir con los combates hasta lograr el acuerdo de paz que él quiere.
Ucrania y sus aliados esperan resistir lo suficiente como para agotar las fuerzas de Putin, y para Rusia hay señales de alerta: sus unidades de infantería de élite fueron aniquiladas, las fábricas de armas dependen de componentes extranjeros, y ha mermado mucho su arsenal de la era soviética. La economía rusa también muestra fisuras.
La ocupación rusa en suelo ucraniano
Fuente: International Institute for Strategic Studies (IISS)/ LA NACION
Putin cree poder manejar esas exigencias que impone la guerra durante más tiempo que Ucrania y lograr un acuerdo de paz que garantice su legado. Ha exigido repetidamente que se reconozca la anexión de cuatro regiones ucranianas y quiere un acuerdo que impida que Ucrania se una a la OTAN y que limite el tamaño de su Ejército.
Si sus conversaciones con el presidente Trump en Alaska no conducen a dicho acuerdo, Putin ya ha señalado estar dispuesto a seguir combatiendo, utilizando la fuerza para lograr lo que la diplomacia no puede. “Ya expuse los objetivos de Rusia”, declaró Putin este mes ante los medios, cuando le preguntaron si Rusia estaba dispuesta a ceder. “Las condiciones siguen siendo indudablemente las mismas”.
Reclutamiento
Desde su cama de hospital en Moscú, un sargento ruso llamado Vladislav pasa lista al dinero que espera recibir tras perder un pie en una asalto a las trincheras ucranianas en enero: el equivalente a 6400 dólares del gobernador local, 28.300 dólares de la compañía estatal de seguros, 47.000 dólares del Ministerio de Defensa.
A esto hay que sumarle otros 1100 dólares de la pensión mensual de veterano de guerra, suficiente para jubilarse a los 33 años en su ciudad natal, en el oeste de Rusia. “Con esa plata allá ni tenés que trabajar”, dice Vladislav.
Vladislav comenta que su salario mensual en el frente ya le había permitido mejorar el nivel de vida de su familia, algo imposible con su sueldo anterior de 300 dólares en una planta de aceite de girasol. Ahora les está construyendo una casa a sus padres y pudo cambiar su coche y el de su novia. Está centrado en brindarles un futuro a sus hijos.
Hay cientos de miles de voluntarios bien pagados como Vladislav que transformaron el Ejército ruso. Los primeros desastres militares de Rusia en 2022 diezmaron las filas de los militares de carrera, y los ucranianos aprovecharon esta debilidad: la contraofensiva en septiembre de ese año rompió las líneas rusas y estuvo cerca de frustrar la invasión.
Entonces Putin tomó medidas drásticas para evitar la derrota: anunció la primera leva masiva desde la Segunda Guerra Mundial, con la que reclutó a 300.000 hombres, y multiplicó los indultos y los pagos a los convictos que se alistaban, llevando al frente de batalla a unos 100.000 hombres salidos de las cárceles rusas.
Estas medidas estabilizaron el campo de batalla, pero el costo fue político. El reclutamiento llevó a los mayores niveles de descontento social en Rusia en años, y cientos de miles de hombres huyeron del país para escapar de la leva. Pero el éxito del reclutamiento en las cárceles le dio al Kremlin el modelo de una estrategia de reclutamiento menos coercitiva, basada en el dinero y en la virilidad.
El gobierno aumentó significativamente los salarios de los soldados, introdujo lucrativas primas y otra gran variedad de beneficios financieros. La propaganda del Kremlin presentó el servicio militar como una oportunidad única para que los hombres marginados de la sociedad rusa demostraran su valía convirtiéndose en el sustento de sus familias.
Hoy Rusia recluta a unos 1000 soldados por día, una cifra se mantiene prácticamente estable desde 2023 y casi duplica la de Ucrania.
Pero la solidez del reclutamiento oculta problemas subyacentes. Muchos de los mejores soldados rusos murieron al principio de la guerra, y según estimaciones basadas en obituarios recopilados por el medio de comunicación independiente ruso Mediazona y por BBC News Russian, desde la invasión a Ucrania han muerto alrededor de 230.000 soldados rusos.
Sus reemplazos son de mayor edad y con menos experiencia militar. La edad promedio de un soldado ruso muerto en Ucrania durante los primeros meses de la guerra era de 28 años: hoy la media es de 38 años, según Mediazona. “Era gentuza: indigentes de las estaciones de tren, alcohólicos, prófugos de la ley”, dice Vladimir, otro soldado ruso, al describir su fila para alistarse en un gran centro de reclutamiento de Moscú en 2024. “El chequeo médico era un chiste”.
A medida que se reduce la población “reclutable”, los funcionarios regionales tienen que seguir aumentando los beneficios para cumplir con las cuotas de alistamiento, lo que sobrecarga los presupuestos locales y desestabiliza la economía en general.
