por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 1016)
“Porque veo, al final de mi rudo camino, que yo fui el arquitecto de mi propio destino”.
Amado Nervo
Buenos Aires,17 de octubre de 2025-Total News Agency-TNA.-En el libro así titulado, Willy Kohan nos describió con precisión quirúrgica y hoy, ante las reacciones que produjo el monumental e inédito respaldo que recibió la Argentina de los Estados Unidos, pésimamente comunicado por nuestro Gobierno, esos textos recuperan actualidad. Para algunos, nos ofrece recuperar el rol de faro que ocupamos en Latinoamérica hasta la II Guerra Mundial y sumarnos a las alianzas más virtuosas del mundo. Las razones detrás de esos anuncios, que no paran de sucederse, son varias y van desde la situación geopolítica global y la necesidad de impedir la conquista del hasta hoy olvidado subcontinente por China – con su Ruta de la Seda – hasta la vocación por demostrar los beneficios del modelo capitalista impulsando el desarrollo de nuestras naciones.
Sin embargo, aterrado ante ese panorama que, de concretarse, lo llevaría para siempre al sótano más nauseabundo de la historia, el pero-kirchnerismo (que tiene todo el pasado por delante y ayer, patéticamente, peregrinó al lugar de detención de su jefa espiritual) y sus compañeros de ruta idiotas útiles o muy malintencionados – el radicalismo de Martín Lousteau, Facundo Manes, Ricarguito Alfonsín y Emiliano Yacobitti, los ex gerentes de la pobreza, los dinosaurios sindicales, el club de los devaluadores, los industriales sólo aptos para no competir, los cárteles de la droga, la izquierda trotskista, etc. – quieren dinamitar esa posibilidad esgrimiendo mentirosos argumentos pseudo nacionalistas.

Pretenden que olvidemos las canalladas qué hicieron ellos, que tantos condenados tienen entre sus filas, con la base militar china en Neuquén, con la importación de vacunas estadounidenses para el Covid, con la delincuencial complicidad con Hugo Chávez, con la oferta a Vladimir Putin de convertirnos en su puerta de entrada a América Latina, con su respaldo irrestricto a las salvajes tiranías de Venezuela, Cuba, Nicaragua e Irán, con la expansión del narcotráfico y con la glorificación de los terroristas subversivos locales.
Con el trágico pasado de defaulteadores seriales, de asociación con las dictaduras más corruptas y violentas del mundo, de gigantesco saqueo a las arcas públicas, de clara vinculación política y judicial con los clanes del narcotráfico, de inseguridad jurídica, de legislaciones fascistas y anquilosadas, y de la eterna marchita que sigue cantando “combatiendo al capital”, que nuestro país arrastra desde hace tantas décadas, no puede llamar la atención que Donald Trump haya dicho que, si el proceso de cambio que llevamos adelante con tanto sacrificio se viera frustrado por una victoria electoral de los mismos falsarios y ladrones, no pondrá un centavo aquí ni llegarán las inversiones que necesitamos más que agua en el desierto. Y no puede sorprender porque tampoco aparecerán capitales argentinos.
Pese a que no se trate de una elección presidencial, hay una alta probabilidad de ocurrencia el próximo 26 si (como yo mismo, que tanto he criticado a Milei en estas notas semanales) no nos movilizamos y concurrimos a votar por ese futuro que hoy aparece como cercano, aunque sea tapándonos la nariz. Sé, como todos, que la oferta electoral que propone la “Armada Brancaleone” de La Libertad Avanza no resulta atractiva, pero la alternativa que ofrece el “tren fantasma” pero-kirchnerista resulta, absolutamente, repugnante. Por nosotros, por nuestros hijos y nietos, debemos hacer que el oficialismo y sus aliados republicanos alcancen en el H° Aguantadero el tercio de bancas necesario para frustrar cualquier maniobra destituyente que intenten los conocidos malandras.
En el agitado campo regional, todos aguardamos con ansiedad el resultado del ballotage en Bolivia, mañana, porque allí nada estará claro por bastante tiempo. Si el sector del MAS que respalda a Evo Morales sigue teniendo peso en el Gobierno que surja, la crisis que vive ese país llevará, sin duda, a un nuevo drama migratorio que afectará a todos sus vecinos. Perú, en el terreno político (no en el económico), sigue sufriendo una terrible inestabilidad; la destitución de Dina Boluarte y su reemplazo por José Jarí, tan sospechado de corrupción, continúa la saga de Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García, Pedro Kuczynski, y Pedro Castillo, que ha llevado a tantos de ellos a la cárcel o al suicidio. Ecuador sigue bajo el acoso del narcoterrorismo, al que se han sumado las organizaciones indígenas que reclaman por el aumento de los combustibles con bloqueos de rutas. Y Cuba, en medio de la desesperanza de la población, se encuentra en coma terminal por la incapacidad de Venezuela y Rusia de ayudarla ahora.
Las maniobras aeronavales de EEUU frente a las costas de Venezuela, a mi modo de ver, no tienen por objetivo una invasión terrestre, sino incentivar a los mandos militares no vinculados a la gigantesca corrupción del régimen a levantarse contra la tiranía de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Si tal cosa se produjera, la OEA estaría habilitada para formar una fuerza multinacional de paz y, con ella, tratar de impedir una masacre y llevar a juicio y condena al sinnúmero de dirigentes y generales que tanto han violado los derechos humanos de su pueblo.
Y en el escenario internacional, más allá de observar con preocupación la evolución de la situación en Gaza, donde Hamás se resiste a entregar sus armas y a perder su caudal político en cumplimiento del plan de veinte puntos firmado, que hasta ahora sólo produjo un frágil cese del fuego, las miradas del mundo están concentradas en la guerra de Rusia contra Ucrania. Un demasiado optimista Trump, que ayer recibió a Volodimir Zelensky y habló el jueves con Vladimir Putin, parece no percibir que éste gana tiempo al dilatar la conferencia bilateral que le ha ofrecido y, mientras, continúa destruyendo infraestructura esencial del país invadido y aterrorizando a su población civil con ataques masivos de drones y misiles.