Este año, la región norteña de Mari gastó más fondos locales en pagar bonificaciones para los nuevos reclutas que en atención y servicios médicos, según un análisis de datos presupuestarios rusos realizado por Janis Kluge, experta en Rusia del Instituto Alemán de Relaciones y Seguridad Internacionales, con sede en Berlín.
Producción
Fuera del campo de batalla, Rusia emprendió una carrera para producir más armas, municiones y vehículos que Ucrania y sus aliados occidentales.
El objetivo es superar al enemigo mediante una potencia industrial superior, y Rusia apostó todo a eso, recurriendo a socios como Irán, Corea del Norte y China, así como a una vasta red de fábricas de armas de la era soviética, para impulsar el suministro de todo tipo de productos, desde drones hasta misiles y tanques. Y a pesar del riesgo para la economía, también incrementó drásticamente el gasto militar hasta superar un tercio del presupuesto total federal.
Ucrania ha recibido cerca de 70.000 millones de dólares en equipo militar de sus aliados en Europa y Estados Unidos, pero Occidente no movilizó su base industrial como lo hizo Rusia. Kiev también aumentó significativamente la producción nacional de armas, aunque no a la misma escala. Para dimensionar la diferencia, este año el presupuesto de defensa de Rusia es de unos 170.000 millones de dólares, más del triple del de Ucrania.
Para impulsar la producción, Putin empezó a subsidiar a las fábricas de armamentos, modificó las leyes laborales para introducir turnos nocturnos, en fin de semana y feriados, y fue a buscar mano de obra a las escuelas vocacionales, a países extranjeros y hasta a las cárceles. Se movió con rapidez y verticalismo, gracias al sistema autocrático ruso y a un sector de defensa que en gran parte sigue en manos del Estado.
Para sus armas más modernas, sin embargo, Rusia sigue dependiendo de componentes importados, lo que la deja vulnerable a sanciones y a alteraciones de las alianzas geopolíticas. Las imágenes satelitales también indican que las reservas rusas de equipo militar pesado de la era soviética se están agotando, lo que obliga al país a recurrir al proceso más lento y costoso de construir nuevos tanques y blindados.
“Están reciclando todo, lo mismo que los ucranianos”, dice Max Bergmann, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington. “La diferencia es que es a escala rusa, o sea mucho, mucho más grande”.
Tácticas
Para fines de 2023, el Ejército ruso ya se había recuperado, pero su rendimiento seguía siendo inferior al esperado. La corrupción endémica y la intermitente llegada de los suministros al frente de batalla obstaculizaban las ofensivas y generaban descontento entre las tropas.
“La situación del suministro era terrible, no repartían nada”, recuerda Anton, un soldado ruso, al describir los primeros combates. “Teníamos que comprar todo nosotros mismos”.
En mayo de 2024, Putin decidió actuar: echó del Ministerio de Defensa a un viejo amigo y su ministro con más años de servicio, Sergei K. Shoigu, y la fiscalía rusa empezó a encarcelar a los colaboradores de Shoigu por cargos de corrupción. Putin eligió un sustituto inusual: Andrei Belousov, un economista de rostro impasible y sin experiencia militar.
El nuevo ministro de Defensa abandonó el uniforme condecorado de su predecesor por un austero traje de negocios y expuso sus objetivos tecnocráticos en declaraciones monótonas: mejorar las cadenas de suministro, introducir nuevas tecnologías y profundizar los vínculos del Ejército con empresarios y científicos, todo con el objetivo de darle a Rusia una ventaja decisiva.
Los soldados rusos aseguran que tras el nombramiento de Belousov notaron una mejora significativa en el suministro de drones con visión en primera persona y otras armas avanzadas, lo que les permitió experimentar con nuevas tácticas.
En agosto del año pasado, en una de sus primeras iniciativas públicas, Belousov creó Rubicon, la primera unidad especializada de drones de Rusia, en la que invirtió gran cantidad de dinero, dotándolo con los mejores operadores de drones del Ejército y en conexión con los mejores inventores y fabricantes de drones.
Gracias a esos drones más potentes y en mayor número, las fuerzas rusas empezaron a atacar sistemáticamente las líneas de suministro ucranianas, complicando su reabastecimiento de municiones, la recepción de refuerzos y la evacuación de sus heridos.
En febrero de 2025, la unidad de élite de drones Rubicon fue enviada a la región rusa de Kursk, donde las fuerzas rusas y sus aliados norcoreanos tenían problemas para repeler una incursión ucraniana.
La unidad introdujo una nueva generación de drones rusos guiados por una delgada fibra óptica que los hace inmunes a las interferencias de señal e invisibles para los sistemas de detección. Los drones de Rubicon se quedaban sin ser detectados durante horas al borde de la ruta detrás las líneas enemigas, para emboscar cualquier cosa que se moviera.
“Destruyeron toda nuestra logística”, relata un soldado de las fuerzas especiales ucranianas.
(Traducción de Jaime Arrambide)
Por Anatoly Kurmanaev, Josh Holder, Paul Sonne y Oleg Matsnev